Ibiza adentro

El hotel que cambió la forma de disfrutar de la Ibiza más rural

Dormir, desayunar, descansar, almorzar, pasear, leer, cenar, charlar… con la vista siempre llena del paisaje rural de Ibiza. Con esta intención nació Can Lluc, una antigua finca agrícola que en 2003 fue reconvertida en hotel de alta gama sin perder sus orígenes.

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12833296275 56dfb65337 k. De finca familiar a agroturismo

Foto: Can Lluc

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De finca familiar a agroturismo

El corazón de Ibiza es un mosaico de campos de secano separados por muros de piedra seca y abrazados por un bosque de pinos de un color verde brillante. Este es el entorno del hotel Can Lluc, en el término de Sant Rafel, rodeado de algarrobos, higueras y olivos centenarios. En 2003, Lucas Prats hizo realidad un proyecto hotelero innovador en la isla: transformar la finca familiar en alojamiento y ampliarla con habitaciones que fueran pequeñas villas unidas entre sí por senderos ajardinados con vistas a los campos que le habían visto crecer. Enamorado de su isla y gran conversador, Lucas recuerda cuando de niño pasaba las tardes en esta casa con sus abuelos, tíos, padres y hermanos. Tras estudiar Derecho y Economía en Madrid, volvió a su isla, trabajó en el sector hotelero, aprendió de los mejores hoteles de cinco estrellas y emprendió junto a su mujer, Tina Soriano, el proyecto de Can Lluc. Un hotel de gama alta que ofreciera lo mejor del campo: tranquilidad y buena mesa, con el servicio y el confort del siglo XXI.

12776706193 d641469f4c c. Entre algarrobos y olivos

Foto: Can Lluc

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Entre algarrobos y olivos

Can Lluc se halla en las laderas de la Talaia de Sant Rafael, una colina tapizada de campos hasta mediados del siglo pasado, con vistas a la bahía de Sant Antoni por el oeste y a la sierra de Els Amunts por el sur. La vital y animada Vila, la ciudad de Eivissa, se encuentra a apenas 15 minutos en coche, una distancia esencial para mantenerse cerca del corazón comercial de la isla pero lo suficientemente lejos como para sentirse en un mundo aparte. Porque eso es justo lo que se siente al contemplar el paisaje que se abre frente a cualquiera de las habitaciones-villas, en la terraza del restaurante, en la piscina diseñada como una balsa desbordante, o desde el mirador con vistas al atardecer. Los algarrobos, almendros y los olivos no son elementos decorativos: aún producen lo suficiente como para recoger una modesta cosecha e incluso para que los propietarios de Can Lluc elaboren su propio aceite tras prensar y exprimir las aceitunas en la almazara de Joan Benet, a pocos kilómetros de allí.

47997009451 405feb690d k (1). No es un hotel rural cualquiera

Foto: Can Lluc

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No es un hotel rural cualquiera

Cuando Lucas y Tina se plantearon reformar la finca de Can Lluc tenían claro que el diseño debía conservar la esencia del lugar, su historia, el paisaje y la arquitectura ibicenca tradicional. En eso coincidieron con José Torres, el arquitecto. El núcleo central del hotel es la casa payesa donde vivió el abuelo de Lucas Prats los últimos años de su vida. Un edificio sencillo, con varias habitaciones, cocina, despensa, una sala común que ahora se usa para servir los desayunos y una pérgola en la entrada con vistas a la piscina. Los corrales, el pajar y el almacén de herramientas de labor se transformaron en las villas rústicas y modernas del hotel.

34735701694 d31a077a97 k. Arquitectura vernácula

Foto: Can Lluc

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Arquitectura vernácula

Resulta curioso observar el edificio original y descubrir los detalles típicos de la casa ibicenca tradicional, que solía ser de una planta, de muros gruesos, techos planos con vigas de madera de sabina y compuesta por módulos que podían irse ampliando en función de las necesidades de los propietarios. Esa idea de crecer por módulos es lo que impulsó la ampliación de Can Lluc. Prats y Torres imaginaron unas habitaciones independientes arquitectónicamente, con su propia entrada y una pérgola trasera abierta a los campos de algarrobos, con una balsa que como una acequia lleva el rumor del agua…

44495999130 b70ca5c27b k. Cocina 100% ibicenca

Foto: Can Lluc

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Cocina 100% ibicenca

La gastronomía, junto con el confort y el paisaje, constituye el otro pilar de Can Lluc. Del desayuno a la cena, los protagonistas de la mesa son productos de temporada y, por supuesto, de la isla. Los higos, las almendras, la sal, el aceite de oliva (muy recomendable el de Joan Benet), las hortalizas y (oh maravilla) el pescado de roca y de playa; sin olvidar las hierbas de Ibiza (licor dulce que se sirve frío) y los vinos isleños, cada vez más reconocidos. Entre las bodegas más antiguas destaca la de Can Maymó, en el pueblo de Sant Mateu, en el norte, una zona donde abundan los llanos tapizados de viñas a poca distancia de acantilados que caen al mar. Otro referente en los vinos ibicencos es Ibizcus, de creación más reciente pero con una gran variedad de caldos.

DSCF5358. Música y almuerzos para el invierno

Foto: Can Lluc

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Música y almuerzos para el invierno

Con la nueva normalidad, Can Lluc ha adaptado su oferta para acoger a un público más amplio, que busque disfrutar del entorno del hotel en estancias cortas o durante una jornada o una noche. Su cocina y restaurante permanecen ahora abiertos todo el día, con una exquisita carta de mediodía o de cena repleta de especialidades del chef basadas, por supuesto, en los productos de la isla. Las actuaciones musicales son la gran novedad de las noches del fin de semana. El grupo Johnny sails in the seas versiona piezas actuales de éxito internacional para que las cenas se conviertan en momentos inolvidables.

Atardecer en Can Lluc. La puesta de sol imprescindible

Foto: Can Lluc

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La puesta de sol imprescindible

Hay que estar pendientes del reloj para no perderse la gran cita ibicenca de la tarde: la puesta de sol. Can Lluc cuenta con un mirador excepcional: una hamaca doble, bajo techo y orientada hacia la bahía de Sant Antoni. Para llegar hasta ella solo hay que seguir un sendero que serpentea entre las villas, bordea un campo de algarrobos, sube unos escalones junto a un muro de piedra seca y, voilà: ante los ojos se extiende el corazón de Ibiza y, al fondo, la línea del mar con el sol descendiendo suavemente, rojo, naranja, amarillo… hasta hundirse.