Un palacio entre lo británico y lo francés
Al entrar en el Palacio Arriluce Hotel, pronto se percibe la idea que sirvió de faro para la conceptualización del proyecto y remodelación del edificio: “que lo antiguo abrace a lo moderno”. Destacan, sobre las mesas del hall, libros de arte abstracto que contrastan con el mobiliario clásico; lámparas de cristal que sobrevuelan un espacio en el que domina el “azul Bilbao”; cuadros y fotografías contemporáneas que completan las paredes de más de un siglo. Incluso en el camino hacia las habitaciones se puede ver cómo los encargados de la restauración han querido conservar la antigua e impresionante escalera de madera principal, añadiendo un ascensor de cristal en el centro para que, los que elijan esta opción, no pierdan la oportunidad de contemplar la hermosa estructura.
También se respira la mezcla de referencias británicas y francesas que, recordando las dos principales influencias que se tuvieron en cuenta para la construcción del palacio original, se fusionan tanto en los diversos espacios como en los jardines del edificio. Frente a la puerta de entrada, un campo de croquet, deporte de origen francés popularizado en el Reino Unido, que está resurgiendo en España. En la planta principal, la biblioteca del marqués de Arriluce reconvertida en un cóctel bar del más puro estilo inglés y, en su interior, la antigua capilla de la familia transformada en un “templo del champán”, bajo cuyas coloridas vidrieras restauradas se pueden degustar distintas variedades de la bebida francesa por excelencia.

Palacio Arriluce Hotel
Esta combinación ideal destaca también en las habitaciones de sofás y cojines aterciopelados, tonalidades marinas, decoración sofisticada y aroma floral. Fernando Pereira, director del Palacio Arriluce Hotel, asegura a que “cada habitación es un mundo”, de ahí que recomiende descubrir una distinta cada visita. “Una de las habitaciones recuerda a una casa victoriana, otra tiene el tejado en diagonal, como en una buhardilla, unas dan al mar, otras a los jardines”, explica a Viajes National Geographic. El único elemento que se repite en todas y cada una de las habitaciones es la firma de Sonia Delaunay, presente en las obras de arte que dan la bienvenida a los huéspedes en cada estancia.

Palacio Arriluce Hotel
Cócteles y gastronomía con sabor a arte
Este hilo conductor que se despliega sutilmente por todos los espacios del hotel surgió a raíz de la amistad entablada a inicios del siglo XX entre la primera marquesa de Arriluce y la artista Sonia Delaunay, pintora y diseñadora ucraniana nacionalizada francesa, a quien la dueña del palacio le encargó la decoración del comedor principal. Rescatando la influencia que la artista abstracta tuvo en el estilo original del palacio, el hotel ha querido rendirle homenaje colmando las paredes de su obra y bautizando al restaurante “Delaunay” con su apellido. Su sello también se advierte en la presencia del “rojo bullex”, adoptado del cuadro más famoso de Delaunay expuesto en el Museo Thyssen, como complementario al “azul Bilbao” que domina los interiores del edificio.
A propósito del restaurante Delaunay, en cuyas mesas con vistas al mar se sirven los desayunos, las comidas y las cenas, Fernando Pereira asegura que, desde el hotel, quieren “que el huésped se sienta como un palaciego, que a su vez disfrute del arte y que se lleve Euskadi en el paladar”. De ahí que, con el asesoramiento del chef vasco Beñat Ormaetxea, hayan elaborado una exquisita carta basada en productos de kilómetro cero, con un guiño a la cocina tradicional y un toque de innovación. “Queremos ofrecer nuevas experiencias sin perder la identidad vasca de la propia casa”, asegura el director del Palacio Arriluce Hotel.

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La puerta colindante al restaurante Delaunay conduce a la ya mencionada biblioteca reconvertida en cóctel bar, cuyo nombre, “Kupka”, hace referencia a otro renombrado artista abstracto y cubista, contemporáneo de la protagonista Delaunay. En este acogedor espacio los huéspedes pueden disfrutar tanto de una carta gastronómica más ligera, como de una amplia variedad de cócteles clásicos. “Hemos apostado por la coctelería tradicional inglesa”, explica Fernando Pereira, “recuperando cócteles como el margarita, whisky sour o el manhattan”. Además, han sumado a la carta el “signature kupka”, un cóctel propio preparado a partir de vermut (un guiño al “marianito” euskaldún) y whisky escocés (otro guiño a los sabores británicos).

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Un spa inspirado en el antiguo balneario de Getxo
La culminación de la calma y la relajación que caracterizan la experiencia Palacio Arriluce Hotel se encuentra en la planta subterránea, que da acceso al Neguri Spa & Wellness. El nombre de este espacio proviene del barrio de Getxo en el que está situado el hotel, un lugar en el que, ya en 1866, existía un balneario al que acudían los bilbaínos inspirados por las nuevas teorías higienistas, que recomendaban los baños de agua fría.
En este exclusivo spa se puede disfrutar de una amplia variedad de tratamientos con cabinas de masaje, de un gimnasio reservado para los clientes del hotel y de la piscina con hidromasajes y las saunas disponibles en la zona de aguas. Es el plan ideal para completar la jornada en el hotel después de haber recorrido sus pasillos contemplando la maravillosa colección de fotografías del proceso de remodelación del edificio, obra del donostiarra Jon Cazenabe; de haber paseado por los jardines con vistas a las playas y al Puerto Deportivo de Getxo; o de haber degustado los cócteles en el bar-biblioteca Kupka, legado del marqués que aseguraba que “la palabra es lo que hace que la sociedad avance”.

Palacio Arriluce Hotel
Así, entre las palabras y los rayos de luz cálida, entre la tradición y la innovación, entre sofisticación francesa y la elegancia británica, el Palacio Arriluce Hotel abre sus puertas a los vecinos de Getxo y los visitantes que deseen adentrarse en el que fue el primer palacete de la Calle Arriluce, un lugar perfectamente diseñado para dejar que las horas pasen y, en palabras de Francisco Pereira, “olvidar que existe el tiempo".