La primera revolución surgió en los años 60, cuando el Conde Rudi, acompañado de sus amigos de la nobleza y burguesía europea, decidió hacer de Marbella el lugar de veraneo más codiciado del Viejo Continente. A la estela de todo este brillo llegaron jeques, cadenas hoteleras internacionales y décadas de lujo y fiestas inolvidables a la luz de la luna de la Costa del Sol. Después, esta oleada de sofisticación se mudó al interior de este litoral, donde proliferaron urbanizaciones exclusivas y resorts que hacían del silencio, la intimidad y la tranquilidad su principal reclamo.
Ahora es el momento del Casco Antiguo, un precioso conjunto monumental en el que se está produciendo una tercera revolución: la apertura de una serie de hoteles boutique bajo el nombre de La Ciudadela Marbella con el que las encaladas casas de este laberíntico barrio se convertirán en una especie de albergo diffuso con mucho duende.