En esta etapa turbulenta, repleta de interrupciones, parones y mucho ruido, resulta crucial desconectarse y reducir la velocidad. O simplemente cambiar de aires. ¿El truco? Viajar hasta hoteles apartados donde todavía es posible desconectarse de la red y volver a conectarse con lo esencial de la vida, no en busca de la foto perfecta de Instagram, sino en busca del silencio, la calma y los cielos estrellados. Los espacios abiertos son el nuevo lujo de la vida moderna.
Es probable que los hoteles sociales y las playas llenas de amantes del sol sean cosas del pasado, al menos por un tiempo, pero aún quedan destinos cercanos cuyo aislamiento, paz y tranquilidad se cotizan al alza. Estos son algunos de los mejores.