Cuando la Cosmética -con mayúsculas y en el sentido más amplio de la palabra- es capaz de trasladarte en el espacio y en el tiempo, deja de ser un mero producto para convertirse en una herramienta insustituible con la que dejar volar la imaginación e, incluso, focalizarse en destinos futuros. Un instrumento al que acudir para disfrutar a través de los sentidos, de las esencias y de las sensaciones que genera. Porque las cremas, los jabones o los exfoliantes pueden configurar un viaje guiado por las emociones y las percepciones. Un recorrido en el que los recuerdos son la base del camino.