Durante su paseo lunar con la misión Apolo 11, Neil Armstrong encontró un momento para mirar hacia la Tierra: “De repente me di cuenta de que ese pequeño guisante, bonito y azul, era la Tierra. Levanté mi pulgar y cerré un ojo, y mi pulgar eliminó el planeta. No me sentí como un gigante. Me sentí muy, muy pequeño”, explicó más tarde. Esa misma sensación la han tenido muchos otros astronautas en vuelos orbitales y en misiones de la Estación Espacial Internacional: la sensación de estar habitando un planeta tan bello como frágil, casi un capricho en el universo. Es una visión al alcance de muy pocas personas, aunque esta exclusividad puede cambiar gracias a Zero 2 Infinity, la empresa española que sueña con democratizar el turismo espacial en unos años volando desde Andalucía.