Esta localidad del sur de Francia, a un paso de la mítica montaña del Canigó y de la frontera por donde miles de republicanos huyeron en 1939, fue un refugio de calma para bohemios y artistas en las primeras décadas del siglo xx. Matisse, Picasso, Braque o Max Jacob, entre otros, pasaron por Céret y crearon obras que hoy se exponen en su Museo de Arte Moderno, que reabre tras dos años de obras con un nuevo pabellón de 1300 m2 dedicado a exposiciones temporales de artistas internacionales.