¿Cuánto tiene de viaje Una historia compartida?
Pues es un viaje total, porque es un viaje a través de vidas que han tenido lugar en distintos momentos de la historia. Por tanto, es un viaje entre el mito y la realidad en el que vamos desde desde el Olimpo, con los dioses que habitaban en él, hasta la actualidad. Un viaje largo e intenso.
¿Cómo definirías el recorrido?
Muy personal, porque es un recorrido a través de mujeres, pero también de hombres, a los que yo me he ido encontrando a lo largo de mi vida a través de las lecturas y, sobre todo, de los viajes. Todo lo que tiene que ver con la antigua Grecia, con Roma… El viajar a los lugares donde vivían los héroes, donde transcurrían sus aventuras y sus batallas, es algo que he hecho a lo largo de mi vida unas cuantas veces: seguir las huellas de esos héroes, pero también de las mujeres absolutamente potentes que estaban allí. Las veces que he viajado a Ítaca no solo he ido a encontrarme con Ulises sino también con Penélope.
Hay algo que a mí siempre me ha irritado mucho y es que la historia que nos han contado, que hemos estudiado hasta el momento, siempre me ha parecido una historia incompleta porque se ha olvidado el papel de las mujeres
Después de ocho novelas, sorprende un giro como este, con el que te alejas de la ficción. ¿Qué te impulsó a escribir tu libro más personal?
Realmente, fue un impulso. Fue durante la pandemia, cuando estaba escribiendo mi anterior novela, En ninguna parte (Plaza & Janés). La terminé, puse el punto final sin corregirla, luego ya volví a trabajar sobre ella. Pero en aquellos largos meses, de repente, sentí como que quería escribir otra cosa, contar otras historias. Supongo que el estar encerrada me hacía tener la necesidad de volver a viajar o a recobrar muchos de los viajes que he hecho a lo largo de mi vida. Empecé recordando a los mitos de la antigua Grecia, era una forma casi como de salir volando de mi casa y de regresar a esa tierra maravillosa a la que he ido tantas veces para encontrarme con esas historias. A partir de ahí, empecé a tirar hacia adelante.
Hay algo que a mí siempre me ha irritado mucho y es que la historia que nos han contado, que hemos estudiado hasta el momento, siempre me ha parecido una historia incompleta porque se ha olvidado el papel de las mujeres. Tenían que ser mujeres muy importantes, que hicieran cosas realmente extraordinarias, para que se las prestara atención. Así que era una forma de decir: “Todas estas mujeres con las que me he ido topando a lo largo de mi vida, a través de mis lecturas o a través de mis viajes, han hecho cosas que son fundamentales”.
¿Los libros son una de las mejores maneras de reivindicar la aportación y el peso de las mujeres a lo largo de los siglos?
Lo que a mí me parece que sería importante es que los libros de texto se revisaran con más profundidad, y que tantas y tantas mujeres que han quedado fuera de ellos ocuparan el mismo lugar que los hombres. Me gustaría que en los colegios se estudiase, de verdad, a mujeres que han tenido una importancia enorme en todos los campos: en el de la filosofía, la literatura, la ciencia, el arte… Se habla de algunas, pero faltan muchísimas. Hasta ahora, la historia que hemos conocido es una historia a medias, porque la han escrito ellos. No se trata tampoco de escribir una historia sólo de ellas sino de que, de una vez por todas, escribamos una historia de todos. Una historia compartida, porque todos estábamos allí, ellos y nosotras. Todos hemos interactuado y nos hemos relacionado, y el peso de los unos y de los otros es fundamental y no nos podemos explicar los unos sin los otros. Por ejemplo, no puedes entender a un personaje como Santa Teresa sin los hombres que pasaron por su vida.

Grecia es el lugar al que siempre vuelve la autora | Foto: iStock
En tu caso, ¿cuáles han sido esas figuras masculinas?
Yo no habría hecho absolutamente nada de lo que he hecho en la vida sin mi madre. No habría llegado a ninguna parte ni habría sido periodista ni sería escritora. No sería nada, con lo cual la tengo que rendir tributo de forma permanente porque es la figura más importante de mi vida. Y luego, si tengo que pensar en ellos, no puedo dejar de hacerlo en mi marido, Fermín Cobos. Con él he aprendido mucho y hemos compartido una gran pasión por los viajes y la literatura. Nos hemos hecho viajes, simplemente, para ver dónde se había celebrado tal batalla en la antigüedad o dónde habitaban los personajes de la mitología griega. Ha sido una persona fundamental en mi vida y en mis intereses.
Cuando se acerca la celebración el 8M, ¿cómo es la sociedad que sueña Julia Navarro?
Todavía hay muchas batallas que dar. Sería injusto decir que la sociedad no ha cambiado. Si echo la vista atrás y pienso en las primeras Cortes Constituyentes, donde apenas había mujeres, y miro ahora a los bancos, al Congreso de los Diputados o al Consejo de Ministros, es evidente que la presencia de las mujeres es importante, en todo los ámbitos. Ahora, todavía no es suficiente, pero ya no solamente es que no sea suficiente en nuestro mundo, el occidental, donde se han dado pasos gigantescos, es que en el resto del mundo hay millones de mujeres que son súbditas o ciudadanas de quinta.
Mientras haya una sola mujer en el mundo que no viva en una sociedad en la que el valor de la igualdad con los hombres sea absoluto, tendremos que seguir siendo feministas, porque ser feminista es una cuestión de democracia. No se puede ser demócrata si uno no es feminista por algo muy sencillo: un demócrata no puede tolerar que la mitad de la población no tenga los mismos derechos y oportunidades que la otra mitad. Por tanto, el feminismo es una cuestión de calidad democrática.
¡Vámonos de viaje! ¿Cuáles con esos lugares que te ha gustado frecuentar fuera de tus novelas?
En mis novelas he frecuentado muchos lugares de los que he conocido, pero, fuera de ellas, el lugar al que siempre vuelvo es Grecia. En la mitología hay un compendio del ser humano, están sus grandes defectos y virtudes. En los héroes griegos está todo. En La Ilíada está la esencia del ser humano: el amor, el odio, la ambición, la ira, la generosidad, el miedo…
¿Qué destinos de cuantos conoces te han impresionado especialmente?
Uno de los de los países que más me ha impactado ha sido India. Fue un choque, lo mismo que China, pero India te deja una huella muy especial.

"India -dice Julia Navarro- te deja una huella especial" | Foto: iStock
¿Viajas todo lo que quieres?
¡Me gustaría viajar aún más! Yo sería una viajera impenitente, pero, claro, hay que trabajar. Me gusta mucho viajar, porque cada viaje es un descubrimiento, incluso en los lugares que ya conoces, porque estos cambian según vamos cambiando nosotros. Los vemos con otros ojos y entonces encontramos cosas que no habíamos visto o que no habíamos sido capaces de ver. Pasa lo mismo con los libros. A veces, has leído un libro cuando eras joven que no te ha gustado nada y, cuando lo lees al cabo de los años, dices: ¿Cómo no me di cuenta de lo que había aquí? O al revés, que esos libros que te han llenado de entusiasmo en tu juventud ya no te gustan nada.
Los viajes por Oriente siempre me han parecido fascinantes.
¿Existe un mejor viaje de tu vida?
¡Hay muchos viajes inolvidables en mi vida! Seguramente, uno de los más maravillosos que he hecho, de los más intensos, fue uno por Israel y los territorios ocupados hace muchos años. Los viajes por Oriente siempre me han parecido fascinantes.
¿Cuál es el destino pendiente que más deseas conocer?
Tengo muchísimas ganas de ir a la Antártida, pero cada vez que lo digo en casa les da un ataque de frío [risas]. También tengo pendiente Australia y ya he dicho que voy a ir, o sea, con ellos o sin ellos. Mi hijo es muy viajero también y, como él se apunta a todo, siempre me dice: “No te preocupes que yo te acompaño”.
¿Alguna vez has sido una viajera solitaria?
¡Nunca! Siempre he ido con alguien. Y la verdad es que es una experiencia que me gustaría tener, porque yo creo que debe de cambiar absolutamente todo.
Coordenadas viajeras
Julia Navarro
¿Adónde nos llevas si vamos al norte?
A Francia, porque es un país que no se acaba nunca. La cultura, el arte, la literatura, ¡todo! Francia nunca la terminas de descubrir.
¿Qué destino eliges mirando al sur?
¡Egipto! Es el viaje. La última vez que estuve fue presentando allí uno de mis libros, Tú no matarás, que, por cierto, se quedó en la Biblioteca de Alejandría porque me lo pidieron, una de las cosas más bonitas que me han pasado nunca. Tengo una auténtica pasión por Egipto y me interesa todo. Más allá de lo que es el viaje turístico, me encanta el caos de El Cairo y me gusta Alejandría, que es una ciudad que a mucha gente le decepciona, pero que es apasionante por la huella de tanto de lo que ha pasado ahí.
¿Y si vamos al este?
Grecia e Italia. Es raro el año en que no viajo a ambos países. En mis viajes siempre intento descubrir algo, porque, aunque hay un momento en que crees que lo has visto todo, no es verdad. Todavía me acuerdo de la vez que buscábamos una ciudad minoica perdida, que ya no existe, en el norte de Grecia. En medio de un sembrao, que yo creía que el campesino nos iba a terminar tirando patatas a la cabeza, estábamos decididos a encontrar algo, aunque fuera una piedra. Con los libros en la mano, diciendo “pues aquí tenía que estar”. Italia es también un destino absolutamente maravilloso y me gusta especialmente la Costa Amalfitana. La bahía de Nápoles me parece uno de los lugares más bellos del mundo.
Toca el oeste…
Me encanta cualquier país de América Latina. Me parece que Buenos Aires es una de las ciudades más bonitas del mundo. A Chile suelo ir casi todos los años. Tengo una relación muy especial con él porque los lectores chilenos y yo tenemos un romance. En Chile han sido, realmente, muy generosos conmigo, así que es uno de mis países favoritos, al que siempre quiero ir. Toda América Latina es un continente por descubrir, lleno de sorpresas y con una cultura absolutamente extraordinaria.
¿Qué no puede faltar en tu equipaje cuando viajas?
Libros y, como no soy capaz de leer en pantalla, excepto cuando trabajo, mi equipaje siempre pesa más de lo debido. Me produce muchísima angustia estar viajando y que se me acabe la lectura. Entonces, voy siempre sobrecargada, porque, aunque me vaya dos días, me llevo dos libros, el que estoy leyendo y otro.

"Tengo una auténtica pasión por Egipto y me interesa todo", confiesa Julia Navarro | Foto: iStock
¿Tienes alguna manía viajera?
La verdad es que no soy maniática. Eso sí, siempre llego cinco minutos antes de que cierren la puerta de embarque, bastante justita. Es verdad que una de las cosas que más se echa de menos cuando se viaja es la almohada, porque hay lugares donde son realmente un auténtico castigo, pero es parte también del viaje. Cuando viajo, soy tan entusiasmada con lo que estoy viviendo y viendo que tampoco me va a echar para atrás una almohada.
¿El souvenir más apreciado de cuantos tienes en casa?
Ya no compro, porque antes compraba todas las tonterías que luego, cuando llegaba a Madrid, terminaban en un altillo. A veces, cojo una piedra como recuerdo. De repente, estoy en Ítaca, en el lugar donde supuestamente pudo estar el palacio de Ulises, y cojo una piedra del suelo.
¿Un plato que tengas grabado a fuego en el paladar?
Soy vegetariana y uno de los lugares donde más me gusta la gastronomía es la India. ¡Creo que el paraíso de los vegetarianos! Allí me he comido las mejores lentejas de mi vida. Me encanta la comida hindú.
La última pregunta, y no menos importante: ¿Por qué viajas?
Porque tengo una enorme curiosidad por la vida. Porque quiero saber qué pasa más allá de donde estoy. Por un afán de conocer, de tocar otras realidades. Cada viaje es un mundo nuevo. Es como abrir las páginas de un libro. No sabes dónde te va a llevar, pero siempre te enriquece.
Una más: ¿Tu próximo viaje?
Aparte de que me voy a recorrer media España para presentar el libro, en abril voy a hacer mi escapada anual a Atenas. Estoy deseando tumbarme en lo alto del Cabo Sunión, al borde del precipicio, para recibir el primer sol de la primavera.