Borda 2.0

La borda contemporánea que ha devuelto al mapa al Valle de Incles

L'Ovella Negra se ha convertido en la meta hedonista para quienes se adentran en este rincón de Andorra.

A poca distancia del pueblo de Soldeu, el Vall d’Incles, es uno de los rincones que mejor preservan el aspecto tradicional de Andorra, con sus pastos soleados cubiertos de nieve en invierno. El río que recorre este alargado valle juega a trazar curvas y formar islas –posible origen de la palabra incles– mientras la nieve brilla en el bosquecillo y los prados que se extienden más allá de sus orillas.

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Vall d'Incles

Foto: iStock

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Vall d'Incles

A lo lejos se alza una montaña con forma de pirámide, el pico Alt del Juclar (2588 m), antesala del magnífico estany de Juclar, un lago con un refugio a la orilla que suele ser el objetivo de excursiones con raquetas y a pie en verano.
 

 

Camí de l'Obac

Foto: Javier Zori del Amo

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Camí de l'Obac

Hay que dejar el coche en la urbanización a la entrada del valle y seguir luego a pie con calzado de nieve o con raquetas por la pista principal (cerrada al tráfico) o por el Camí de l'Obac, el sendero de casi 3 km que circula por el margen a la sombra (significado de obac en catalán). Se puede cruzar a la otra orilla por el puente de Bonavida o continuar hasta el de la Baladosa. 

Durante el paseo se ven diversas bordas, típicas construcciones de piedra  y madera para el ganado que solían tener un pequeño edificio anexo donde se alojaba la familia del pastor en verano. Hoy en día algunas se han reformado como alojamientos acogedores que ofrecen experiencias gastronómicas y excursiones guiadas con raquetas o esquís de travesía.

Ovella Negra  (18 of 148). Un pequeño lujo

Foto: L'Ovella Negra

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Un pequeño lujo

En el fondo del valle de Incles, uno de los rincones más idílicos de Andorra, hay un hotel que parece salido de un cuento. L’Ovella Negra es un pequeño lujo, pero no porque esté recubierto de oro o cuidado por un ejército de camareros, sino por la paz que transmite y la conexión con el entorno de montañas que lo rodea. 

Desde su aspecto exterior, una borda (cabaña de montaña tradicional) reformada con vistas al valle y orientada al sur, hasta su interior, decorado con sencillez y sofisticación a la vez, con detalles que transmiten calidez antes incluso de cruzar la puerta. Sus cuatro dormitorios (dos habitaciones dobles y dos para cuatro personas) se suman a este ambiente confortable con ventanales que dan a las montañas o los prados, grandes camas de sábanas orgánicas y luces indirectas que invitan al descanso. 

190622 403©Max Coquard-Bestjobers. El origen de un sueño

Foto: L'Ovella Negra

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El origen de un sueño

Prisca Llagostera, fundadora y copropietaria de l’Ovella Negra, tiene un motor interno, un mecanismo que le da cuerda hasta que consigue su sueño. Después de un tiempo buscando la oportunidad para abrir su propio alojamiento, en febrero de 2017 dio con el lugar ideal: una cabaña tradicional en el fondo del valle de Incles. “Quería crear un espacio fuera de lo común, para gente a quien que no le importa vivir un poco de aventura, que entienda que la comodidad y el lujo es un fuego ardiendo, velas que dan vida, materiales nobles, buenas camas, buena comida y buena compañía”.

 

Pero para conseguirlo debía contar con un equipo que también amara las montañas, bien avenido, que funcionara como una pequeña familia. Y eso es justamente lo que se percibe desde el primer momento. Los miembros del staff, con Lisette Dawtrey, Sabrina Amadeo y Flor Scarlitti al frente, resuelven el día a día compartiendo tareas si es necesario, aconsejando sobre rutas a los clientes o explicando por qué es tan especial el valle de Incles.

Screen Shot 2020-01-14 at 11.37.25. Un valle, cuatro estaciones

Foto: L'Ovella Negra

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Un valle, cuatro estaciones

En este rincón rodeado de montañas el cambio de estación supone también un cambio de escenario. El valle de Incles pasa del verde brillante del verano, a los ocres del otoño y el blanco de la nieve, para de nuevo cubrirse de flores silvestres y hierba fresca donde acuden a pastar rebaños de ovejas, vacas y caballos.

 

Los planes también pueden variar en cuestión de horas: un día de sol es fantástico para caminar hasta un lago, seguir el sendero que discurre junto al río o sentarse al sol en una butaca frente a la borda; si llueve, los sofás alrededor de la chimenea que cuelga del techo será la mejor opción; si nieva, un paseo con raquetas nos abrirá el apetito…

L OvellaNegra(20di124). El reino de la calidez

Foto: L'Ovella Negra

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El reino de la calidez

Prisca Llagostera y Aminda Saludes, su madre, diseñaron cada rincón de l’Ovella Negra. Con su experiencia en el hotel Iglú y con las ideas recopiladas a lo largo de sus viajes por Chile y Argentina y, sobre todo, la Patagonia, Prisca imaginó un alojamiento amplio, confortable, con pocas habitaciones, donde los huéspedes se sintieran como en casa. No en vano, el establecimiento forma parte del sello Design Hotels que engloba a alojamientos singulares y delicados que no pertenecen a grandes cadenas.

El diseño parece marcado por los materiales nobles y por la iluminación. La madera de suelos, muros y techos aporta la calidez y el toque de montaña, mientras que las superficies lisas y grises del cemento podría decirse que evocan la piedra de las montañas y el agua del río, la naturaleza que envuelve l’Ovella Negra. En cuanto a la iluminación, no hay estridencias, todo se amalgama con la gama de naranjas del fuego de la chimenea: las lámparas de pie de color cobre, las de mimbre que cuelgan del techo y las velas sobre las mesas. Todo parece confabularse para que las horas pasen volando y las conversaciones no se agoten sino que pasen de la mesa a los sofás tapizados con tela navajo.

Estofat. Slow food y km 0

Foto: L'Ovella Negra

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Slow food y km 0

El menú es uno de los pilares de l’Ovella Negra. Su chef, Sergi Simó, es un andorrano de pura cepa, amante de las montañas y gran conocedor de la cocina de este país de los Pirineos. Formado con los mejores cocineros, Simó ha diseñado sus propios platos, incorporando trucos y detalles que solo la paz del valle de Incles es capaz de inspirar en una tarea en la que le acompaña Guille Aliberti. Los ingredientes Km 0 son parte del secreto. El cordero, por ejemplo, que pasta en este valle durante el verano, o las setas y la trufa que acompañan mucho platos.

PHOTO-2021-02-08-13-09-51-14. A la luz de la luna

Foto: L'Ovella Negra

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Veladas únicas

El restaurante abre de jueves a domingo y se ha convertido en un punto de encuentro para amigos y familias que aprovechan la reserva de mesa para hacer una excursión por el valle. Las noches de luna llena es habitual ver llegar a grupos por el camino de l’Obac, que discurre junto al río. Algunos van a pie, otros en bicicleta y en invierno, con esquís o con raquetas de nieve.

 

Frente a la borda los espera una hoguera encendida para calentarse antes de entrar, descalzarse los esquís o detenerse un momento a contemplar el valle bajo la luz de la luna blanca y redonda. Una vez adentro, los músculos se relajan y las voces se animan a compartir confidencias, historias, risas. El regreso será otra aventura, aunque siempre se puede pedir al equipo del hotel un viaje en jeep, en máquina pisanieves o en motonieve.

 

La Ovella Negra recupera el silencio y sus huéspedes se convierten en el único público del espectáculo del cielo estrellado y las sombras grises de las montañas.