A poca distancia del pueblo de Soldeu, el Vall d’Incles, es uno de los rincones que mejor preservan el aspecto tradicional de Andorra, con sus pastos soleados cubiertos de nieve en invierno. El río que recorre este alargado valle juega a trazar curvas y formar islas –posible origen de la palabra incles– mientras la nieve brilla en el bosquecillo y los prados que se extienden más allá de sus orillas.