Un hotel con (mucha) historia
Nadie duda hoy de que La Mamounia se ha ganado a golpe de estilo y buen hacer hotelero la fama de la que goza. Inaugurado en los locos años 20 a la par que el urbanista Henri Prost estaba diseñando Hivernage (una de las zonas más refinadas de Marrakech), la apertura de La Mamounia no hizo sino elevar la esencia de Marrakech en particular y la de la hotelería mundial en general hasta límites insospechados. Casi 100 años después, la gran dama de Marrakech, ahí sigue, siendo uno de los hoteles más deseados del mundo. Y mucho ha llovido desde entonces hasta hoy, y muchas son, también, las numerosas personalidades con apellido ilustre (Mandela, Chaplin, Cruise, Saint Laurent, Reagan…) que han circulado por esta antigua casa de la realeza que mantiene intacto su espíritu. Resulta impresionante comprobar cómo La Mamounia ha encontrado las sinergias necesarias para aunar pasado, presente y futuro en un entorno único, delicado y exótico del que todo el mundo habla.

Foto: Pation Salon © La Mamounia
No es para menos. A nivel arquitectónico y decorativo, este palacio es famoso por muchas cosas, pero sobre todo por su deslumbrante combinación de decoración Art Decó y también orientalista, donde se pueden, y se deben, observar los suelos de mosaico, las yeserías talladas o los muebles de cordobán, todo hecho a mano y a medida. Los interiores de La Mamounia son un muestrario de la mejor artesanía marroquí en un lugar donde nada se ha dejado jamás al azar.
Las mil y una noches
La magia comienza tras cruzar las puertas de palacio, en el evocador salón del vestíbulo, donde los huéspedes son conducidos a grandes sofás de terciopelo y agasajados con una dulzona leche de almendras y dátiles. El espectáculo continúa con todo lo que se haya frente al recién llegado, tan perfecto que podría resultar hasta irreal: túnicas moriscas hechas a medida, suntuosos suelos de brillante mármol y una fresca penumbra que contrasta con el permanente sol de Marrakech. Un añadido: desapercibido pero inolvidable, el perfume de La Mamounia, con notas de cuero curtido, naranja amarga y pétalos de rosa, que acaba resultando el souvenir más inolvidable que cualquier viajero puede llevarse a casa. ¿Acaso no es el olfato el sentido con más memoria?

Foto: Nouvelles portes fenetres © La Mamounia
Sus 135 habitaciones y 71 suites están tan ornamentadas como el vestíbulo. Aquí las influencias moriscas se perciben desde el suelo hasta los alicatados del techo, desde el baño, con suntuosas bañeras y duchas, hasta la terraza. En las estancias, los azulejos intrincados tienen un mayor protagonismo que la tecnología en un lugar donde ningún tipo de botón logra desviar la atención del huésped hacia algo que no sea el canto de los pájaros, la llamada a la oración o la vista de postal de la cordillera del Atlas, visible desde casi cualquier punto del hotel.
En el exterior, los exuberantes jardines ofrecen un bienvenido respiro del caos exterior. Y la alternativa sublime es la que espera en el spa del hotel, con azulejos Zellige, salpicaduras de azul Majorelle y, muy posiblemente, la piscina más seductora y fotogénica del mundo. En un lugar donde el espacio es el lujo, también hay un pequeño spa dentro del spa, con su propio hammam y salas de tratamiento.

Foto: La Mamounia Out door pool © La Mamounia
El Olimpo de la hotelería mundial de lujo
Tras la última reforma acometida en 2019, la “nueva” Mamounia viene marcada sobre todo por sus zonas de restauración, estrenando concepto y propuesta gastronómica. El Salón de té by Pierre Hermé, junto a la Galería Mamounia, se ha convertido en el espacio donde se sirven los desayunos y deliciosos aperitivos dulces y salados durante todo el día creados por el prestigioso chef pastelero, que no es de extrañar que haya reforzado su colaboración con el hotel. Pierre Hermé se encarga ahora, también, de la dirección artística del Bar Italiano.
Pero Hermé no está solo en este reto, La Mamounia se ha asociado también con el famoso chef Jean-Georges Vongerichten, cuyo talento se extiende más allá de la cocina. Por eso es él quien está al mando del nuevo restaurante asiático de La Mamounia, así como del restaurante Italiano, convertido en una elegante trattoria que sirve las mejores pizzas de Marrakech.

Foto: L'Italien par Jean-Georges © La Mamounia
El famoso Bar Churchill, donde habitualmente se celebran las fiestas, y qué fiestas, se ha transformado en un lugar muy íntimo, para unas 20 personas, que ahora pueden degustar el caviar maison, elaborado para el hotel por una de las fábricas de caviar más antiguas de París: Kaviari. Y en el emblemático restaurante Marroquí, su azotea se ha convertido en un elegante y contemporáneo lounge con DJ residente.
La Mamounia suma y sigue hasta para añadir la penúltima proeza arquitectónica que ha supuesto crear L’Oenothèque, un espacio inédito bajo tierra con un ambiente acogedor en el que 2.000 botellas de vinos excepcionales sirven de decoración, un lugar totalmente intimista donde disfrutar de una experiencia gastronómica y enológica muy exclusiva y fuera de lo común, como todo en La Mamounia.