Foto: La Mamounia
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Un hotel-estado
Para comprender la relevancia de este establecimiento hay que remontarse 97 años, fecha en la que La Mamounia abrió sus puertas. Por aquel entonces, la metrópolis marroquí era el epicentro cultural del protectorado francés, una época en la que los primeros turistas llegaban a lo que por entonces era lo más parecido a un destino exótico. El primer contacto con África, o al menos, con el Magreb, resultaba tan atractivo para los viajeros de postín europeos que el turismo más exclusivo se desarrolló con éxito y con celeridad. Y el mascarón de proa de todo ello fue este complejo, un establecimiento nacido de los restos del palacio de recreo que en el siglo xviii el sultán alauita Mohammed Ben Abdellah regaló a su hijo, el príncipe Mamoun, quien siglos después inspiraría su nombre. Tras la independencia del país en 1956, el hotel pasó a manos del estado marroquí, convirtiéndose en la referencia de los resorts que, durante la segunda mitad del siglo xx, se inspiraron en este referente, pero sin llegar a hacerle sombra. Desde 2018, el capital del establecimiento ha pasado a manos privadas, pero la esencia y la gestión del mismo no ha cambiado.