Cuestionario en modo avión

María León: “Japón fue increíble, como llegar a otro planeta”

La actriz protagoniza la miniserie “El hijo zurdo”, un thriller emocional ya disponible en Movistar Plus+.

La curiosidad de niña y la energía innata que gasta, entre otras cualidades, la han convertido en actriz y en viajera. María León (Sevilla, 1984) se atreve con todo, profesionalmente, y lo ha visto todo, geográficamente. Ha surcado personajes y mundo. Desde que La voz dormida nos la descubriera en pantalla grande y un Goya avalara su talento temprano, no ha parado de estrenar trabajos en cine y televisión. Su último reto, enorme, ha sido dar vida a una madre y mujer, un tanto inerte, que arrastra la vida y se ve obligada a despertar por el puro amor a un hijo que se aleja y se pierde, que, como ella, es zurdo. La miniserie El hijo zurdo, un thriller emocional creado y dirigido por Rafael Cobos, ya está disponible en Movistar Plus+. Llega con el Premio a Mejor serie Corta en el reciente festival de Canneseries.

Como viajera, María León ha tirado millas por trabajo: hasta Japón, Bolivia o México, en la lejanía, y hasta Extremadura o Bilbao, en lo cercano. De todos ellos, apasionada y disfrutona, guarda inolvidables recuerdos. También de los destinos que ella eligió: atravesar el Atlas de Marruecos, recorrer el sur de Portugal en una caravana o dejarse embrujar por Granada. “¡Es que hay tantos sitios!”, le cuesta decidirse a la viajera. Porque tiene el corazón enredado en mil lugares, esos que la ayudan a definirse como persona.

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Foto: Mauri | María León responde el Cuestionario Modo Avión de Viajes National Geographic

¿Conocías la novela de Rosario Izquierdo en la que se basa la serie? 

La conocía, pero no quise leerla. Así lo decidimos Rafa Cobos y yo, porque la serie es una adaptación con un color y una tonalidad completamente diferentes y queríamos descubrir a Lola [su personaje], que esa lectura no condicionara. En el libro, ella tiene otro desarrollo y el punto de partida es otro, la descubrimos en el momento de efervescencia antes de llegar a esa anulación, esa muerte en vida y esa falta de alma con la que empieza la serie.

Construir a esa mujer en profunda crisis vital por su matrimonio roto y por la deriva de su hijo hacia un grupo neonazi no debe de haber sido un trabajo fácil…

He disfrutado muchísimo poniéndome en la piel de Lola al tener un ritmo tan diferente al mío, al ser tan extrema. Acompañarla en una situación en la que ponemos todo un círculo familiar, en la que vemos la relación en esa casa, no solo con su marido y sus hijos, sino también con su madre... Había una cosa muy densa y muy dolorosa a la hora de acompañarla y es de las cosas que más agradezco como actriz y de los retos más importantes a los que me he enfrentado, porque había una mochila ya lo suficientemente grande como para estar completamente anulada. Ir descubriendo, poco a poco, ese adormecimiento, ese dolor con ella ha sido para mí un viaje importante, súper interesante. He tenido que escucharla en su silencio, algo que me ha llevado a descubrir muchas cosas íntimas, no solo de Lola, sino también mías. 

Japón
Foto: iStock | Japón es uno de los lugares que María León ha podido descubrir mientras trabajaba.

‘El hijo zurdo’ es, sobre todo, la vuelta de una madre a un hijo del que se alejó…

Sí, y una vuelta también a sí misma, porque el hijo le enseña un espejo y le dice: “mamá, yo también soy como tú”. Ella también está llamando la atención, de alguna manera, con esa depresión, con esa anulación… Pero hay un aprendizaje que es brutal. No por el hecho de ser madre, una tiene que dejar de ser mujer y ella se da cuenta, por querer ser madre, por querer ocuparse de este niño, de que antes de ocuparse de él se tiene que ocupar de ella misma y tomar las riendas de todo por un miedo atroz y un dolor tremendo al ver cómo su hijo se va. Ese instinto animal es lo que a ella le hace despertar. Lo más duro para Lola es tener que reconocer quién es ella para poder caminar y poder estar en el hospital acompañando a su hijo, para poder terminar diciéndole “léete mi novela, no hay prisa, tenemos todo el tiempo del mundo”. Esa oportunidad se la da precisamente por querer salvar a su hijo, porque, cuando se da cuenta en el primer capítulo, en la comisaría, de que no tiene ni idea de quién es, se da cuenta también de que no tiene ni idea de dónde está ella. 

El estigma de ser zurdo pesa en la serie. Lola lo es. Su hijo Lorenzo, también. ¿Qué significado cobra este hecho?

El ser diferente, el cómo te puede llegar a señalar el nacer diferente en un lugar donde tú tienes una identidad, donde naces en un círculo con una serie de herramientas y con una familia que realmente tú no decides, porque naces en ella. Y cómo el ser diferente asusta y puede llegar a limitarte o a colocarte en un lugar por las etiquetas. Esa falta de empatía con el que no es diestro, con el que anda con otro pie… Creo que ahí hay una cosa muy bonita que Rafa proyecta y que pone encima de la mesa: cómo, de alguna manera, a todos nos quieren meter en un lugar por el miedo del otro, cómo quieren tapar nuestra propia luz. Y cómo es importante defender quién es uno. ¿Qué es ser diferente? Lo normal es simplemente lo más asiduo. El poner etiquetas y colocar a la gente en lugares concretos que la limitan es un error que, socialmente, cometemos la mayoría de las veces por miedo.

Siempre que vuelvo a Sevilla hay un cambio y me gusta reconocerme en ella

‘El hijo zurdo’ se ha rodado íntegramente en Sevilla. ¿Qué tal sienta trabajar en la ciudad natal de una?

¡Es un regalo! Estar en el lugar donde una ha nacido, donde tiene toda la referencia, a la familia y la mejor comida del mundo. Me fui de Sevilla hace 17 años y, cada vez que vuelvo, es una gran oportunidad para llenarme de calor y de amor, porque es mi sitio y me identifico con todo. Con la comida, con los lugares, con ese barrio de Santa Cruz, con los Jardines de Murillo… Para mí es una nostalgia, porque es recordar de dónde viene una y también dónde una está. Siempre que vuelvo a Sevilla hay un cambio y me gusta reconocerme en ella. ¡Es que es tan bonita y tiene una temperatura tan buena! Sobre todo, tengo a mi gente cerca, que para mí es muy importante, echo mucho de menos a mi madre.

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Foto: shutterstock | La actriz destaca la luz de Extremadura

Cuando una viaja por trabajo, ¿las ganas de hacerlo por placer se diluyen?

Un poco, sí, sobre todo, porque necesitas el hogar. En mi casa tengo creada una atmósfera con un lugar de juego, de recogimiento, es como mi templo. Necesitamos recuperarnos y recargar energías. Cuando tienes un poco de tiempo libre, toca descansar, dormir en tu cama, encontrar un poco la tierra, porque por suerte con el trabajo nos tenemos que ir adaptando a vidas nuevas y se viaja mucho, y con el teatro aún más. Es un gustazo, porque conoces lugares increíbles, pero echas mucho de menos el hogar.

¿Qué lugar increíble has descubierto trabajando?

¡Muchos sitios! Conocí Japón, nunca hubiera ido con esa misma facilidad. Fue un viaje increíble, como llegar a otro planeta, y estuvimos nueve días todo un equipo de rodaje con Los Japón. Tuve la suerte de poder estar en mitad de Japón con medio cuerpo fuera de un coche, junto a Dani Rovira, saludando como si fuésemos los Kennedy. No sabían quiénes éramos, pero ellos son tan felices y tienen una energía tan grande que nos saludaban y adoraban.

“Extremadura tiene una belleza y una luz que no te las crees”

¿Y en España?

Pues uno de los lugares que yo siempre destaco y al que nadie da el valor que se merece es Extremadura. ¡Yo he alucinado! Con Cuerpo de élite estuvimos mucho tiempo rodando allí y todo es increíble: la comida, los atardeceres, los lagos… Una belleza y una luz que no te las crees. Y yo no sé por qué, será esta cosa que pasa también con los personajes, le ponemos una etiqueta y ya se queda con una imagen.

Playa Zipolite atardecer
Foto: iStock | María León recorrió México a lo mochilera.

¿Tienes un mejor viaje de tu vida?

Creo que uno de los mejores fue haciendo teatro a Bolivia. Estuvimos en La Paz y para mí fue un viaje bastante satisfactorio y de muchísimo aprendizaje, porque pude viajar a la isla de la Luna, la isla del Sol, ver a los indígenas, estar en mitad de la selva… Pero también te digo México, donde tuve la suerte de estar rodando La Casa de las Flores. Me vine después a España una semana y me volví otro mes de vacaciones para cruzármelo. Fue una aventura y soy consciente que era peligroso, pero me eché una mochila a la espalda, un buen amigo mexicano y una buena compañera española y nos lo recorrimos. En Puerto Escondido me sentí como en casa. En la playa de Zipolite, la única playa nudista que hay en México… Allí cumplí mis 35 años, fue un sueño y muy potente, porque México tiene también la energía fuerte. ¡Es fuego! Andalucía y México tienen un mismo latir. Y ya por último… ¡Granada! Yo creo es una de las ciudades más de ensueño en las que he podido estar. Estas Navidades pasé unos días en casa de un amigo y maravilloso artista, Antonio Panizza, y alucinaba. La magia que, el romanticismo, el flamenco, la comida, lo joven que está la ciudad y el movimiento que tiene. Al ser una ciudad de estudiantes, se nota mucho la energía. Granada para mí es como una estratosfera. Cuando voy es como si me metiera en un globo de bienestar. 

Andalucía y México tienen un mismo latir.

¿Cuál es tu destino más deseado de cuantos tienes pendientes?

Madagascar, siempre digo que allí sería un animalillo más. ¡Lo tengo un poco idealizado!

Coordenadas viajeras

María León

  1. ¿Adónde vamos al norte?

    A San Sebastián a comer pinchos y a ver esa playa de la Concha y el Monte Igueldo. Tengo una conexión muy grande con la ciudad y también he tenido la suerte de disfrutarla mucho por Allí abajo, porque en esos cinco años, anualmente, nos hacíamos tres meses en San Sebastián y yo era la mujer más feliz del mundo.

  2. ¿Un destino mirando al sur?

    Marruecos, además, yo siento que soy un poquito bereber, tengo esa intuición. Me hice un viaje por Marruecos en el que me crucé el Atlas y me fui al sur. Recuerdo llegar al desierto y pensar: “si es que yo he tenido que ser un león de verdad”. A mí no me importa estar a pleno sol, sin sombra, tapada con esos pañuelos… Y todo el mundo era impresionantemente guapo y amable, y luego había mucha pobreza, sí, pero una limpieza… Es uno de los sitios donde he sentido muchísimo placer.

  3. Toca el este…

    Cadaqués. Hice una película con Belén Macías, Marsella, que era una road-movie e íbamos hacia Marsella supuestamente desde España. Pasamos por Cadaqués, donde tuvimos unos días de descanso que fueron mágicos. Me pareció una maravilla.

  4. ¿Y al oeste?

    Portugal norte es prácticamente Galicia, hay una nostalgia, un romanticismo, una cosa gallega que a mí me encanta. Disfruté mucho por la calidez, por sentirme identificada con lo mío, y fíjate que estamos hablando de que yo soy de Sevilla, por la comida tan rica y porque para mí era como Galicia. Me costaba mucho diferenciarlo. El sur también es una delicia. Recuerdo estar en una playa con mi hermana Inma Cuesta, las dos solas, con una caravana, viendo como amanecía y durmiendo, y nos creíamos que estábamos en Supervivientes.

¿Un plato que tengas grabado a fuego en el paladar?

¡Unas anchoas que me comí en Bilbao! Recuerdo que estábamos rodando Cuerpo de élite y los dos días que estuvimos parados allí me fui al restaurante a repetir.

¿Un souvenir que guardes con cariño?

Tengo una cosa que me regaló el foto fija de la película La lista de los deseos: una cajita de madera que, si la abres, te sale una serpiente y te pica la mano. Es de Marruecos, porque en esa película viajamos a Asilah. Al dármela, me dijo: “no pierdas nunca ese alma de niña que tienes”. Me hizo mucha ilusión.

Última pregunta, y no menos importante: ¿Por qué viajas?

Viajo para alimentarme, yo lo comparo con mi profesión. Creo que la cultura es algo necesario para alimentar a una sociedad, para que podamos soñar, compararnos, identificarnos, incluso también decidir lo que no somos. Y creo que el hecho de viajar y conocer otras ciudades y culturas sirve para eso, para sentirte identificada con cada una de ellas o no. Eso hace que, de alguna manera, te puedas definir a ti mismo con muchos más colores que con uno solo.