'keep calm and read a book'

Mas Palou: el alojamiento rural para letraheridos

El emprendimiento rural con club de lectura y cata de vinos de Cataluña que planta cara al turismo insostenible.

En pleno Alt Penedès –una comarca vinícola perteneciente al sello D.O Penedès a poco más de 45 minutos de Barcelona–, una masía del siglo XIV acoge con el reflejo único que el paisaje adquiere en estas tierras a cada paso de estación. El otoño en Mas Palou es íntimo y estable como su luz. Tonalidades ocres, marrones y amarillentas dan la bienvenida sobre un manto de hojas en el jardín principal a medida que las 70 hectáreas de viñedos avanzan en su proceso de poda.

Éste proceso sucede una vez las hojas de las cepas ya han caído al suelo y han devuelto sus nutrientes a las raíces, abandonando la planta copiosa propia de la primavera y el verano. Variedades nativas como el xarel·lo, el macabeo, el parellada y el muscat acompañan en los diversos caminos que la finca ofrece, junto al merlot, el chardonnay y el cabernet sauvignon que, al ser más tardío, aún presenta una cepa verdosa. Circuitos tranquilos con vistas al Pla del Penedès, la montaña Montserrat o el Ordal, municipio envuelto por las montañas que llevan el mismo nombre, completan esta casa cuyas uvas son ofrecidas a las bodegas de la comarca para producir vino y cava. 

 

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Mas Palou 4 Diana Delgado

Foto: Diana Delgado

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Una historia con origen en el S. XIV

El primer registro de la finca –cuyo nombre original es Can Cerdà de Palou, el apellido familiar que fue heredando las tierras de generación en generación– es de 1378, año en el que dos fuegos ya se encendían en el lugar representando dos núcleos familiares. Otra fecha destacada viene marcada por la capilla familiar de San Jaime (Santiago), de 1623, reconstruida tras ser quemada durante la Guerra Civil. Considerada Bien Cultural de Interés Local, cuenta con una sola nave, una cubierta a dos aguas, un campanario de espadaña y un vitral que recuerda la antigua pintura con la imagen de Santiago que unos peregrinos elaboraron sobre una sábana en su camino a Santiago. 

Asimismo, se mantienen las bodegas del año 1872 y 1878, estando una de ellas dedicada a la organización de eventos. La masía, heredada en 1995 por Santi Vallès Cerdà, después que su bisabuelo y abuelo se hubieran exiliado a Francia y al País Vasco durante la Guerra Civil, también mantiene la palabra Palou. Se cree que con este nombre se identificaban algunos hogares catalanes que ofrecían comida a los peregrinos (siendo “pa” la palabra usada para “pan” en catalán y “ou” la traducción de “huevo”). Esta antigua función, que quedó representada sobre piedra en la parte superior del muro de entrada, con un círculo que integra el símbolo de un pan, una L y un huevo (“Palou”), fue tomada por la familia Vallès para crear el logo identificativo de su emprendimiento de turismo rural. La familia, además, añadió el 1623, la fecha de construcción de la capilla, dentro del círculo del pan. 

 
Familia Vallès Mason Noteboom

Foto: Mason Noteboom

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La família que emprende unida...

Actualmente, la casa, orientada hacia el sur, funciona en cuatro direcciones, cada una representada por un miembro de la familia. Santi (60), el heredero, moldea la tierra para asegurarse que los resultados de cada cepa sean exitosos, siendo el xarel·lo su variedad predilecta. Para él, que cuenta los años por cosechas y sufre con la tierra, “no hay que bajar la guardia hasta el último día de vendimia”. En la viña ha aprendido que el tiempo pasa rápido y que todo lo que parece un mal año puede terminar no siéndolo. 

Adelina Beneit (60), su esposa, prepara los desayunos de los clientes en antiguas cajas de uva, además de platos tradicionales catalanes como el conejo a la vinagreta, el fricandó, los fideos a la cazuela o las chuletas de cerdo al horno. También se especializa en restaurar objetos antiguos que componen el diseño del hospedaje: cestas que, al darles la vuelta, son convertidas en lámparas; restos de mosaico hidráulico que sirven de base para lámparas; o palas de madera colgadas en las escaleras que llevan a las habitaciones. Adelina, que es metódica y ordenada, disfruta especialmente del paisaje invernal en el que los troncos se muestran pelados y que “aunque es un paisaje duro, desprende mucho arraigo”.  

Maria Vallès Beneit (32), la hija mayor que se ocupa de gestionar los servicios turísticos de la finca junto a su variedad de eventos, regresó a sus orígenes después de siete años de vida en Estados Unidos, India y China, donde aprendió a “redescubrir estéticas y ser más consciente de lo que me gustaba mirar”. En Mas Palou ve la belleza en los detalles, en la hiedra creciente, la luz del amanecer filtrada en la cocina o la gota que la cepa desprende al inicio de la primavera, cuando al aumentar las temperaturas la savia empieza a circular hasta el punto de la poda generando el llamado lloro de la vid, un momento de máxima belleza, por su brevedad y sutileza.  

Anna Vallès Beneit (25), la hija menor que es la encargada de l’Avinentesa, el nombre que la casa da a su club de lectura mensual, encuentra en Mas Palou la calma necesaria para maridar vino y lectura. 

 
Bodega y Jardín Emma Espejo

Foto: Emma Espejo

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La esencia de una casa

Mas Palou empezó a funcionar como alojamiento rural en 1996, siendo una propuesta pionera en la región. Al encontrarse con las casas de los caseros vacías y la necesidad de autofinanciar el mantenimiento del patrimonio heredado, Santi y Adelina remodelaron Cal Joaquim –el nombre que da homenaje al último casero que vivió en ella– para ofrecerla a visitantes. Maria y Anna aprendieron a compartir sus juguetes, la sombra de la piscina y la sensación de que su casa era la casa de todos. Adelina y Santi, por su lado, se dedicaron a mantener la esencia de los espacios a través de su estética original. Techos altos, vigas de madera, portalones o un abrevadero del antiguo establo convertido en pica de baño son elementos que con su simplicidad dotan de magia la historia de este lugar. Más adelante se remodeló Cal Lluís –que mantuvo el nombre del otro casero–, y dos espacios de la casa principal, Casa Sant Jaume, así como se impulsó la oferta gastronómica y cultural de la finca. 

La masía cuenta con dos piscinas para los huéspedes, un antiguo almacén rediseñado como porche con ventanas abiertas hacia los viñedos, una sala para reuniones que en la actualidad está dedicada al teletrabajo, así como un amplio jardín en el que se realizan celebraciones de todo tipo. En él se descubren antiguos instrumentos de campo como el arado o el trillo, además de un banco adosado a un árbol bajo el cual la familia logró enterrar sus joyas durante la Guerra Civil. 

Los cuatro miembros de la familia Vallès encuentran en Mas Palou la alternativa a un turismo insostenible, en la que el visitante puede experimentar otra manera de vivir. “Esta forma de vida solo la puede enseñar y explicar quien la vive, es decir, nosotros”, enfatiza Adelina, que a la hora de repensar los objetivos de Mas Palou se inspiró en viajes realizados en la Toscana y regiones de la Península como el Matarraña o el Sagàs.

Mas Palou 7 Adrian Morris

Foto: Adrian Morris

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Entre copas y letras

La guinda del pastel es el club de lectura mensual nacido a raíz del repunte que los libros han tenido durante el confinamiento. Anna, que trabaja en una editorial, pensó en aprovechar el exceso de vino que las bodegas han sufrido este año –por falta de ventas a restaurantes y hoteles– para maridar la lectura con un vino que encajara por concepto y sabor. “Queríamos que la gente entendiera que se puede beber vino cada día, también cava, que cualquier excusa es buena para descorchar una botella y celebrar la vida”, cuenta. 

La familia dedicó un almuerzo a elegir el nombre del proyecto, en el que aparecieron palabras cuyo sonido apuntaban a una atmósfera de consenso, como “l’entesa” (“el entendimiento” en catalán). La derivación de ésta hasta el título final del proyecto, “L’avinentesa” (“la ocasión” en catalán), surgió de incorporar el monosílabo “vi” (“vino”). 

Una vez al mes, los participantes –de perfil transversal– eligen una lectura por votación. “Nunca es el libro que hubiéramos deseado leer pero, aún así, siempre sacamos algo nutritivo de él ya que cada persona lo lee de manera distinta, generando debates que llegan a ser políticos y vitales”, explica Anna. 

L’Avinentesa sigue su curso entre semana y fin de semana para adaptarse a los confinamientos perimetrales, siendo una propuesta que casa muy bien con las estadías de teletrabajo que Mas Palou ofrece a una distancia relativamente cercana de la ciudad. Para la última edición, desarrollada en la sala familiar y junto a la chimenea, la lectura votada fue El adversario, de Emmanuel Carrère, en el que Jean-Claude Romand, un falso médico de la OMS, asesina a su esposa, hijos y padres a punto de desvelarse su vida de mentira. El vino elegido para comentarla fue un Sasserra, una malvasía de la bodega Sitges de Vega de Ribes que ha recuperado esta variedad ancestralmente conocida como vino de postre dulce para convertirla en un vino blanco. Anna eligió este maridaje porque tanto el libro como el vino le dejaron una experiencia que no esperaba. “En lugar de leer un informe sobre un asesinato descubrí una novela con abordaje humano y en lugar de probar un vino dulce descubrí una malvasía seca. A mi parecer, ambos productos inauguran algo en su género, la novela de hechos reales y una nueva malvasía”. 

 

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