
INICIOS GRISES
La muestra «Henri Matisse. El color de las ideas» propone un viaje cronológico por la trayectoria de casi sesenta años que tuvo este pintor nacido en 1869 en Le Cateau-Cambrésis y fallecido en Niza en 1954, tras una larga enfermedad. La infancia del genial pintor fue muy poco inspiradora. Para corroborarlo, él mismo afirmaba: «En mi pueblo, si había un árbol en el camino lo arrancaban, porque arrojaba sombra a cuatro plantas de remolacha». Comentaba también haber recibido más de una paliza cuando su padre le sorprendía pintando «tonterías». Tras esos inicios grises, la constante en la posterior trayectoria del artista siempre fue la renovación estética y, por supuesto, la magia del color.

«Autoretrato», 1900. Henri Matisse. Exposición en el Museo de Bellas Artes de Budapest (Hungría).
EL GENIO DEL COLOR
Tras una primera etapa definida por la búsqueda de su propia voz artística y marcada por obras como Mujer leyendo (1895) y Pont Saint-Michel (1900), el francés desplegó una pintura de espectacular colorido, muy llamativo para su época, y que fue la principal innovación de su época fauvista.
Matisse, considerado una de las figuras artísticas fundamentales en la historia del arte moderno del siglo XX, brilló por su expresividad y colorido, aspectos que influyeron en muchos artistas posteriores de vanguardia, como el mismísimo Andy Warhol quien afirmaba haberse inspirado en él. Para los coleccionistas y marchantes de arte Gertrude y Leo Stein, muy influyentes en la época del pintor, «si Picasso es el Sur, Henri Matisse es, definitivamente, el Norte».

«Interior en amarillo y azul» (1946), Henri Matisse. Exposición en el Museo de Bellas Artes de Budapest.
SE BUSCA UN ESTILO
Los bodegones y naturalezas muertas impregnaron las primeras incursiones en el arte de Matisse. Junto a la ligereza y simpleza de formas, entonces ya manifestaba una armonías de colores y luminosidad. Los visitantes de las primeras salas de la exposición de Budapest pueden hacerse una idea de esta cuestiones relacionadas con el espacio y el plano, el interior y las figuras, el color y la línea.

«Mujer argelina» (1909), Henri Matisse. Exposición en el Museo de Bellas Artes de Budapest.
Y LLEGARON LAS MUJERES
Esta temática está muy presenta en la muestra con diversos retratos femeninos, como Mujer argelina, pintado en 1909. Por otro lado, durante la Primera Guerra Mundial, los trabajos de Matisse, llenos de luz y con una paleta vívida, fueron reemplazados por composiciones de tonos más oscuros, con figuras de aspecto triste y melancólico, con un carácter geométrico y, a veces, al borde de la abstracción.

«Violinista en la ventana» (1918), Henri Matisse. Exposición Museo de Bellas Artes de Budapest.
LAS VENTANAS DE MATISSE
La exposición también arroja luz sobre el método de trabajo de Matisse de revisar y reinventar temas a través de variaciones de motivos, incluidas sus frecuentes ventanas que marcan simultáneamente el límite entre el espacio interior y exterior, junto a objetos en su estudio, retratos y figuras femeninas. En el periodo de la Primera Guerra Mundial, el motivo principal de este período fue precisamente la ventana, que utilizaba para crear un pasaje entre las diversas capas del espacio. Una de las representaciones de ventanas más enigmáticas de Matisse es Puerta de vidrio en Collioure (1914) y Violinista frente a la ventana, que pueden ver en la exposición.

«Odalisca» (1921), Henri Matisse. Exposición Museo de Bellas Artes de Budapest.
ETAPA ORIENTAL
En 1918 Matisse se instaló en Niza, donde realizó una sucesión de cuadros caracterizados por la intimidad, con modelos femeninos en interiores impregnados de luz. La modelo más asidua de aquel período, que el artista definió como «agradable», fue Henriette Darricarrére, que aparece con el torso desnudo en el cuadro titulado Odalisca con calzones rojos (1921). Esta fue la primera pieza de una serie de pinturas en las que Matisse representó a odaliscas, es decir, esclavas sexuales de los harenes, seductoras y vestidas con ropajes orientales. En estas composiciones el artista no se preocupó tanto por la temática orientalizante, sino más por crear una unidad decorativa entre las figuras humana y los interiores.

Izquierda, «Cabeza en blanco y rosa» (1914); derecha, «Desnudo rosa sentado» (1935-36). Henri Matisse. Exposición del Museo de Bellas Artes de Budapest.
BELLEZA GEOMÉTRICA
La visión pictórica de Matisse se reinventó en la década de 1930, cuando se inicia otro período experimental durante el cual los desnudos femeninos se reducen a formas de simplicidad geométrica y líneas difusas, a veces incluso superpuestas. Un gran signo de modernidad para su época. Las marcas de volver a pintar y raspar la pintura son perceptibles y frecuentes, por ejemplo, en la superficie de Desnudo rosa sentado (1935–1936), uno de los cuadros de ese periodo exhibido en la exposición de Budapest. Otra sección paralela de la exposición está dedicada a los retratos de Henriette.

«Naturaleza muerta sobre mesa de mármol verde» (1941). Henri Matisse. Exposición en el Museo de Bellas Artes de Budapest.
ETAPA FINAL
Entre 1946 y 1948, Matisse creó sus Vence interiores, una serie pictórica realizada en esta localidad de los Alpes Marítimos en la que se retiró. Los ejemplos presentes en la exposición de Budapest plasman colores homogéneos y contornos más enfáticos. Después, Matisse se dedicó casi exclusivamente a las creaciones con recortes de papel gouache, que se muestran en la sección de concluye la exposición. Mediante el desarrollo de esta técnica, Matisse pudo experimentar sobre la armonía entre el color y las líneas en un nuevo contexto. Revisó esta cuestión a escala monumental en la obra cardinal de su último período, Chapelle du Rosaire de Vence. La segunda versión de los diseños que realizó para las vidrieras de esta capilla, bajo el título de Vidrieras en azul pálido (1948–1949), son una de las piezas centrales de la sala que cierra la exposición.
Por ��ltimo, la riquísima obra escultórica de Matisse se presenta en Budapest en paralelo con sus pinturas, mientras otra sección separada exhibe la serie Espalda desnuda (1909-1930), consideradas una de las obras maestras universales de escultura del siglo XX. La exposición muestra también obra gráfica original de Matisse, así como su libro de artista, titulado Jazz (1947), que diseñó con recortes de papel gouache y publicó con textos que él mismo escribió, para demostrar la diversidad de medios artísticos que dominaba.

UN PALACIO PARA EL ARTE
En el entorno de la emblemática Plaza de los Héroes de Budapest se levanta el magnifico palacio que desde 1906 es la sede del Museo de Bellas Artes de la capital de Hungría. Su fondo artístico es la suma de varias instituciones antiguas que estaban repartidas en otros lugares, por ejemplo, en el Castillo de Buda, así como de donaciones de coleccionistas privados. Su colección permanente se divide en seis departamentos: arte egipcio, clásico, escultura antigua, galería de pintura, colección moderna y obra gráfica. Pero junto a ellas y las exhibiciones temporales que se organizan, la visita al propio edificio merece también una detenida visita para admirar, especialmente, la Sala del Románico, la joya del edificio.
La exposición de la semana
«Henri Matisse. El color de las ideas»
¿Dónde?
Museo de Bellas Artes de Budapest
Dózsa György, 41
1146 Budapest (Hungría)
Fechas y horario.
La muestra inaugurada el 30 de junio podrá verse hasta el 16 de octubre de 2022. El museo abre de martes a domingo, de 10 h a 18 h. Lunes cerrado.
Precio
Entrada general: 8 euros. Entrada reducida de 5 euros, de 6 a 26 años y de 62 a 70. Restom gratuito.