CUESTIONARIO EN MODO AVIÓN

Máximo Huerta: "Viajo para escapar, para sentirme nuevo"

El escritor y periodista ha regresado con la novela 'Adiós, pequeño', un relato intimista que reconstruye su propia infancia.

Ante una nueva invasión, se ha dejado conquistar. Para introducirse, una vez más, en esa máquina perfecta para los viajes en el tiempo que es la novela; lo dice él mismo. En esta ocasión, la más íntima, personal y valiente de todas, porque va de su vida: Adiós, pequeño (Planeta). Un viaje físico (a Buñol), temporal (a su infancia) y emocional (a sus padres, a la familia) que poco tiene que envidiar a esos otros que hace de páginas para afuera. A la costa italiana del Adriático, quizá el mejor y más emblemático de su vida. O, ya en “casa”, a los pueblos dels Ports de Castellón, a Moraira y las calas de Javea o a las bodegas del cava de Requena. En el escritor y periodista Máximo Huerta (Utiel, 1971) queda mucho de su Comunidad Valenciana. Si bien sus sueños viajeros apuntan ahora hacia lugares más lejanos, como Buenos Aires y la Patagonia. “Todos somos diferentes en otros escenarios”, dice. Y a él le gusta descubrirse en todas sus posibilidades.
Máximo Huerta adióspequeño

Foto: Greg A. Sebastian

Tu libro más importante se ha llevado el Premio de Novela Fernando Lara 2022. ¿La alegría es doble?

El premio Fernando Lara me ha permitido reconectar con mi faceta de escritor que tanto me satisface, recupero con fuerza las sensaciones de creador, de contador de historias. Es un reconocimiento a la parte de mí que más me gusta.

Todas las novelas nacen de la necesidad de contar. En el caso de “Adiós, pequeño”, ¿qué la originó? Tú mismo has dicho que fue inesperada…

Me gusta ser invadido por las historias. No ha hecho falta buscar lejos, estaba cerca. Es un libro que fue haciéndose solo, que no me di cuenta de que lo estaba escribiendo. No me lo esperaba. Decía Proust que hay libros que están dentro de uno, el escritor no debe escribirlos, sino traducirlos porque ya están dentro de uno mismo.

El título habla de una despedida. La de un adulto, tú mismo, que desea decir adiós al niño que ha crecido a la sombra de la infelicidad de una madre. Y también la de ese hijo, ya adulto, que trata de amortiguar el dolor por la pérdida de una madre que se muere. ¿Este libro, además de un ejercicio puro de narrativa, es también una terapia?

La terapia es leer, y espero que esta novela sea un espejo donde los lectores encuentren a sus padres y abuelos, cómo eran antes de ser matrimonios. Los padres y madres fueron, evidentemente, hombres y mujeres, niños y niñas. Cuesta mirar así a los padres, pero es interesantísimo.

Los libros siempre te llevan de viaje, es la única máquina del tiempo que existe.

En la novela conviven dos viajes: el físico y exterior, al pueblo, a la casa de Buñol; y el interior y emocional, a la infancia, a los fantasmas. Siempre a través de todos esos recuerdos que construyen el relato. ¿La novela es un viaje en sí mismo?

Los libros siempre te llevan de viaje, es la única máquina del tiempo que existe. La mejor. La más perfecta. Poca tecnología: palabras. La memoria es muy novelera. Y es buena compañera de viaje.

La costa italiana del Adriático es el escenario de uno de los viajes inolvidables del autor. Foto: Istock

Siempre desde tu propio universo familiar, “Adiós, pequeño” es también el testimonio de una época: los años setenta. El retrato de una España de pueblo...

He regresado a esa España, a la infancia de mi abuela, nacida en 1913, a la de mi madre, 1937, familias campesinas, de pueblo. He regresado a los mismos caminos para ver la vida de entonces, incluso para imitarla. Vecinos, invierno, lumbre, ocio sin televisión. Este mundo es muy disperso, se necesita algo de la lentitud de entonces.

Por España y fuera de ella has viajado por trabajo y placer. Para contar la experiencia (como cronista de viajes) o para quedártela para ti mismo. Pregunta obligada: ¿por qué viajas?

Viajo para escapar, para sentirme nuevo. Todos somos diferentes en otros escenarios. El secreto está en la intuición y asombro, tan fáciles de niño. La imaginación se entrena cuando viajas.

¿A qué “especie” de viajero perteneces?

Soy cero organizado. Improviso todo el mismo día. Incluso elijo hotel con celeridad y la ruta que recorreré ya en la misma ciudad.

¿Qué tipo de experiencias te conquistan?

Para mí el viaje debe ser relax. Disfrute. Las aventuras pueden pasar en cualquier terraza de una ciudad extraña.

¿Cuál es el viaje más inolvidable que has hecho en tu vida?

La costa italiana del Adriático, de sur a norte, en coche. De pueblo en pueblo.

¿Y ese que siempre tienes pendiente hacer?

Buenos Aires y la Patagonia.

Coordenadas viajeras

Máximo Huerta

  1. ¿Adónde nos llevas si vamos al norte?

    Nos vamos de ruta por los pueblos dels Ports de Castellón. Pequeños, preciosos, de piedra.

  2. ¿Qué destino eliges mirando al sur?

    Moraira es bien bonita. Y las calas de Javea.

  3. ¿Y si vamos al este?

    Saltemos a Menorca, busquemos a un amigo con barco, que nos de la vuelta a la isla.

  4. Toca el oeste…

    Una escapada entre viñas, en las bodegas del maravilloso cava de Requena.

Menorca en velero es el viaje soñado de Máximo Huerta... ¿Y de quién no? Foto: iStock

¿Qué no puede faltar en tu equipaje cuando viajas?

Una libreta para pintar acuarelas.

¿Gastas alguna manía viajera?

Ni manías, ni porsiacasos.

¿El souvenir más preciado de cuantos tienes en casa?

Me gustan las estampas de los santos de las iglesias que visito. Es una rareza, pero habla del lugar.

¿Un plato que tengas grabado a fuego?

Déjame un cóctel, alimento, del Boia Nit de Cadaqués.

Hablemos de futuro: ¿Sueñas con retirarte a algún lugar cuando la vida empiece a ir más despacio?

Cada día. Cada noche.

Y hablemos de pasado: ¿Qué ciudad aglutina los mejores momentos de tu vida?

Madrid, 1999-2015.