Deià universal

De la mayor colección de Miró al Steinwey que inauguró Albéniz: los secretos del mayor emblema hotelero de Mallorca

La Residencia, a Belmond Hotel, vive en un permanente estado de gracia como uno de los hoteles más deseados del mundo. Estos son los motivos.

Es posible que todo lo que se podría desear de un hotel esté aquí. Privacidad, brisa salada y un servicio a la altura de sus huéspedes. La plantilla de La Residencia es en su mayoría local y lleva trabajando en la propiedad largos periodos. Se han convertido, por méritos propios forjados a base de sonrisas y trato cercano, en uno de los valores más seguros de la propiedad. Y se nota. Conocedores del ‘hype’ al que vive sometido este hotel, ellos son parte fundamental de la importancia de La Residencia para el pueblo de Deià en particular y para Mallorca en general. 

 

“Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo”, le dijo Gertrude Stein a Robert Graves durante una entrevista en el año 1929. Mucho debió impáctale a Graves la declaración de la mordaz escritora, puesto que no tardó en mudarse a Mallorca, más específicamente hasta Deià, donde residió durante numerosos años hasta su muerte en 1985. De hecho fue en su casa de Deià, hoy un museo, donde escribió Yo, Claudio. 

 

 

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Foto: Belmond

La fascinación por el mito

Deià fue, hasta los años 90, un crisol de artistas deseosos de experimentar el Mediterráneo en una de sus esencias más puras que aún hoy mantiene ese aire bohemio, elegantón e intelectual. Está ubicado en el corazón de la sierra de Tramuntana, en una abrupta costa plagada de acantilados que ofrecen unas espectaculares vistas del Mediterráneo. Tras Graves, serían muchos los pintores, músicos y escritores quienes también lo elegirían para vivir ya que, en plena conexión con la naturaleza, es un lugar donde disfrutar de experiencias epicúreas y dejarse llevar por la atmósfera creativa y artística local a la que también lleva años contribuyendo otro de sus huéspedes más ilustres, La Residencia, a Belmond Hotel.

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El hotel, que se expande sobre 14 hectáreas, aunque no se nota, está compuesto por distintos edificios: una atalaya del siglo XIV; dos casas señoriales -Son Moragues y Son Canals- que figuran en el registro del siglo XVI, aunque se considera que Son Canals se remonta al siglo XV; así como Son Fony, del siglo XIX, con el anexo Son Fony II, construido en el mismo estilo. 

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Foto: Belmond

En 1984 las dos primeras casas señoriales, junto con 12 hectáreas de olivos, fueron reconvertidas en hotel por el empresario alemán Axel Ball. “Fue el primer alojamiento de este tipo en Mallorca, en el que ninguna habitación se parecía a la otra”, cuenta a Viajes National Geographic Hanna Bornebusch, actual Relaciones Públicas de La Residencia. Y es que todos los interiores y exteriores del hotel están hechos en el estilo tradicional mallorquín, con muebles que son, muchos de ellos, antigüedades procedentes de la isla, de ahí que cada habitación y suite tenga identidad propia.

 

En 1987, Richard Branson adquirió la propiedad, que gestionó bajo su sello Virgin Limited Edition. Ya entonces el hotel se hizo popular entre las celebridades por su ambiente sin pretensiones. Lady Di o Pierce Brosnan fueron algunos de sus huéspedes más ilustres. En 2002 Branson se vio obligado a venderla a otro magnate británico, James B. Sherwood, en una operación de la se ha arrepentido en numerosas ocasiones, pero que acabó saliéndole redonda. Aquí regresa, además, cada verano, nadie sabe si a recargar pilas o relamerse las heridas, pero todos ven a Sir Richard Branson feliz. El penúltimo capítulo de la historia de la residencia fue cuando el mismo B. Sherwood lo incorporó a Belmond –en aquel entonces llamado Orient Express–, líder visionario en el turismo de lujo que en abril de 2019 se unió a LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, reforzando así su lugar entre los líderes internacionales del lujo. 

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Foto: Belmond

El lugar donde habita el descanso

Todo en La Residencia está relacionado con la serenidad y el buen gusto. Y mientras sus interiores son rústicos y una simplicidad minimalista lo invade (casi) todo, el lujo está en lo que no se ve, en lo que se siente. Las habitaciones están repartidas por todo el hotel, las vistas son únicas, las camas son muy cómodas, las sábanas suaves y los productos son, aunque de un solo uso, están hechos a medida para Belmond por Acqua di Parma.

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Las habitaciones más recientes son las suites Tramuntana, que se construyeron en el 2007 y ocupan la parte más alta de la finca. “Estas son las preferidas por la clientela más joven”, cuenta Bornebusch. No es de extrañar si tenemos en cuenta las impresionantes vistas sobre el valle que tienen. Cuando las casas antiguas fueron convertidas en hotel se mantuvo el estilo original y las tradiciones vernáculas. En 2018, se desveló la Designer Suite, un santuario de estilo en el que el diseñador británico Matthew Williamson interpretó con su sello personal el espíritu bohemio de Deià. 

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Foto: Belmond

También merece mención aparte el empedrado de piedra seca de las terrazas de la propiedad, obra artesanal típica de la isla documentada desde el siglo XIV, aunque con orígenes remotos, así como la recuperación de los olivares de la finca, iniciada en 2010 y que hoy funciona bajo un sistema de apadrinamiento gracias al cual se financia el proyecto. Desde entonces La Residencia produce su propio aceite, que cuenta con denominación de origen. 

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Foto: Belmond

Por amor al arte

Si solo se le pudiera reconocer un mérito a este hotel es el de haber sabido integrar la pintoresca villa costera de Deià a su ADN propio, y lo ha hecho gracias al arte. Hay unas 800 piezas de arte repartidas por todo el hotel, no solo en la galería y el jardín de esculturas, sino también en pasillos, zonas comunes y restaurantes. Destacan el Café Miró y las 33 obras originales que cuelgan de sus paredes, y que hacen de La Residencia el hotel con la mayor colección del célebre pintor Joan Miró. 

 

La estrecha conexión que mantiene el hotel desde sus inicios con la comunidad artística local ha sido en parte gracias a su comisaria, la artista británica Cecilie Sheridan, quien además de una implicación total con el hotel, también gestiona su galería de arte, Sa Tafona, donde se suceden exposiciones temporales a lo largo del año y se falla desde 1997 el bianual George Sheridan Art Price. Hay más, ya que La Residencia también cuenta con un escultor residente, Juan Waelder, quien ofrece clases magistrales a los huéspedes y es el comisario del Jardín de Esculturas. 

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El hotel posee una obra de arte más, aunque esta no cuelgue de sus paredes. Se trata de un preciado y exclusivo piano Steinway fabricado en 1887. Este piano estuvo en desuso durante muchos años y fue comprado por el hotel, completamente restaurado, y reinaugurado el 18 de septiembre de 1987, exactamente cien años después de que el famoso compositor español Albéniz hubiera utilizado el instrumento por primera vez.

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Foto: Belmond

 

 

Celebrando el Mediterráneo

Local, sostenible y con un especial énfasis en la estacionalidad. La cadena de valor gastronómica del hotel comienza en su propia huerta (se puede visitar) y acaba en la satisfacción de sus comensales. Comenzando por el principio, el desayuno es un festín. Servido con vistas a la piscina principal y con frutas del huerto del hotel y platos especiales del chef que cambian todos los días, hay pocas formas mejores de comenzar el día. Y aunque con un volumen cada vez mayor de clientes americanos, y por ende no resulta difícil de encontrar un bagel con salmón y queso crema en la carta, aquí el pa amb oli de sobrasada, queso o jamón es religión. 

 

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Foto: Belmond

Un pescado fresco, un plato de pasta o unos mejillones de Mahón servidos con leche de coco funcionan de maravilla en la terraza del Café Miró. Y aunque sus espectaculares vistas no alimentan, sí son un perfecto acompañante para una velada única que apetece acompañar por una copa de rosado. La estrella del espectáculo culinario es el restaurante de alta cocina El Olivo, donde una terraza iluminada con velas ofrece un telón de fondo de ensueño para un sensacional menú de degustación del recientemente nombrado chef ejecutivo Pablo Armando Aranda.

 

Aunque la novedad aquí es el nuevo restaurante de la piscina, el Tramuntana Grill, que se acaba de reformar en fondo y forma. Visualmente, los agradecimientos deben trasladarse hasta el equipo de interioristas de Deiá, More Design, por haber logrado recrear a la perfección un ambiente elegante y bohemio que refleja el espíritu local y el savoir faire de Belmond. “Hemos querido volver a los orígenes y revivir técnicas ancestrales, inspirándonos en la isla y en toda la parte histórica de sus artesanos”, señala Oro del Negro, uno de los directores del estudio.  Por eso Tramuntana Grill está diseñado con materiales locales como la piedra, el hierro, el bambú y el roble mallorquín, un homenaje a la herencia artística de Deià.

 

El espacio sorprende por inesperado, pero su carta lo hace aún más. Desde pescados recién capturados del mar hasta marisco, pasando por carnes y verduras preparadas en horno Josper. Y bajo la bandera de producto local, y de temporada, aquí se pueden encontrar sabores para todos los gustos y para darse un festín en cualquier momento del día. Además, está abierto durante el día para clientes del hotel y, por primera vez, por la noche, también para personas que no estén alojadas. Y así comienza el penúltimo capítulo de La Residencia.