A San Sebastián siempre se llega emocionado. Debió ser así como se presentó en Donosti la reina regente María Cristina cuando, ella que podía, decidió convertir esta preciosa ciudad del norte en su residencia de veraneo. Corría el año 1866 y fue la glamurosa pica en Flandes que le faltó poner a San Sebastián para convertirse en la ciudad de moda de la que todo el mundo hablaba. Y habla.
Desde entonces hasta hoy mucho ha llovido entre la historia escrita y no escrita que ha transcurridoen este escenario de cine propio de la Belle Époque que luce orgulloso algunos de los edificios más míticos, como son el hotel María Cristina, el Teatro Victoria Eugenia o las Termas de La Perla, que hoy son un interesante centro de talasoterapia a donde acuden los donostiarras, incluso más que los turistas.
La ciudad lleva años, además, poniendo empeño en un ámbito que quedaba bastante oculto tras el firmamento de las estrellas Michelin: una planta hotelera sin carácter, salvando el glorioso Maria Cristina, que nunca ha estado a la altura de los astros. Aunque tenor de lo que está sucediendo, parece que el problema ha quedado despejado y San Sebastián hoy también presume de haber dado la bienvenida a nuevas y emocionantes propiedades en un lugar donde la buena comida y el, por fin, también el buen descanso están garantizados.
Inaugurado en 1912 por la reina María Cristina y reinaugurado en 2012 tras una minuciosa reforma, el hotel es famoso por acoger cada año a los numerosos actores y actrices que viajan al Festival de Cine de San Sebastián. Entre todos ellos destaca su musa, Bette Davis, quien se alojó en el María Cristina cuando en 1989 le fue concedido el premio Donostia.
La actriz, enferma de cáncer de pulmón, se dejó ver poco por la ciudad, aunque lució genio y figura en el bar del hotel, tomando un cóctel y fumando un cigarro tras recoger el premio. Esta es la última instantánea que se conserva de la Davis, luciendo porte y un fabuloso tocado.
Festivales aparte, hoy en día se pasean por su mullida moqueta personalidades de la talla de Bruce Springsteen, gran amante del surf, a quien es fácil ver tomando olas en la playa de Gros. El majestuoso diseño del hotel realizado por el arquitecto Charles Mewes, que también construyó los hoteles Ritz de Madrid y París, en combinación con la codiciada ubicación a orillas del río y la vista al mar de la propiedad, hicieron que se convirtiera rápidamente en el alojamiento preferido de la alta sociedad internacional.

Foto: Akelarre
Tras ganar las tres estrellas Michelin, al restaurante Akelarre de Pedro Subijana, solo le faltaba ofrecer una opción de alojamiento a la altura de las expectativas de sus comensales. Y así nació el hotel Akelarre, un hotel boutique de cinco estrellas adjunto al restaurante. Con vistas al Golfo de Vizcaya y ubicado en la ladera del Monte Igueldo, a unos 15 minutos en taxi del centro, Akelarre es hoy un lugar donde comer, y hacerlo de maravilla, pero también donde descansar y disfrutar de un sentido de la arquitectura que aquí luce como pocos en la ciudad. Además de sus espectaculares vistas, claro.
Además del excelente servicio, Akelarre cuenta con un elegante spa formado por una piscina con chorros de hidromasaje, una sala de vapor de mármol y una sauna. También con diferentes salas de tratamientos y masajes con productos de la marca Sisley.

Foto: Hotel Villa Soro
El alojamiento más burgués de San Sebastián, con permiso del hotel Maria Cristica, se llama Villa Soro, cuenta con 25 habitaciones y está ubicado a las afueras de la ciudad. Y aquí, como no podría ser menos, todo rezuma un cierto aire aristocrático concentrado en un remanso de paz tras una de las arterias más transitadas de la capital. Los huéspedes más gastronómicos se alegrarán de saber que, aunque alejado del centro, Arzak solo está a unos 10 minutos caminando.
Alejado del estereotipo de modernidad, en Villa Soro prima un aire de lujo clásico lo impregna todo, desde la fachada Tudor hasta los vitrales y el vestíbulo revestido de mármol. Latón, cristal y telas nobles parecen como si una de las ciudades más cinematográficas del mundo hubieran aquí formado el decorado perfecto para alojarse en el Gran Gatsby.

Foto: Hotel Zinema7
Hotel Zinema7
No tenían muy complicado encontrar un claim que acompañara la apertura de Zinema7, 'un hotel de cine', aunque hay que reconocer que la frase lo resume perfectamente. En primer lugar, porque el hotel ocupa el lugar del que fue el mayor cine de San Sebastián, en el barrio de Amara. Cada una de las habitaciones está dedicada a un ilustre visitante del estival de cine y las camas son dignas de escenas de dos rombos o de los más angelicales sueños, un sistema de entretenimiento y un baño privado con mamparas de cristal anti-psicosis completan el guión de la película.
El hotel cuenta, además, con una biblioteca de libros de cine, una brutal colección de DVD para uso de los huéspedes. Por supuesto, también cuentan con su propio restaurante, la Bistroteka. Aquí, la propuesta del chef Iñigo Palma pasa por un menú diario, una carta de pinchos y numerosos platos de temporada. Y todo ello, de cine, como no podría ser menos.