No se buscan héroes
Hace poco más de dos años que salieron en busca de librerías (puerta a puerta) con sus primeros proyectos, pero ya se han quedado enganchados al mundo de la edición. En sus libros hay inviernos, silencios, mucha naturaleza, lugares remotos o próximos, pero siempre mostrados de otra manera, con otra voluntad, con una intención diferente. “Todo lo publicado tiene que ver con el recorrido, con el viaje, también metafórico o literario. Todos nuestros libros están en el viaje. Incluso el primero, el de Jorge Pascual, El viento ya está escrito, tiene que ver con pequeños recorridos a pie de los que nacieron poemas”, detalla José Luis.
“Desconoces el fin y el principio, desconoces tu pie y tu cielo.” (verso de Jorge Pascual)
La dimensión humana del viaje, eso es lo que les interesa. Y es que como viajeros, explican, ellos mismos suelen huir de la épica de los grandes viajes. Tal vez es que entendieron que con la masificación del turismo y la abundancia de información en las redes sociales estos dejaron ya de ser tiempos para los héroes: ya nadie se aventura hacia horizontes inciertos. Dicho de otro modo: la aventura geográfica no es posible en un mundo mapeado hasta la extenuación, a no ser que sea a través de las ideas y de las experiencias.
Si no hay posibilidad de una terra incognita (“El descubrimiento del Nuevo Mundo marca el fin de la geografía fabulosa”, escribió Joseph Conrad) tal vez convenga reducir la escala de la mirada en el viaje. “La idea es clara: ir a lo pequeño, a lo cercano, a lo próximo. Es con eso donde estamos a gusto. La línea de la editorial va a ir por aquí: un tipo de viaje lento, pausado, fuera de los circuitos. Más bien experiencias que tienen que ver con el recorrido”, explica José Luis.

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Interior de la novela de H. G. Well Ruedas de Fortuna
Foto: Ediciones Menguantes
El prólogo a Ruedas de fortuna de Lía que encabeza la traducción que ella misma realizó del texto original de H. G. Wells muestra cuál es el modus operandi de ambos. La inspiración les llegó de Biciosos, un libro escrito por Pedro Bravo (Debate, 2014) en el que se citaba el título más singular de la obra del británico. El hallazgo despertó la curiosidad y el resultado fue un recorrido en bicicleta por el sur de Inglaterra, pero tratando de recrear el año 1895, que es cuando H. G. Wells recorrió aquellos caminos montado en un invento de apariencia humilde pero que, en realidad, estaba destinado a revolucionar la movilidad de los más desfavorecidos: la bicicleta.
“Pero sin duda alguna, el cambio social más notable lo experimentaron las mujeres, ya que lograron escapar de la vigilancia paterna y explorar su entorno sin necesidad de ser acompañadas” (del prólogo a Ruedas de fortuna)
Llevaron dos mapas con ellos, uno histórico y otro actual, y se lanzaron a seguir las pedaladas de Hoopdriver, el protagonista de la novela, durante tres días para recrear al máximo aquella experiencia victoriana. Dos bicicletas alquiladas, las alforjas, dos ediciones del libro (en su idioma original, Wheels of Chance: A Bicycling y una traducción al español de 1935) “y la certeza de estar llevando a cabo una pequeña locura”.
Viajar incluso confinados
Desde el principio comenzaron a trabajar poco a poco, sacando títulos muy espaciados, un poco de forma orgánica y, reconocen, con escasas ambiciones económicas. “Y luego llegaron los faros, a pesar de que él es de secano...”, dice Lía refiriéndose al que, de momento, ha sido el gran hit de la editorial: Breve Atlas de los Faros del Fin del Mundo, un bellísimo libro al que lectores y aficionados al romanticismo de los faros le han echado el ojo hasta llevarlo a la tercera edición recién horneada estos días.
El que es de secano es José Luis. La broma viene de su padre, quien al enterarse del proyecto durante una comida familiar, le espetó un tanto incrédulo un “¡Pero si eres de secano como yo!”. A pesar de ello (o debido a ello, ¿qué importa?) se lanzó a realizar un profundo trabajo de documentación durante dos años para conocer algunos de los faros más evocadores del mundo. El formato escogido fue el de los atlas poéticos a los que él mismo es aficionado.

Foto: Ediciones Menguantes
Sólo alguien que sigue creyendo en la relevancia de los libros viajeros a pesar de los tiempos de pandemia y confinamientos se embarca en un proyecto que tenía mucho de quijotesco desde el inicio. Eso sí, “que no funcionen como una guía de viaje habitual, sino que establezcan otro tipo de conexiones con los destinos —el tropiezo, la deriva, el desvío, el paso lento, la foto borrosa con que se definen ellos mismo— que pueden ser igual de enriquecedoras”, explica José Luis.
“De la pared cuelga un enorme mapamundi Michelin. En estos tiempos extraños, cada día dejo que la mirada se pierda sobre su superficie y el azar me guíe.” (José Luis González Macías)
Viajar para ir a comprar una barra de pan
Breve Atlas de los Faros del Fin del Mundo, El viento ya está escrito, Ruedas de fortuna, Cabo Norte (Pedro Bravo) o Iceberg Nations (Rubén Martín de Lucas) son libros que apuntan a otra forma (necesaria) de viajar y entender el movimiento que, precisamente, se ha hecho más evidente ahora con la pandemia. Son títulos que proponen alternativas, que inspiran e invitan a jugar y que cumplen con aquello de que el texto de viaje como arte no imita la vida sino que crea una realidad que explica Jualiana González-Rivera en su ensayo La invención del viaje (Alianza editorial): “El viaje descriptivo tenía razón de ser cuando el mundo estaba aún por descubrir y la única posibilidad de contemplar el espectáculo de la lejanía era a través de los ojos del viajero”.

Foto: Ediciones Menguantes
Los tres nuevos títulos que publican profundizan en este camino (o tropiezo menguante): El año que no viajé a Buenos Aires (Saray Encinoso Brito), Tres formas de atravesar un río (Agustina Atrio) y La Pureza (Ruth Miguel Franco). “Se nos ocurrió durante la pandemia. Nos preguntamos qué pasa si alguien escribe un libro sobre un viaje que no ha realizado nunca”, cuenta Lía. El germen fue un artículo que publicó Saray Encinoso Brito en septiembre de 2020. La propuesta era expandirlo, desarrollar narrativamente ese viaje que, en realidad, fue más deseo que geografía. Se sumaron al proyecto Agustina Atrio y Ruth Miguel Franco con sendas propuestas personales. El resultado son tres libros nuevos de tres autoras jóvenes que dialogan entre ellos y en los que se valora tanto el viaje como la reflexión.
“Para mí —prosigue explicando Lía sobre los nuevos proyectos menguantes en los que se han embarcado— lo fundamental es la forma y no tanto el contenido. Podríamos publicar un libro sobre cómo ir a comprar una barra de pan a la panadería, que eso sea un viaje. Es el cómo me lo cuentas. Lo que me interesa es cómo consigues que esté pendiente de leerte”.
¡Que los enfermos y los aburridos del universo me sigan!
En 1794 el aristócrata Xavier de Maistre escribió Viaje alrededor de mi cuarto tras ser arrestado en su domicilio durante 42 días en Turín por haberse batido en duelo. Lía y José Luís hicieron una versión S. XXI de este clásico entre los libros viajeros más heterodoxos y lo compartieron en su web como divertimiento durante lo más duro del confinamiento. Abrieron su propuesta con esta cita: “¡Valor, pues; partamos! ¡Seguidme, vosotros los que por una mortificación del amor, por una negligencia de la amistad, os halláis retenidos en vuestro cuarto lejos de la pequeñez y de la perfidia de los hombres! ¡Que todos los desgraciados, los enfermos y los aburridos del universo me sigan!”.
El cronista les preguntó para finalizar si se quedaban con ese "¡Valor, pues; partamos!" como lema vital: “Con la mano en el corazón”, dijeron medio en broma, medio en serio, medio divertidos, medio menguantes.