¿Tú cuándo conociste la desaparición de la escultura de Richard Serra?
Me entero en enero de 2006, cuando lo publican en el ABC. Sí, recuerdo ese momento. Algo en mí se sintió atraído por ese acontecimiento tan fascinante y tan cargado de misterio y de asombro, ¿cómo lo monumental podía esfumarse igual que lo liviano? Y eso me producía una incomodidad del pensamiento. Algo no encajaba y eso me molestaba, necesitaba una explicación. Bueno… Yo es que… Ese asombro hacía un ruidito, ¿sabes? Como cuando un reloj empieza a hacer un ruidito pero sigue funcionando. Creo que el momento definitivo ocurre durante una visita en 2009 al museo con César Aira para ver una exposición de Juan Muñoz de la que huimos en un momento dado porque nos sentimos angustiados y acabamos en la sala 102 del Reina Sofía, donde está la réplica de la obra de Richard Serra y César y yo hablamos, y le conté la historia de la escultura… Y yo creo que ese día salí de allí pensando en cómo me gustaría contar la historia de esa escultura mucho más allá del mero relato policial. Es decir, desapareció, se investigó, no se encontró. Y me llevó diez años ponerme…
A todas las personas que no somos estudiosos del arte nos puede parecer que hay algo que se interpone entre nuestra curiosidad por saber y el disfrute del arte en los museos.
El resultado es un libro que es una inmersión en el mundo de la cultura y del arte contemporáneo de finales del siglo XX y de las intimidades de los museos, de cómo funcionan en realidad… Es que la novela casi podría funcionar como un ensayo de ficción, o incluso un perfil del propio Richard Serra.
A todas las personas que no somos estudiosos del arte nos puede parecer que hay algo que se interpone entre nuestra curiosidad por saber y el disfrute del arte en los museos. Tenemos la sensación de que va a ver algo que se nos escapa y que nunca vamos a entender del todo. Y eso es un impedimento para acercarnos al arte sin ningún tipo de complejo. Quizás la novela pueda ayudar a eso, a acercarse al arte, a un artista, a un movimiento determinado, a todo ese micromundo que rodea al artista, sin complejos de inferioridad.
El propio Richard Serra personaliza la controversia que generalmente se produce alrededor del arte conceptual, mucho más difícil de entender a veces que el arte figurativo. En la novela aparece esa otra escultura suya instalada en medio de una plaza de Barcelona y que algunos vecinos se propusieron incluso derribar por sus propios medios. Descubrimos que a pesar de que, por efecto del Guggenheim tal vez, Richard Serra esté mitificado tiene tantos detractores como admiradores.
Claro… Vamos a ver. Yo creo que incluso nuestra forma de pensar está mediatizada por cierto antropomorfismo. Nos parece que todo aquello que remite a la forma humana, al realismo, es más susceptible de ser interpretado como algo que está en igualdad de condiciones, o tú estás en igualdad de condiciones con respecto a ello. Es más fácil de entender el arte figurativo que el arte abstracto o que el conceptual… Bueno, son esas dos corrientes que conviven en el arte, ¿no? Bueno… Ahí está. Así avanza la historia.
¿Admirabas a Richard Serra de antes o es algo que surge con la escritura de tu novela?
A medida que he ido documentando la novela para escribirla yo he ido entendiendo mejor a Richard Serra, qué significan sus obras, que pretende con ellas… Todo eso ha sido a posteriori, no es que primero fuera mi interés por Richard Serra y a continuación viniera la novela sobre él. Primero fue mi idea, mi novela, y después, para ejecutarla, tuve que conocerlo mejor. Esa fue la línea de los acontecimientos.

Richard Serra es conocido como uno de los escultores vivos más importantes del siglo.
Foto: Oliver Mark
Supongo que en este ir conociendo mejor a Richard Serra y documentando todo el proceso artístico visitarías muchos museos. En la novela aparecen el Museo del Prado, el Guggenheim de Bilbao, el propio Reina Sofía… ¿Ha cambiado tu visión del arte y de los museos con la escritura de la novela?
No diría que cambió por la clase de novela en la que yo me estaba embarcando. Yo diría que mi experiencia con los museos ha cambiado como la de todos a lo largo del tiempo. Digamos que es más difícil disfrutar del arte que contienen los museos porque de pronto somos muchas más las personas que acudimos a ellos. Y la cuestión es, vale, estuviste allí y lo sabemos porque hiciste doscientos selfies, ¿pero realmente experimentaste la obra de arte? Cada vez es más difícil. Hay museos que son un tormento acceder a ellos, esas colas… Y también es imposible disfrutar de la obra de arte que hayas elegido, esa conexión entre tú y la obra, ese diálogo en voz baja que se establece está continuamente interrumpido por las riadas de gente. Yo creo que hoy es difícil disfrutar de los grandes museos tal como se podía hacer años atrás.
Y la cuestión es, vale, estuviste allí y lo sabemos porque hiciste doscientos selfies, ¿pero realmente experimentaste la obra de arte?
Entonces, ¿qué es lo que echas de menos en los museos de hoy en día?
Pues visitar un museo vacío, ya me da igual de qué sea, como si fuera el museo al que voy a ir en breve con mi hija, el del Ratoncito Pérez, ¿sabes?
¿Dónde está?, ¿de veras existe?
La Casa del Ratoncito Pérez está en Madrid. No sé… Es que el arte ha comenzado a acumular activos que molestan en la experiencia artística. A veces quien molesta en esa experiencia eres tú respecto a un tercero que está intentando intimar con la obra de arte. Pero bueno, es una ensoñación y una ficción pensar que esto va a ser posible vivirlo de otra manera. Nunca más vas a estar a solas con una obra de arte. Aunque debo confesar que durante la pandemia, durante algunos minutos, pude estar a solas con el Guernica de Picasso y también es verdad que hay obras que el gran público no llega a identificarse con ellas y puedes disfrutarlas en paz y soledad. Es lo que pasa, por ejemplo, con la escultura de Richard Serra. Si vas a la sala 102 del Reina Sofía puedes estar durante muchos minutos solo ante la escultura.
Al respecto de lo que comentas, Umberto Eco imaginó el del tercer milenio en un ensayo en 2005. Su idea era hacer un museo con una sola obra, que todo el discurso del museo girara alrededor de esa única pieza. ¿Si te enfrentaras a ese reto, qué objeto seleccionarías?
Sería fascinante montar un museo de esas características en torno a una libreta vacía, en blanco. El acontecimiento artístico, en apariencia en absoluto artístico, entorno al que girasen todas las demás salas estaría compuesto por libretas llenas de notas, de ideas, de escrituras, bocetos, de los miles, cientos de miles, de artistas, escritores, novelistas, poetas, escultores, cineastas, pintores, todo lo que cabe en la definición de artista. Mostraría cómo todo lo que crearon empezó en una libreta. Esa libreta vacía sería la pieza maestra del museo. Vacía, una libreta que no tiene influencias sobre nada, pero que es el principio de todo. Las decenas de salas de las que se compone este museo imaginario llenarían de significado a la sala principal donde está la libreta vacía.
Nada concluído, y en conjunto todo concluído. Toda una paradoja, ¿no crees?
Sí. Claro… Todo por hacer. Esta libreta significa el futuro, el punto cero de algo. No es fácil decir dónde empiezan las cosas. Quizás comienzan ahí, en el punto donde no hay nada, que puede quedar simbolizado por la libreta en blanco. Este museo es la historia de cómo la escritura cambió el mundo.
Eso en cuanto a un museo imaginado, pero, oye, ¿cuál es tu museo favorito y por qué?
Mi museo favorito del mundo no es un museo y no lo he podido visitar.
¿Y entonces?
Pues ojalá tener el poder de decir: yo te declaro museo y abro tus puertas. Entonces, ojalá fuera un museo abierto al público el puerto franco que hay en Suiza, el que sale recogido en la novela, el Freeport de Ginebra. Cuando lo ves en medio de un polígono empresarial nunca vas a pensar que contiene todo lo que guarda en su interior. Es imposible pensar que custodia miles y miles de obras de arte porque hay una parte de coleccionistas que en realidad son especuladores y que saben que el arte tiende a revalorizarse y que mientras la pieza está ahí no están pagando demasiados impuestos. Es que es imposible imaginar la cantidad de obras maestras que hay, decenas de picassos, obras perdidas… Lo que hay ahí no se conoce. No sé… Pero, oye, ¿se sale mi respuesta mucho de tu cuestionario?