ALBI RECUERDA A TOULOUSE-LAUTREC
Fue en 1922 cuando se creó el museo de este artista que había nacido en 1864 en Albi, bella ciudad del sur de Francia a orillas del río Tarn, donde la historia y el arte sorprenden a cada paso. Es, además, el lugar donde mejor se puedes conocer la personalidad y los trabajos del artista que mejor inmortalizó la bohemia parisina de finales del siglo XIX. Desde esta primavera y hasta el verano del 2023, la ciudad organiza¡100 Ans, Ça se fête!, una agenda de eventos complementarios al centenario del museo de Toulouse-Lautrec, en la que, junto a otras exposiciones y numerosos eventos culturales, se podrá seguir la ruta La balada lumineuse. Dans les pas de Toulouse-Lautrec, un itinerario por los escenarios de su vida y obra en Albi y el departamento del Tarn (región de Occitania). Asimismo se realizarán proyecciones de cine, conciertos, representaciones de ballet, y además se tendrá la posibilidad de degustar en los restaurantes locales platos del recetario que escribió el pintor, gran aficionado a la gastrónomía, en un libro de recetas que incluía sus consejos de cocina.

Museo de Toulouse- Lautrec en Albi. Foto: Shutterstock
INSPIRÁNDOSE EN LOS IMPRESIONISTAS
El año 2022 marca la conmemoración de la mayor donación de obras de Toulouse-Lautrec a su museo de Albi. Esta cesión transformó el modesto museo provincial que había abierto sus puertas en 1876, y lo convirtió en un centro de renombre internacional. En esta ocasión se presenta una exposición homenaje al artista albiense, inspirada principalmente en su correspondencia, en la que se resalta la mirada de un joven Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) sobre la obra de su contemporáneo Edgar Degas (1834-1917). La muestra reúne más de 80 obras procedentes de importantes instituciones francesas, como el Musée d'Orsay parisino, así como de otras instituciones europeas y colecciones privadas.
Con treinta años de diferencia entre ellos, Degas fue una de las principales y más duraderas fuentes de inspiración en el arte de Toulouse-Lautrec. Los dos pintores se habían instalado en París, en el mismo barrio, y allí centraron sus trabajos, paseando por las avenidas, frecuentando cafés y burdeles, sentándose en las gradas de circos o hipódromos, y asistiendo a espectáculos de la Ópera y cafés-concierto. Además de una proximidad de temas, Degas y Toulouse-Lautrec compartían un círculo amistoso y artístico. Juntos exploraron soluciones plásticas y estéticas, nuevos soportes, diferentes formatos..., creando composiciones con audaces puntos de vista iluminados por la luz tenue de lámparas de gas. Entre 1885 y 1895, Degas logró el reconocimiento y Lautrec comenzó a hacerse un nombre. Para el artista albiense fue un período de intensa actividad artística y vital.

Jardines del Palacio de la Berbier en Albi. Foto: iStock
UN PALACIO PARA EL ARTE
El museo dedicado a Henri de Toulouse-Lautrec está situado en el Palacio de la Berbier, la antigua residencia episcopal de Albi, declarada Patrimonio de la Humanidad. Originario del siglo XIII y rodeado de jardines, las impresionantes salas medievales del palacio son un marco magnífico para contemplar la obra de Toulouse-Lautrec. El centro alberga más de mil obras, entre cuadros, litografías, dibujos y estudios preparatorios, y reúne 31 de sus carteles más conocidos, que se han ordenado siguiendo criterios cronológicos y temáticos. La mayor parte de la obra del artista de Albi se halla en la primera planta del palacio; la segunda está destinada a colecciones de arte con obras de Degas, Bonnard o Vuillard. En la última renovación que se llevó a cabo hace pocos años. el museo incorporó un gran auditorio y varias salas para exposiciones temporales.
La colección inicial con la que se creó la Galería Toulouse-Lautrec fue donada en 1922 por la madre del pintor, la condesa Adèle de Toulouse-Lautrec, tras la prematura muerte de su hijo, con el fin de perpetuar su genio y reivindicar su figura como artista. La muestra inicial estaba formada por 227 cuadros que poco a poco se han ido ampliando hasta llegar al millar con el que cuenta en la actualidad, siendo la colección más importante que existe en el mundo sobre el pintor de Albi.

Foto: Musée Toulouse-Lautrec de Albi.
UN PINTOR PROLÍFICO
A pesar de que la vida de Toulouse-Lautrec como pintor no duró más de veinte años, su legado es muy extenso: 737 óleos, 275 acuarelas, 363 carteles, 5084 dibujos, además de cerámica y cristal grabado, y un sinfín de trabajos que no firmó. El pintor y cartelista permaneció en Albi hasta 1881 cuando se marchó a París para formarse. Regresó en muchas ocasiones, principalmente para visitar a su madre que siempre vivió en la ciudad. Por eso su recuerdo está omnipresente en numerosos rincones de Albi.
Descendiente de una familia aristócrata, Henri Toulouse-Lautrec padeció una enfermedad congénita que le impidió llevar a cabo el tipo de vida que se esperaba de alguien de su posición social. Fue por ello que se refugió en su arte y se marchó a conocer una nueva vida en París, donde contactó con la efervescente vida nocturna, frecuentó burdeles y antros de todo tipo, y donde conoció a los grandes pintores como Cézanne, Van Gogh o Gauguin. Tras una vida atormentada y azarosa, murió de sífilis en 1901.

Rousse- La Toilette (1899), Toulouse-Lautrec. © Photo RMN-Grand Palais (Musée d'Orsay de París) / Hervé Lewandowski
RETRATISTA DE LA BOHEMIA PARISINA
Toulouse-Lautrec reflejó como nadie la vida en los suburbios, los burdeles y salas de fiesta parisinos. Sus cuadros y carteles muestran la bohemia de París a finales del siglo XIX, que él frecuentaba asiduamente y donde se sentía muy acogido. Sus amigos eran los entonces pintores visionarios, padres del impresionisno y el post-impresionismo. Durante los veinte años que Toulouse-Lautrec se dedicó a la pintura realizó un total de 363 carteles, 31 de los cuales se exponen en el museo de Albi.

Catedral de Santa Cecilia de Albi. Foto: Getty Images
Y UN PASEO POR ALBI
Albi es hoy una animada ciudad, con galerías de arte y cafés y terrazas al aire libre, y una nutrida agenda cultural. Atravesada por el río Tarn, amplio y magnífico, cruzado por señoriales puentes, la ciudad está presidida por la Ciudad Episcopal, declarada Patrimonio de la Humanidad. Este recinto alberga la Catedral de Santa Cecilia, la más grande del mundo construida en ladrillo, y el Palacio de la Berbier, la antigua residencia de los obispos de Albi y hoy sede del Museo Toulouse-Lautrec.
En Albi hay que pasear por sus barrios medievales, con calles estrechas y casas con entramados de madera, -la más antigua data del siglo XII-, llenos de cafés y restaurantes, una delicia para el paseo. También merece la pena conocer otros monumentos, como el Castillo Viejo, donde fue fundada la ciudad. Sin descuidar las riberas del río Tarn, con el Pont-Vieux construido en 1040, que fue clave en la prosperidad comercial de la ciudad en el Medievo. Posterior es el Mercado Cubierto, una estructura de hierro y ladrillo. Data del siglo XIX pero recoge la tradición de los mercados medievales.