Como un rey en la cala

La nueva vida del Parador d'Aiguablava

Este icónico establecimiento ubicado en Begur reabre tras 4 años de obras y una inversión de 17 millones. Y el resultado es pura Costa Brava.

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Parador de Aiguablava (11). Un cambio interior

Foto: Parador d'Aiguablava

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Un cambio interior

Ha mantenido su estructura original, pero en su interior todo ha cambiado. A mejor. El mítico Parador d’Aiguablava, que abrió sus puertas en 1966 en lo alto de la Punta d’es Muts recupera, en 2020, todo el esplendor que lo hizo famoso y que lo posicionó como uno de los hoteles más espectaculares de Cataluña. Y aunque este no esté siendo un buen año para la economía en general, ni para el turismo en particular, la dirección del hotel se muestra “muy satisfecha con el grado de ocupación del parador” desde que abriera sus puertas el pasado 26 de junio. Así lo confirma a Viajes National Geographic Arturo Gutiérrez, quien aunque solo lleva un par de meses en la dirección, es todo un histórico de la cadena, ya que lleva trabajando para Paradores más de 30 años. “No me parece una mala idea jubilarme aquí”, cuenta. Y viendo el espectáculo que supone la visita a Aiguablava, a nosotros tampoco.

 

Parador de Aiguablava (9). El cubo sigue intacto

Foto: Parador d'Aiguablava

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El cubo sigue intacto

Aún quedan pequeños detalles por perfilar, pero a primera vista las sensaciones no van por ahí. Su característica estructura, un cubo blanco diseñado por el arquitecto Raimon Duran Reynals, sigue intacta, achuchada por la Ley de Costas por un lado y por Patrimonio por otro, aunque casi se agradece. Es precisamente esa carcasa sesentera lo que permite que, al entrar, sea la luz la mayor protagonista en una lucha por la belleza que se lidia entre unos enormes ventanales, muebles de diseño y muchas obras de arte. Ojalá todas las batallas fuesen como esta.

Parador de Aiguablava (8). Manos a la obra, vista al mar

Foto: Parador d'Aiguablava

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Manos a la obra, vista al mar

La reforma del Parador d’Aiguablava ha sido una obra integral que se ha llevado a cabo durante estos años (no sin algún rifirrafe con la constructora hoy ya olvidado) en todas las instalaciones y sus seis plantas, donde se encuentran repartidas las 78 habitaciones, un magnífico solárium, terrazas y la piscina exterior con vistas al mar. Esta es, precisamente, una de las imágenes de postal más reconocibles del establecimiento. En realidad, todo en el parador mira al mar y Gutiérrez sonríe casi emocionado cuando cuenta que “muchos clientes nos piden habitaciones con vistas al mar, pero es que aquí todas tienen vistas”, confirma feliz. Pero no solo las habitaciones, también su nuevo spa, que se ha construido desde cero y donde el circuito de aguas y la sauna cuentan, claro, con unas preciosas vistas panorámicas a la cala de Aiguablava. Ya quisiera Finlandia. Han sido cuatro años de reformas y casi 17 millones de euros de inversión, sin contar la decoración, tarea adjudicada mediante concurso público a la empresa Denys & Von Arend por 1,2 millones de euros. El resultado, tras años de espera, no puede ser más bonito.

Parador de Aiguablava (4). Dalí, Miró, Tàpies... Un museo sobre el Mediterráneo

Foto: Parador d'Aiguablava

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Dalí, Miró, Tàpies... Un museo sobre el Mediterráneo

Perteneciente a la colección artística de Paradores, la obra contemporánea catalana que cuelga de sus paredes y se distribuye por todo el establecimiento convierte a este hotel en, casi, un museo suspendido sobre el Mediterráneo. Se dice pronto, pero aquí hay más de 200 obras de artistas como Salvador Dalí, Rafael Durancamps, Antoni Clavé, Josep María Subirachs, Antoni Tápies o Joan Miró, que conviven en armonía en las entrañas del edificio y en lugares como la biblioteca, el salón o los pasillos. “Hemos querido homenajear los diferentes gremios del arte catalán, por eso en algunos espacios hay más cerámica, en otros pintura y en otros escultura”, confirma Arturo Gutiérrez, y continúa: “todo está muy vinculado con la tierra, con lo local, gracias a los grandes representantes del arte contemporáneo catalán”. Y lo mejor de todo, han logrado que cale entre sus huéspedes, por eso no es de extrañar que, a pesar de que no vivimos en tiempos de aglomeraciones, muchos de ellos se agolpen embelesados mirando las paredes o las obras escultóricas de los rincones. Y da gusto verlo(s).

Parador de Aiguablava (15). Sentido y sostenibilidad

Foto: Parador d'Aiguablava

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Sentido y sostenibilidad

Un total de 70 habitaciones dobles, cuatro dobles superiores y cuatro espectaculares suites que ocupan toda la tercera planta del Parador completan la oferta de alojamiento. Son amplias, cálidas y modernas y, cuentan, faltaría más, con una buena terraza con vistas al mar con dos posibles orientaciones, la cala de Aiguablava o bien mar abierto. Solo hace falta poner un pie en cualquiera de ellas para comprobar de un plumazo que el compromiso de la cadena con el desarrollo sostenible no es un epígrafe en su memoria, sino una realidad palpable.

En ninguna de las habitaciones existe ya el plástico de un solo uso y todos los amenities, que no son pocos e incluyen, por fin, hasta un kit de higiene femenina, están realizados con materiales biodegradables. Tampoco hay botellas de agua de plástico, sino que son todas de cristal. Además, el protocolo anti COVID activado por la cadena para todos sus establecimientos es visible en prácticamente cada rincón del hotel, aunque en la habitación aún más, donde han instalado una botella de gel desinfectante y todos los objetos como el teléfono, el mando a distancia o hasta las perchas son desinfectadas y precintadas cada vez que entra un nuevo huésped. La sensación de seguridad es total.

Parador de Aiguablava (23). También en la gastronomía

Foto: Parador d'Aiguablava

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También en la gastronomía

Los frutos de ese empeño por lo auténtico y lo local por parte de Paradores no solo se admiran, sino que también se disfrutan, de ahí que la gastronomía del hotel sea, también, otro de sus puntos fuertes. ¿Y cuántos van ya? “Aquí no tenemos grandes florituras en los platos" expresa Gutiérrez, "pero el producto es sensacional”. Y tiene razón, en pocos lugares sirven unas croquetas de gamba tan espectaculares como en su restaurante, además de pescados del día que compran directamente en la lonja. También hay espacio para los carnívoros, y es que aunque la Costa Brava sea eso, costa, en la región del Empordà se encuentra una de las mejores carnes de cordero de Cataluña, que también aquí trabajan con maestría. “Al fin y al cabo se trata de servir un buen producto”, cuenta Gutiérrez. Cuentan quienes pasan media vida en hoteles que se podría catalogar su calidad por cómo es su sandwich club y aquí, en Aiguablava, el plato de deshoras preferido por los huéspedes es también digno de mención. No hace falta más.

iStock-1163765583. Y, por supuesto, Begur

Foto: iStock

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Y, por supuesto, Begur

La Costa Brava es un destino de aires vintage y espíritu libre. Al azul turquesa de sus calas se suma la oferta histórica y patrimonial de sus pueblos, uno de ellos Begur, a cuyo término municipal pertenece el Parador d’Aiguablava, un destino familiar y relajado con barcas de pedales y suaves olas donde quienes pueden salen a navegar y quienes no pasean por el Camí de Ronda. Y aquí, entre leyendas y salitre, se disfruta una oferta turística que no solo se limita al verano, sino que se extiende a lo largo del año. 365 días de vida más familiar que otros rincones de la Costa Brava, y hasta donde no solo llegaron los indianos, sino también estrellas de la época dorada de Hollywood como Ava Gadner o Frank Sinatra. Las chimeneas del Parador, que no cierra en invierno, estarán preparadas para dar el calor necesario a sus huéspedes, sean celebrities, que las hay, o no.