Durante sus 84 años de vida, Christo Vladimirov Javacheff vio como a su alrededor florecía y se marchitaba el Cubismo, el Expresionismo Abstracto, el Pop Art, el Postmodernismo... y así una infinidad de corrientes. Y mientras tanto, él lograba crear, de la mano de su esposa Jeanne-Claude, un estilo propio basado en lo efímero. Para ello, nada como el Land Art, el lenguaje al que consagró la mayor parte de su producción, y que consiste en usar la naturaleza y el paisaje urbano como parte fundamental de la creación.
A lo largo de sus décadas en activo, este dúo logró forrar con tela el Reichstag de Berlín, envolver el Puente Nuevo de París o instalar una cortina de 39 kilómetros en la comuna de Marin (Francia). Creaciones que cambiaron la forma de concebir el arte y que, paradójicamente, generaron una necesidad de hacer eternas, de transformarlas en algo inmortal. Hoy en día, la tecnología y la memoria permiten que aquellos acontecimientos se puedan vivir y contemplar como si nunca hubieran desaparecido.