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Oslo estrena su nuevo y ansiado Museo Munch

Este flamante espacio, diseñado por el arquitecto español Juan Herreros, es uno de los museos más grandes del mundo dedicado a un solo artista.

Edvard Munch, el artista noruego más reconocido del mundo por fin goza de un espacio a su altura, y nunca mejor dicho, en el corazón de Oslo. Y es que hoy, aunque con más de un año de retraso, por fin abre al público el nuevo museo dedicado íntegramente a uno de los mayores precursores del expresionismo, Edvuard Munch.

13 plantas, 11 nuevas salas y más de 26.700 obras son algunas de las cifras que presenta esta oda a la verticalidad diseñada por el estudio Herreros y que cuenta con hasta cinco veces más espacio que el anterior Museo Munch. Un más que necesario continente para alojar todo el contenido que el artista legó a la ciudad de Oslo tras su muerte, entre los que se encuentran un gran número de pinturas, grabados y dibujos.

 

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Munch-Photo Einar Aslaksen-01210 F web. Un edificio "colaborativo"

Einar Aslaksen/MUNCH

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Un edificio "colaborativo"

Situado al borde del fiordo, Juan Herreros ha creado un espectacular museo pensado no solo en Munch, sino también en la ciudad de Oslo. De ahí que la teoría de conectar todo en un solo edificio: la obra de Munch, diferentes espacios lúdicos y los puntos más interesantes de la ciudad resulte, en la práctica, un proyecto casi perfecto. Con esa modestia que acompaña siempre a Herreros, el arquitecto confirma en una entrevista con Viajes National Geographic que verdaderamente “este edificio tiene bastante poco personalismo mío”. Y así lo explica Herreros: “un edificio de este tipo solo se puede construir si entiendes que, como arquitecto, no puedes estar en el centro, tiene que ser algo colaborativo, de ahí que aquí hayan trabajado hasta 100 personas de diferentes ámbitos, y esto dice mucho del futuro de la arquitectura, que será colaborativa, o no será”.

 

Juan Herreros no dibuja y nunca lo ha hecho, pero lleva más de 40 años enseñando en la universidad, que se ha convertido en su “laboratorio de experimentación más importante porque los estudios académicos revierten en nuestros proyectos arquitectónicos”. De ahí que la inspiración le venga de muchas partes, pero sobre todo de las aulas de Chicago o Madrid, donde enseña.

Munch Museum-Photo Einar Aslaksen-6149 K3 web. Oda a la verticalidad

Foto: Einar Aslaksen

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Oda a la verticalidad

Y de ahí hasta Oslo con un proceso no exento de polémica. Cabe recordar que Noruega es un país de 4 millones de habitantes con una enorme tradición de discusión donde todo el mundo tiene una tribuna y más del 50% de los proyectos públicos se cancelan. Pero a pesar de eso, o incluso gracias a eso, Herreros se muestra orgulloso de que finalmente hoy su museo vertical sea una realidad tras ganar, en 2009, el concurso en el que compitió con hasta siete premios Pritzker. No todo es Foster en arquitectura.

Y si bien es verdad que en Oslo no están acostumbrados a edificios tan altos, la realidad es que a pesar de haber transformado el horizonte de la ciudad, el Museo Munch ha sabido ganarse en estos trece años de idas y venidas, un hueco en el corazón de los noruegos. Razones no le faltan: la última planta del edificio ofrece algunas de las vistas más espectaculares de Oslo y la fachada de aluminio perforado refleja los colores y las condiciones cambiantes de los cielos de la ciudad, un guiño a la conexión de Edvard Munch con el paisaje noruego y su afición por pintar al aire libre en todas las estaciones.

MUNCH-photo Einar Aslaksen-5053 F2 web. Una oda a la verticalidad

Foto: Einar Aslaksen/MUNCH

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Sostenibilidad divino tesoro

Con la obra del museo ya comenzada, en Noruega se aprobó una normativa relativa a la sostenibilidad en el ámbito de las nuevas edificaciones y que tiraba por tierra muchas cosas, entre ellas la fachada del museo, que en un primer momento debía ser transparente. Pero como no hay que por bien no venga, Herreros confirma que “ahora es el edificio el que resiste las agresiones térmicas y es la propia fachada la que regula el frío y el calor, algo impensable si hubiese sido transparente. Además ha sido construido con materiales reciclados o de baja emisión de carbono”. El arquitecto también cuenta que una curiosidad más del edificio es la limpieza de su fachada, “cara, singular y complicada”. Y como los noruegos son muy mirados con esto del dinero, se produjo, por supuesto, "un debate interno sobre el elevado coste que suponía mantenerla reluciente. Tras numerosos estudios y ninguno del agrado, de pronto aparecieron unos escaladores, chavales jóvenes estudiantes aficionados a la escalada que montaron su compañía y propusieron encargarse de la limpieza y mantenimiento, y aquí están, haciendo su tarea mientras escalan” apunta el arquitecto.

 

Munch Museum-Photo Einar Aslaksen-01106 3 web. Un museo vivo

Foto: Einar Aslaksen

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Un museo vivo

El nuevo museo Munch es un lugar vibrante y totalmente accesible que ofrece un amplio programa de eventos y experiencias para visitantes de todas las edades. Las instalaciones de investigación y conservación son accesibles al público, lo que permite a los visitantes conocer el trabajo en curso que se lleva a cabo para preservar y celebrar el legado de Edvard Munch. El programa de eventos incluye conciertos, lecturas de literatura, talleres de performance y arte, integrando el museo dentro del nuevo distrito cultural de Bjørvika, posiblemente el más cool de la ciudad. Y cómo no, aquí también se afianza no solo la apuesta de Oslo por la arquitectura y el diseño, sino también por la gastronomía. De ahí que los visitantes también pueden disfrutar de una comida en el restaurante del piso 13, con un enfoque más gastronómico, con vistas a la ciudad y al fiordo o en el bistró, un concepto más casual, ubicado en el lobby.

Munch Museum-Photo Einar Aslaksen-6496 K3 web. Un legado apabullante

Foto: Einar Aslaksen

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Un legado apabullante

La colección Munch que el propio artista donó a la ciudad de Oslo tras muerte incluye más de la mitad de las obras conocidas de Munch, que incluyen más de 26.700 pinturas, grabados, fotografías, dibujos y acuarelas desde 1873 hasta 1944. Si bien Munch es sobre todo conocido por obras como El Grito o La Madonna, ambos en la cuarta planta del museo, también experimentó con varios medios y técnicas que le acercaron al modernismo. Además de sus pinturas, acuarelas y grabados en madera, Munch compró una cámara Kodak en 1902 y hoy es reconocido como uno de los primeros artistas en experimentar con la fotografía de autorretrato.

Munch Museum-Photo Einar Aslaksen-6720-3 K3 web. Munch Polifacético

Foto: Einar Aslaksen

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Munch Polifacético

La colección del museo también incluye miles de otros artículos incluidos en el legado original de Edvard Munch a la ciudad, como sus planchas de impresión y piedras litográficas, así como cartas y aproximadamente 10,000 objetos de sus propias pertenencias personales. Además de brindar mayores oportunidades para exhibir las obras de arte de Edvard Munch, el nuevo museo también alberga importantes exposiciones temporales de artistas noruegos e internacionales, eso sí, con la máxima de seguir explorando la influencia perdurable de Munch en las generaciones de artistas que han seguido su senda.

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