Libros y películas nos han acercado en los últimos años a la vida del pintor holandés Johannes Vermeer. Muchos reconocen hoy sus obras gracias a su estilo único, su técnica y la atmósfera de las escenas que reproducía y que le llevaron a ser conocido como el maestro de la luz holandesa. Además, de los escasos 45 cuadros que pintó, solo se conservan una treintena, la mayoría expuestos en los mejores museos del mundo (sobresalen el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Maurithuis de La Haya), lo que hace que su legado sea aún más exclusivo y Vermeer esté considerado uno de los grandes maestros de la pintura europea. Sin embargo, no fue así en vida del pintor.