Perelada está en el Alt Empordà, en medio de un puzzle de campos de cultivo, rodeado por los ríos Llobregat de Empordà y Orlina y por varios parajes naturales de Girona. Perelada es un municipio y también es una bodega cuyos orígenes se remontan a 1923. Se llega siguiendo una carretera local recta como una pista de aterrizaje. Ahora estrenan bodega junto a la entrada del pueblo, pero cuando se pasa el cartel indicativo del término municipal, aún no se ha visto la fachada. Estar está, pero no se ve. O sí… Todo depende de cómo se mire.
Cuenta Javier Suqué, Presidente del Grupo Peralada, a Viajes National Geographic que cuando su padre vio el proyecto de la nueva bodega antes de morir, le reclamaba la fachada: “¿Vamos a hacer un edificio que nos va a costar un dinero y no va a tener fachada?” recuerda que le dijo.
Lo que decía el padre tenía su lógica, pero los integrantes de RCR Arquitectes tenían otra idea. “Este lugar merecía una intervención arquitectónica silenciosa, atemporal y con el menor impacto posible", explica Rafael Aranda, responsable del estudio de arquitectura junto a Carme Pigem y Ramón Vilalta. “Precisamente eso es lo que queremos -respondió Javier Suqué a su padre-, que no se vea desde la carretera, que la gente tenga que entrar para vivir la experiencia de la bodega”.