Si se visita la Basílica San Pietro in Vincoli de Roma durante el equinoccio de primavera, se puede observar un fenómeno excepcional en la tumba de Julio II: cómo los rayos del sol atraviesan las ventanas de la fachada e iluminan la obra con un juego de luces que, minuto a minuto, irradia teatralmente algunos elementos fundamentales del grupo escultórico y refuerza su significado espiritual. O, lo que es lo mismo, cómo Miguel Ángel hizo de su programa iconográfico un sorprendente fenómeno visual que "supera los efectos especiales modernos".