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Postcrossing o cómo viajar por el mundo intercambiando postales

​Cada día, millones de personas utilizan estas plataformas digitales para intercambiar postales y conocer a gente de todo el mundo.

Como cada día, aquella mañana de julio de 2005 Paulo Magalhães sacó de su bolsillo el manojo de llaves, cogió la más pequeña mientras dejaba que el resto cayeran presas de la gravedad e introdujo los dientes de sierra por la cerradura de su buzón. No podía ser más feliz: alguien había contestado a una de las cartas que envía a sus amigos y familiares por todo el mundo. Era la primera de muchas postales que cambiarían por completo su vida.

 

Quince años más tarde, Paulo y su pareja Ana Campos gestionan Postcrossing, una red social que conecta a viajeros de todo el mundo y que en la actualidad lleva más de 57 millones de cartas enviadas. Esta es su historia. 

 

Postal

Foto: Shutterstock

Postal

Ahora que millones de personas deslizan los dedos por las pantallas de sus móviles a ritmo de vértigo y la inmediatez y la globalización se unen para crear una bestia que engorda a cada minuto, a cada segundo, a cada usuario, surgen iniciativas que abogan por lo contrario. Y es que, en paralelo a este frenesí, hay miles de personas dispuestas a cambiar su forma de comunicarse, a gastar tinta y transformar los Whastapps en cartas.

Misivas que viajarán miles de kilómetros a ubicaciones aleatorias, lugares esparcidos por todo el planeta. Y que, semanas más tarde, recibirán una respuesta con la que el círculo se habrá completado. Es decir: dos personas se habrán puesto en contacto. Así funciona Postcrossing, la plataforma online que hace quince años fundaron Paulo y Ana. Una iniciativa singular en un mundo hiperconectado y que demuestra que lo tradicional no muere, se reinventa.

Chica Postal

El proyecto, que comenzó como un hobby se ha convertido en un trabajo que ocupa el tiempo completo de los dos fundadores. “Dedicamos toda la jornada a mantener y hacer crecer la plataforma y a hacer que sea sostenible en el tiempo. Gracias a la publicidad y las donaciones por parte de los usuarios, el acceso sigue siendo gratuito y universal para cualquier persona, el único requisito es crearse un perfil y solicitar una dirección a la que escribir” confiza Paulo Magalhães a Viajes National Geographic.

El secreto del éxito de este proyecto reside en algo que supuestamente ha quedado relegado a los confines del tiempo, y no es más que el hecho de ser algo único, manual, artesano. “Que alguien se tome el tiempo para encontrar la postal correcta para ti, y que escriba un mensaje a mano, coloque un sello y luego lo envíe por correo, lleva tiempo y esfuerzo. Pero es precisamente eso lo que lo hace más especial para el que la recibe” explica Paulo. Enviar un mensaje de texto es fácil de hacer, pero también fácil de descartar, las postales en cambio requieren tiempo para pensar, lo que supone una mayor implicación del usuario.

Una postal, un viaje

En un tiempo en el que le viaje se ha reducido a su mínima expresión, el contacto con otras personas de alrededor del mundo ha hecho más llevadero el confinamiento. “Postcrossing es una manera perfecta de seguir conectado con el mundo sin la necesidad de realizar el viaje físico, de hecho, muchos usuarios que no pueden permitirse realizar según que viajes utilizan la plataforma para descubrir nuevos lugares y personas interesantes desde sus casas”.

Lo que hace especial al proyecto es el hecho de que alguien se tome el tiempo para encontrar la postal correcta y escriba un mensaje a mano a un completo desconocido.

A veces, la curiosidad por conocer quien hay detrás de esa tipografía que te interpela expresamente a ti es lo suficientemente grande como para emprender un viaje en busca de su autor o autora. Ese es el caso de Marc Talens, un usuario de PenPal World, otra red social que como Postcrossing, se dedican a conectar a personas de todo el mundo a través de las cartas y que un día decidió echarse a la aventura y poner cara y voz a aquellas personas con las que llevaba entablando conversación durante meses.

Escribiendo postal

"Me contactó una chica de Polonia y empezamos a escribirnos. Al principio lo hacíamos por carta pero al poco tiempo lo sustituimos por el correo electrónico y los mensajes a través de las redes sociales. Teníamos muchas cosas en común y congeniamos rápidamente. De hecho, viajé hasta allí y durante cinco días estuve conviviendo con ella en su piso de estudiante" explica Marc a Viajes National Geographic.

Para él, este tipo de experiencias supone un paso más allá en la manera de viajar, ya que gracias al contacto personal, le permitió vivir la ciudad desde otra óptica. "Esta chica no sólo me enseñó la ciudad con sus propios ojos que ya hace de la experiencia algo más singular, sino que pude entrar en su vida durante varios días, viendo los momentos de tensión, relax, monotonía o aburrimiento. En ese momento te das cuenta que al fin y al cabo, todos somos iguales. Es una gran forma de abrir la mente."

Aquella experiencia sólo fue el inicio de muchas. Durante cuatro años, Marc hizo de las cartas una excusa para viajar y conoció Italia, Inglaterra y Serbia a través de las manos que le habían escrito. "La plataforma como tal no está pensada para realizar viajes sino para conocer a gente y mantener contacto con otras personas a través del intercambio de cartas. Sin embargo, para mí fue como una especie de trampolín y me permitió conocer físicamente a esas personas".