El primero en apostar por un dirigible para ir al Polo Norte fue Roald Amundsen. El hombre que conquistó el Polo Sur gracias a confiar en la tecnología puntera de su época —los trineos tirados por perros le permitieron adelantarse a la malograda expedición británica de Scott—, optó tiempo después por uno de los dirigibles del ingeniero italiano Umberto Nobile, quien había explicado las ventajas de este tipo de aeronaves en una publicación de la National Geographic Society para alcanzar la meta soñada toda la vida. La gran aventura de ambos comenzó en Roma, el 29 de marzo de 1926. Con el italiano a los mandos del Norge, llegaron al archipiélago de Svalbard, desde donde probarían el asalto al Polo Norte geográfico, que alcanzaron finalmente el 12 de mayo.
Ahora es la empresa Ocean Sky, fundada en 2014, la que propone repetir aquella expedición histórica. Solo que además ellos sí tienen planeado aterrizar en el Polo Norte. Lo harán con un dirigible a la última en tecnología y diseño, el Airlander 10, y será la primera vez que suceda en toda la historia. Si lo logran, demostrarán que los viajes y el transporte aéreo pueden ser sostenibles con el medio ambiente.