Tradición y vanguardia van de la mano de esta ruta alpina que lleva al viajero a conocer los grandes puertos de montaña de Suiza al volante de un coche eléctrico rompiendo el mito de la autonomía y limitaciones de estos vehículos. Probablemente sea uno de los puertos de montaña más conocidos de los Alpes y, con toda seguridad, es uno de los mejores pasos para disfrutar conduciendo. Siempre hay un antes y un después tras haber transitado por él. Son más de 30 kilómetros de curvas para hilvanar una tras otra con la única banda sonora que se elija en el equipo de audio. ¿Cómo? Sí, porque no habrá más sonido de fondo, esta es parte de la magia de viajar con un coche eléctrico. En Suiza crearon La Gran Ruta de Suiza para descubrir el país por carretera y ahora han ido un paso más dibujando la misma ruta pero pensada para vehículos eléctricos y con los puertos de montaña como parte de su atractivo. ¿Cómo es posible? El país helvético cuenta con una completa red de estaciones de recarga con más de 100 hoteles para cargar las baterías y más de 200 estaciones más a lo largo de su geografía que permiten diseñar una ruta a medida. A partir de aquí bastará con seguir el recorrido sin tener que preocuparse de la autonomía del vehículo, un recorrido que en este caso llevará al viajero a descubrir la Suiza de los puertos de montaña a golpe de kilovatio. Que duda cabe cabe que abordar una ruta por puertos de montaña es un reto para un coche eléctrico ya que el consumo de energía se dispara durante la ascensión por la carretera. Así y todo la completa red de estaciones de carga disponible en Suiza es una garantía para viajar sin la inquietud de estar pendiente todo el rato de la autonomía. En este sentido la llegada de nuevos modelos de vehículos eléctricos, más concretamente SUV de gama alta, con autonomías cercanas a los 400 kilómetros está cambiando el panorama. Además, dependiendo del coche bastará parar en un Supercargador y en el tiempo en el que se toma un café y se estiran las piernas se ganan 200 kilómetros de autonomía. Y por la noche, en el hotel, hay tiempo más que suficiente para recargar las baterías al 100%. En este caso el punto de partida de la ruta se sitúa en Zurich para acabar en el cantón del Valais dejando para el final el Furkapass, la guinda de este viaje. Saliendo de Zúrich y siguiendo la dirección de las agujas del reloj para poder ver la señalizaciones de La Gran Ruta de Suiza se pone rumbo hacia Davos, a los Grisones, donde empieza esta epopeya con los puertos de montaña como protagonistas. Desde la misma localidad de Davos hacia St. Moritz está el puerto de Flüela (2.383 metros) que atraviesa la Alta Engadina. Son 13 kilómetros de una hermosa subida con un porcentaje medio de 6,4 % para disfrutar conduciendo desde el primer momento. Ya en St. Moritz hacia Lugano se circula primero el Splügenpass (2.114 metros), tal vez de los menos conocidos, y luego por el Passo di San Bernardino (2.066 metros) brindando unas panorámicas espectaculares con cascadas y poblados bosques de abetos. Con los puertos de montaña como hilo conductor y las curvas como compañeras de viaje la ruta sigue del Ticino hacia el Valais, primero llega el puerto de San Gotardo (2.106 metros), de Airolo a Andermatt, pero por la Via Tremola, la antigua calzada adoquinada por los romanos. Antes de llegar a Andermatt, en el catón de Uri, se arriba a la localidad de Hospental y desde aquí se enlaza con el Furkapass (2.429 metros) para dar el salto al cantón del Valais. En este último caso son 31 kilómetros con 1.400 metros de desnivel. Se trata de uno de los puertos más altos de Europa popularizado por su aparición en la película Goldfinger (1964) en la que James Bond (Sean Conery) sube por el puerto de Furka al volante de su mítico Aston Martin DB5 y Tania Mallet, una de las protagonistas femeninas, en un Ford Mustang Convertible (descapotable). El paso por el Furkapass es una experiencia que no se olvida. Más allá de la cantidad de curvas, cautiva el desnivel con virajes de 180 grados para ir ganando altura donde será fácil oír el chirrido de las ruedas en conducción alegre; es lo que tiene ir con un coche eléctrico. No solo se disfruta conduciendo, también lo hacen los acompañantes gozando de unas vistas impresionantes y el paso por puntos emblemáticos como el hotel Belvedere. Dependiendo de la época del año coches, autocares, motos y bicis llenan la carretera. Porque el Furkapass tiene un magnetismo especial . Y el que lo ha probado siempre querrá repetir, si le gusta conducir.