Cambio de paso

¿Qué hace un hotel tan distópico como este en una ciudad como Zúrich?

La primera incursión en Europa de Five Hotels and Resorts es una distopía que sorprende, pero que funciona a la perfección. Aquí se viene a divertirse.

El concepto hotelero más divertido de Dubái ha encontrado un nuevo hogar en Suiza. Con 87 suites, siete restaurantes y uno de los únicos clubes nocturnos de Zúrich, la tercera propiedad de la cadena hotelera Five (las otras dos propiedades están en Dubái) está ubicada en las faldas de la montaña Uetliberg y cuenta con unas impresionantes vistas sobre la ciudad suiza. Aunque aquí, precisamente eso, es lo de menos.

 

La propiedad, que anteriormente albergaba el hotel Atlantis, tiene, desde hace poco menos de un año, un nuevo inquilino: Five Zurich. Y aunque afortunadamente se ha conservado el distintivo exterior del edificio, perteneciente a la década de 1960, el interior ha sido completamente rediseñado, y de qué manera. Siguiendo los pasos del mítico Atlantis, que llegó a esta poco conocida área de Zúrich como una apuesta por el hedonismo alejado del asfalto, Five recoge el testigo para continuar siendo fiel al hedonismo, sí, pero a uno mucho más millennial.

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Foto: FIVE Zürich

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El hotel-destino

La primera de una larga lista de cosas que sorprenden en torno a Five Zurich es que no está ubicado en el centro de la ciudad, sino a unos 20 minutos en coche, también en tranvía, con una parada frente al hotel, en el área de Döltschiweg, en plena conjunción con la naturaleza y gozando de unas espectaculares vistas sobre la ciudad. Sorprende en este punto que una marca hotelera que construyó su reputación en un lugar de fiesta lleno de acción como Dubái, elija esta zona suburbana de la ciudad para alejarse del ajetreo y el bullicio del centro convirtiéndose así en un ‘hotel-destino’. Five Zurich permite viajar a Zúrich para no ver Zúrich y simplemente disfrutar, comer, reír, bailar y hasta cometer la osadía de relajarse sin necesidad de salir de la propiedad. 

 

Así que bajo esa premisa no es de extrañar que su oferta vaya dirigida mayoritariamente a un público joven, amante de las tendencias y, sobe todo, con muchas ganas de pasarlo bien. Desde la propiedad insisten en que las familias con niños son muy bienvenidas, pero lo cierto es que el encaje, a pesar del holgado aunque manejable tamaño del hotel y de la variedad de oferta, tanto gastronómica, como de relajación, puede ser complicado. 

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Foto: FIVE Zürich

Dispuestos a limar las asperezas que hagan falta, el hotel cuenta con numerosos espacios tanto de ocio como de relajación, entre los que se encuentran una piscina al aire libre con un área de tumbonas con aires de hotel de playa destinado a ser el lugar de moda de la ciudad cuando el calor apremie. En el interior, Refive Spa, su espacio de relajación de más de 500 metros cuadrados, ofrece una piscina interior perfecta para nadar todo el año, sauna, baño turco y todo un abanico de tratamientos y masajes.

 

Comer, beber, bailar

Hay más. Hasta siete espacios gastronómicos para elegir, incluido Maiden Shanghai, un restaurante orgánico de comida china, Soul Street, que sirve comida callejera de calidad de todos los continentes, aunque la india la bordan, y el elegante Vault Wine Bar, perfecto para el aperitivo de antes de la cena. Hay dos espacios donde desayunar, tanto en Tune In, un café internacional que permanece abierto todo el día, o volver a Maiden Shanghai. En cualquiera de los dos la selección de platos es pequeña, pero deliciosa, y hay una carta adicional para pedir platos calientes si se desea.

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Foto: FIVE Zürich

La joya del hotel es The Penthouse, el restaurante principal y también el más deseado, donde se cocina con esmero un menú japonés contemporáneo fusionado con métodos de cocina francesa y se sirve con música preparada por un DJ residente. El ambiente es sofisticado pero bastante distendido, aunque no deja de resultar curioso cómo mientras unos comen una pieza de sushi otros bailan el tema de moda. Todos juntos, pero no revueltos. Desde el propio restaurante se accede al Bathroom Bar, posiblemente el rincón más canalla del hotel y todo un homenaje al pasado musical vinculado al edificio. Una especie de ‘speakeasy’ sin tabúes donde los baños son completamente mixtos y hasta está permitido fumar. Y aunque hay reglas, que esto es Suiza, son las justas. 

 

La conquista del espacio

A pesar de las generosas dimensiones del edificio, el hotel no cuenta con muchas habitaciones, ya que son un total de 87, 45 suites y 42 habitaciones, todas tremendamente espaciosas. La gran mayoría disponen de dos estancias, el dormitorio y un salón con escritorio y un sofá, además del baño, que bien podría servir como otra de las pistas de la discoteca. La decoración, que es mucho menos estridente de lo que se podría esperar, resulta hasta calmada, al contrario que el resto del hotel. Hay muchísimo espacio de almacenamiento, máquina de café Nespresso con cápsulas gratuitas y un mini bar (de pago) bien surtido. Siguiendo la política de sostenibilidad de la hotelera, no hay plásticos de un solo uso en toda la habitación, y los amenities del baño, marca Rituals, son unos estilosos botes rellenables.

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Foto: FIVE Zürich

Cada habitación cuenta con, al menos, un balcón, aunque las suites suelen tener dos. Y todas las vistas son a la ciudad o a la piscina al aire libre. Y cuando ya parecía imposible que el factor sorpresa siguiera surtiendo efecto aparecen las obras de arte personalizadas para cada habitación, que son obra de los estudiantes del Centro de Economía Creativa de Zúrich.

 

Por amor al arte

Y si de música, fiesta y gastronomía en Five van sobrados, su apuesta por el arte no se queda atrás. Buena prueba de ello es la declaración de intenciones que suponer ver la impresionante Estructura Alphorn de Franz Koster, un herrero local de Appenzell, incluso antes de cruzar la puerta de entrada del hotel. Hay más, como la obra del famoso artista callejero REDL, un espectacular mural de 43 metros que rinde homenaje al legado histórico de FIVE Zurich con una composición de retratos de Rihanna, Freddie Mercury, Muhammad Ali y Elton John.

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Foto: FIVE Zürich

En una llamativa oda a la música, una gran lámpara de araña de cristal enmarca la escalera central del hotel. Extendiéndose desde la azotea hasta la planta baja, el candelabro de formas artísticas y colores es una ilustración viva y visual de cómo reacciona el cerebro humano a las melodías y los ritmos de la música que se reproduce, además de ser el objeto de deseo de cualquier publicación en Instagram.