Sin duda, la fotografía de viajes es un poderoso motor que empuja a descubrir el mundo; la disculpa perfecta para explorar lugares y monumentos, o esperar la mejor luz y vivir un paisaje en plenitud.
Pero fotografiar ofrece aún más. La cámara es un pasaporte único para relacionarse con las personas que se fotografía en los países visitados y vivir miles de experiencias enriquecedoras. A veces es el instante fugaz que dura un disparo… otras muchas será el inicio de una relación llena de sugerencias y recomendaciones, que quizás acabe con una visita guiada a un lugar único, y quién sabe si incluso compartiendo mesa y mantel.
Con esta imagen exploramos esta llave excepcional que es fotografiar a la gente y disfrutar más aún de este mundo habitado por millones de personas.

Ingredientes
- Objetivo angular: Nos obliga a acercarnos a la gente, a entrar en la escena, creando dinamismo y diferentes planos.
- Educación: En este caso es fundamental. Otras fotos serán espontáneas o casuales, pero en un retrato posado la complicidad y la empatía son imprescindibles.
- Muchos fotógrafos prefieren usar maquinas pequeñas para pasar desapercibidos; pero una cámara grande puede dar confianza, y ser como un certificado de profesionalidad ante alguien que no te conoce. ¡Deja que las apariencias engañen! (Con un móvil es difícil ser creíbles.)
Elaboración
En la actualidad, las redes están saturadas de imágenes de los distintos pueblos y razas del mundo. Pero si se navega en la memoria, quizás el primer recuerdo de otras etnias y culturas se formara con una baraja de cartas que representaba a las familias del mundo. Incluso hasta hoy día, generaciones han repetido el mantra de aquel juego: “te pido, te pido… el padre bantú, el hijo mexicano, la madre tirolesa…” viajando con la imaginación a países remotos a través de sus habitantes. Y uno de los grupos familiares preferidos en estos naipes siempre ha sido la familia esquimal.
Por eso, en esta ocasión fijamos el objetivo en Groenlandia para fotografiarles in situ. En un viaje por estas latitudes se toman cientos de imágenes con casas coloridas, montañas agrestes, icebergs, glaciares… Pero ¿por qué no arriesgar un poco más? ¡La propuesta es romper el hielo y fotografiar a la gente!
Groenlandia es, tras Australia, la segunda isla más grande del mundo. En su costa Oeste se encuentra la Isla de Disko, con Qeqertarsuaq como principal asentamiento. Por sus calles, una familia camina con cinco perritos desperdigados, más interesados en descubrir el mundo individualmente que en formar un grupo compacto que atienda al espíritu de la manada.
El primer reflejo es intentar una foto espontánea, pero el desorden es total. Así que una foto del grupo posando, con los cachorros sujetos bajo control, es una alternativa fantástica.
Al no compartir idioma, toda la comunicación es pura mímica. El fotógrafo sonríe, mostrando su interés y por supuesto respeto, y enseñando la cámara repite la palabra mágica: “Foto, foto”, señalando a los perritos, según indica que los tomen en brazos. La ternura que los animales despiertan es entendida como el motivo de la foto, aunque la verdadera razón es esta familia tan especial. En instantes, mamá esquimal entiende el juego, dando instrucciones al clan para preparar la escena, y rápidamente el grupo forma una línea posando con los animales. Es sencillo. En unos segundos surge una complicidad, un proyecto común efímero, pero que perdurará para siempre en esta misma foto.
Solo queda desordenar la rigidez de la pose y crear dimensiones. Gesticulando con las manos, se puede invitar a la hija esquimal a que se acerque: “Te pido, te pido un paso adelante". Al componer un un retrato con modelos espontáneos, lo que hay que hacer es dirigir la acción, liderar con energía esta pequeña aventura de creación pero sin dejar de estar abierto a sugerencias, pues en ocasiones son los propios fotografiados los que componen la imagen de una forma efectiva y precisa.
Emplatado
Con Adobe Cámara Raw u otra aplicación de retoque, conviene rescatar luces del archivo raw para aprovechar al máximo la información que contienen las zonas más claras, como la ropa, nubes, caras, animales, suelo... Después, se aclaran todas las texturas y diferentes tonos de la zona de sombras, vigilando que no surja ruido. Solo queda limpiar los colores con photoshop, y saturar con cuidado que los azules del cielo no salgan de gama y se empasten.
Y Voilà! Resultado: una foto alegre y agradable como la familia que aparece en ella.
Lo bonito en estos retratos es la experiencia de relación dentro del viaje. En este caso , redescubriendo un país ya imaginado en una baraja de cartas.