Hoteles con historia

El regalo de un rey que hoy es el emblema hotelero de Santander

Historia y curiosidades de la Dama Blanca y sus más de 100 años de reinado sobre la bahía de Santander.

Será difícil encontrar un santanderino que no conozca el nombre de El Real. Toda ciudad tiene sus emblemas y en el caso de la capital cántabra este hotel es igual de icónico que el Sardinero o la Magdalena. Con más de un siglo a sus espaldas, el hoy Eurostars Hotel Real sigue vigilando la Bahía con su imponente y majestuosa arquitectura y forma parte del imaginario colectivo como sede de grandes fiestas, de recepciones y sublimes invitados que han pasado por el hotel que la ciudad regaló a Alfonso XIII.

 

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Fachada Real. Regalo Real

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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De Alfonso XIII a Woody Allen

Hay que retroceder al año 1861, momento en que la reina Isabel II decide pasar unos días estivales en las playas de El Sardinero atraída por la incipiente moda europea de los baños de ola. Sin embargo, serían Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia quienes harían de Santander su lugar oficial de veraneo a inicios del siglo XX. Enamorados de la ciudad, el propio Ayuntamiento regalaría al matrimonio los terrenos de la Península de la Magdalena, donde en 1912 se inauguraría el Palacio convertido en casa real estival desde 1913 hasta 1930. Pronto la flor y nata de la época comenzó también a pasear por las playas de Santander, dando lugar a la aparición del icónico Gran Casino o el Hipódromo de Bellavista. Sin embargo, al cada vez superior séquito de personalidades que acudía cada verano siguiendo a  los Reyes le faltaba un hotel a la altura de tan distinguidos invitados.

Santander necesitaba un establecimiento digno, al estilo del Ritz y el Palace de Madrid, del vecino María Cristina de San Sebastián. Y eso no podía ser. Sería el propio monarca quien impulsaría la construcción de un espacio inaugurado en 1917 cuyos salones y terrazas pasarían rápidamente a ser testigos de recepciones, reuniones y fiestas con la flor y nata de la sociedad española de los años veinte. Después se unirían los artistas, escritores e intelectuales que, rendidos a los encantos de sus vistas, harían de El Real un punto de encuentro e inspiración (fue aquí donde Jorge Sepúlveda compuso “mirando al mar soñé que estabas junto a mí”). Por supuesto, las celebridades contemporáneas siguen escogiendo el Eurostars Hotel Real para sus estancias, como  han sido Woody Allen, Bruce Springsteen, Ennio Morricone o Julio Iglesias.

Salón Real. Santander afrancesada

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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Santander afrancesada

Fue el arquitecto Javier González de Riancho Gómez el encargado de traer a Santander la magnificencia francesa adaptada a la climatología montañesa. Oriundo de la ciudad, aristócrata y amigo del monarca, sus planos ya habían dado lugar al Palacio de la Magdalena. En un solar de 15.000 m2 aislado, por ese entonces, de la ciudad, a caballo entre la avenida Reina Victoria y el hoy lujoso paseo de Pérez Galdós, encaramado a una colina frente a la Playa de los Peligros y junto al Palacio de la Magdalena comenzó a nacer una construcción en forma de escuadra con brazos iguales y siete plantas. De estilo neo francés e inspirado decorativamente en el estilo de Luis XVI, González de Riancho proyectó un moderno hotel siguiendo “la norma del Palace Hotel de Madrid y el Reina María Cristina de San Sebastián”, tal como el propio arquitecto señaló en sus memorias.

Debió gustarle el resultado al monarca porque fue él mismo quien le puso el nombre de Hotel Real; sin embargo, su resplandeciente y monumental fachada blanca oteando el cielo le valdría el apodo de la Dama Blanca, nombre que aún no ha perdido. Aderezado con elegantes terrazas, tejados de pizarra, útiles cortavientos, hastiales escalonados y una gran cúpula, este nuevo icono santanderino tardó 15 meses en construirse con un presupuesto de dos millones y medio de pesetas en donde los prohombres del momento no dudaron en invertir en forma de acciones.

Habitación. Histórico y resistente

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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Pasado y futuro

No es cuestión baladí reseñar que esta joya ha sobrevivido al gran incendio de Santander acontecido en los cuarenta y a los bombardeos de la Guerra Civil. Sin embargo, cien años son cien años. De ahí que el hotel haya sufrido varias reformas a lo largo de los años, siendo la última y más profunda bajo la regencia de Eurostars, la cadena que desde 2013 gestiona este edificio cuyo mayor accionista es la Familia Botín.

La firma hotelera apostó por cerrar sus puertas durante medio año el pasado 2018 para adaptar tan icónico espacio a la comodidad y servicios propios del siglo XXI. Sin embargo, la actualización de sus interiores no ha hecho perder ni un ápice el estilo francés y elegancia aristócrata con la que nació el hotel. Suelos de mármol, imponentes escaleras, sobrios tapizados, mobiliario de época, un ascensor dorado que sigue cautivando a todo aquel que lo ve y amplios salones de estilo francés siguen recibiendo a un visitante que hoy duerme en cómodas camas King-Size.

Jardín Real. Un jardín sobre el Cantábrico

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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Un jardín sobre el Cantábrico

Era el 12 de julio de 1917 cuando se inauguraba el hotel a pesar de haber terminado el interior de solo dos pisos. El resto llegó un mes después, pero eso no impidió una visita multitudinaria a las habitaciones y salones que terminó en la terraza, sin duda, la joya de la Corona. Y nunca mejor dicho. Porque es su terraza un lugar mágico que merece una parada propia. Y párrafo propio.

Encaramada sobre un romántico jardín, en la inauguración se sirvió un lunch para un centenar de invitados. Hoy, el mismo servicio se puede seguir disfrutando frente al horizonte cántabro y sobre los 80 tipos de rosas que decoran el vergel donde es posible disfrutar de un paseo tranquilo y sosegado, cubriendo el mismo recorrido que hicieron hace lustros reyes y políticos europeos.

Habitación Real. Habitaciones de 'époque'

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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Habitaciones de 'époque'

Manteniendo el canon de las zonas comunes, las 123 estancias del hotel también transportan al huésped a la Belle Époque. Todas ellas exteriores, invitan a descansar entre maderas nobles, tapicerías y un mobiliario clásico en el que no faltan tocadores de época y elegantes balcones con vistas al paseo o a la Bahía. Aunque si se habla de panorámica, la Suite Real se lleva la palma. Comprendiendo dos plantas de 50m2 cada una, el lujoso dúplex con mobiliario original se cobija bajo la cúpula del hotel abriéndose al horizonte de forma circular. Además, las nueve suites del hotel cuentan con salones privados disponibles para eventos o pequeñas celebraciones.

Junto a algunos muebles originales, lámparas, apliques o relojes de pared restaurados si lo que se buscan son verdaderas joyas originales, en el pasillo de la recepción esperan dos vitrinas con material histórico en donde no faltan piezas de la cubertería de plata, comprada en su día a la bilbaína Anduiza; libros de contabilidad y registro de clientes; publicidad en francés de los años veinte sobre el hotel; fotografías de época y hasta la factura de la empresa cántabra Ribalaygua de las alfombras para el edificio (700.000 pesetas, por cierto).

639. Cantabria en el plato

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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Cantabria en el plato

Junto a la terraza y el vecino bar de tipo inglés, el hotel culmina su propuesta gastronómica a través del restaurante El Puntal; donde 12 mesas de plata y lino invitan a descubrir las excelencias de los productos de Cantabria. Abierto solo en horario de cenas, el restaurante dispone de una regional oferta gastronómica comandada por el chef Felipe Jiménez donde mandan clásicos como el queso de los valles pasiegos, las anchoas de Santoña, arroces con carabineros y lo mejor de la lonja diaria en su carta. . Por supuesto, no falta una carta de vinos con más de 180 referencias.

597. Talasoterapia y vuelta a los orígenes

Foto: Eurostars Hotel Real Santander

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Talasoterapia y vuelta a los orígenes

Fueron los beneficios terapéuticos del vecino Cantábrico lo que atrajo a la monarquía y aristocracia hace un siglo y hoy es el centro de talasoterapia de 1.400 m2 lo que cautiva al huésped contemporáneo. Convertido en uno de los centros más vanguardistas de Europa, un recorrido con agua salada y una carta de tratamientos donde no faltan masajes o envolturas espera en el vecino edificio que una vez fuesen las caballerizas de El Real.