No se sabe con certeza quién fue el primero en volar en un aparato con motor. Para algunos, la hazaña la lograron los hermanos Wright, en 1903, aunque recurrieron a un truco en forma de dispositivo de lanzamiento; para otros fue el brasileño Alberto Santos-Dumont, en 1906, que se arrojó sin ayuda. Lo que sí se ha demostrado es que el primer reloj de pulsera de aviador fue el Santos, de Cartier.
Santos-Dumont, amigo de Louis Cartier, nieto del fundador de la casa de lujo, Louis-François, le había transmitido al primero una preocupación: cuando volaba, le resultaba molesto buscar en su indumentaria su reloj de bolsillo para saber la hora. Louis Cartier puso fin al problema entregándole un reloj de pulsera, con una esfera cuadrada con tornillos visibles y una correa de cuero. Nacía el Santos, un icono de la relojería. Después, otras marcas siguieron su estela en el aire con modelos pensados para los aviadores profesionales. Muchos de ellos han ido dejando huella