Cuestionario en modo avión

Rodrigo Sorogoyen: "El Bierzo es salvaje, precioso y está muy poco explotado, gracias a Dios."

El realizador de 'As bestas', premiada con nueve premios Goya incluyendo el de mejor director, se sincera sobre su experiencia rodando en León y Galicia.

Ocurre, a veces, que el entorno que nos rodea obra su particular magia en nosotros. “Creo que estar en la montaña y en la naturaleza me ha ayudado a tomarme todo con más calma”, reflexiona Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981). Esa montaña y esa naturaleza a las que alude son las que encontró en El Bierzo, donde transcurre su última película, As bestas, un thriller rural inspirado por un suceso real que viaja hasta lo más básico, instintivo y elemental del ser humano. En este caso, el de la pertenencia: a la tierra, a la patria. También el director y guionista (junto a su habitual, Isa Peña) ha hecho su viaje emocional a lo largo de estos años. “Creo que hay un salto de madurez en mi manera de entender el oficio. Lo respeto más, lo vivo con más tranquilidad y, por lo tanto, lo disfruto más. Antes había una especie de ansia por hacer”, dice. Ese afán ahora solo lo aplica cuando viaja: quiere conocerlo todo en el lugar de destino. Con las ilusiones puestas en descubrir México e Islandia y el corazón entregado a Berlín o Italia, Sorogoyen viaja en coche, en el momento en que mantenemos esta entrevista, rumbo al lugar que le apaciguó en su último rodaje. Allí le aguarda un estreno para las gentes de El Bierzo.

Rodrigo Sorogoyen B2
Foto: D.R.

As bestas es un viaje a la Galicia rural, a la “España vaciada”, a esa tierra casi olvidada que mantiene una tradición ancestral: la rapa das bestas. ¿De dónde te ha nacido esa necesidad de viajar al origen, a lo elemental, a los instintos más básicos de la condición humana?

Pues, aunque suene muy poco romántico, leímos una historia en un periódico que nos fascinó y aterró a partes iguales, y decidimos que esa era nuestra película. ¿Qué pasa? Que la película transcurre en la Galicia rural, que nos lleva al origen, a lo instintivo, a lo animal. Y, evidentemente, debía de haber unas ganas, porque, si no, no te metes en una aventura así. Pero lo que nos lleva realmente, el detonante, por así decirlo, el anzuelo o el conejo blanco, hablando como en Alicia en el país de las maravillas, es la historia que leemos.

¿Y esa historia que habéis construido cuánto tiene de la que encontrasteis en ese periódico?

Nos hemos inspirado en una historia que es un crimen, que transcurrió hace diez años, más o menos, pero que se ha alargado en los años por diversos avatares de la investigación que no quiero desvelar por la película. A nosotros nos sirve de punto de partida, no queremos para nada hacer un true crime. También, en parte, por pudor y respeto a las víctimas. A mí y a Isabel (Peña) esas cosas no nos gustan, nos sentimos incómodos. Entonces, cambiamos el lugar, no la Galicia profunda sino el pueblo y la comarca donde se desarrolla. Cambiamos los nombres de los personajes, la nacionalidad de los extranjeros y todo el desarrollo de la trama. Evidentemente, nos hemos inventado muchas cosas en pos de la película.

La película es un thriller reposado con tintes de terror, el que provocan los dos hermanos gallegos protagonistas, dispuestos a todo por conseguir algo del matrimonio francés que vive en su misma aldea. Porque el origen, el de pertenecer o no pertenecer, es importante en esta historia. ¿De qué quiere hablar As bestas?

¡De muchos temas! Uno de ellos es el de la pertenencia de la tierra, el concepto de patria, desde un punto muy primitivo. Pero, a veces, también habla del amor y de la historia de amor de dos personajes, de un proyecto común. También habla de las energías renovables y de capitalismo, de cómo algo tan beneficioso y positivo como son las energías renovables se puede convertir en perjuicioso para el medioambiente, dependiendo de si se trata de una explotación masiva, como hace el capitalismo. Y luego, por supuesto, habla de la xenofobia y del odio al extranjero, que en el fondo es un miedo a que te quite lo que tienes.

El Bierzo en otoño. Foto: Shutterstock

Frente a dos hombres que no han podido elegir su vida, hay un hombre y una mujer que sí lo han hecho. Los primeros están allí por obligación, los segundos lo están por elección. ¿Hay un cierto debate moral en lo que representa cada una de las partes?

Efectivamente, unos están por obligación y otros por elección. El debate moral sería si uno tiene más derecho que otro sobre la tierra. También en relación a “tú eres un afortunado, yo soy un desgraciado, ¿por qué ahora sigues siendo un afortunado? ¿Por qué tu voto, en este caso, impide que yo pueda mejorar o avanzar un poco o conseguir mis objetivos”. Ese podría ser el debate moral.

La película ha sido rodada en El Bierzo. Ya no como director, sino como viajero, ¿qué te ha parecido su paisaje?

¡Buah! Me he enamorado, porque no lo conocía casi y he estado mucho tiempo, prácticamente, casi un año, no seguido, viajando y de manera casi seguida cinco meses, desde agosto hasta diciembre. Es salvaje, precioso y está muy poco explotado, gracias a Dios. La gente de allí nos ha acogido con los brazos abiertos. El verano, como siempre, es espectacular en una montaña. No hace un calor insoportable y es maravilloso con la vegetación. Pero es que el otoño es precioso. Hay como 20 días que merecen mucho la pena porque todo se vuelve rojizo. Además, estoy muy orgulloso de haber podido captarlo para la película. El invierno es terrible, porque hace un frío increíble, pero bueno, si sabes a lo que vas, también encuentras su belleza, por supuesto.

Toda esa zona por debajo de Burdeos y por encima del País Vasco francés es espectacular.

Además de El Bierzo, ¿hay algún otro lugar inolvidable que hayas descubierto a raíz de un rodaje?

¡Sí! Tuve mucha suerte y una experiencia preciosa cuando rodé Madre, la película en las Landas francesas. Toda esa zona por debajo de Burdeos y por encima del País Vasco francés es espectacular. Con unas playas inmensas como salen en la película, pero también con bosques al lado con una vegetación muy imponente, muy hipnótica.

¿Eres más de viajar dentro o fuera de nuestras fronteras?

No te sabría decir y me negaría a elegir [risas]. Me encanta viajar fuera, pero en España me quedan tantas cosas por ver.

La Palma
La Palma, el próximo destino de Rodrigo Sorogoyen

Cuando puedes, ¿cuánto viajas por placer?

¡Mucho! Del 1 al 10, un 10. Lo que pasa es que como no puedo… [risas]. Viajo mucho por trabajo, pero, claro, mi trabajo para mí es un placer. Al tener esta profesión está todo un poco mezclado, pero vamos, lo que es placer, placer, placer… ¡Mira! Dentro de unas semanas, en cuanto se estrene la película, me voy a La Palma por puro placer.

Todo lo que sea abrir lugares, en esta vida tan corta que tenemos que se nos pasa tan rápido, es impagable.

¿Qué tipo de experiencias prefieres cuando viajas?

Me gusta cambiar. No soy mucho de tumbona y playa, pero, por ejemplo, ahora que me voy a La Palma, un día voy a estar de tumbona y playa seguro. Pero me gusta moverme mucho, conocerlo todo. Si peco de algo es de inquieto. Me da rabia ir a un sitio y no conocerlo todo, y hay veces en que hay que aceptar que no puede ser así y que es mejor incluso conocer menos y mejor que todo y mal.

¿Cuál es el viaje más inolvidable que has hecho en tu vida?

No sé si cuenta como viaje, pero estuve viviendo tres meses en Berlín. Ya lo conocía, pero siempre me había enamorado. Aunque empezó a ser invierno y no había luz, y yo eso no lo soporto, pero fue increíble estar allí un tiempo. Luego, me hice un mes de Interrail con 20 años, una experiencia inolvidable. Y como destino, Grecia lo quiero conocer muchísimo más, porque estuve una semana por sus islas y, claro, es espectacular. Por último, he estado hace nada en Córcega, que tampoco la conocía, y es precioso.

"Nápoles y sus islas me fascinan. Buena comida, buena historia, buenas gentes y buenos paisajes, también, en los alrededores."

¿Y cuál es ese viaje que cada día que pasa tienes más pendiente?

¡México! He anulado ya dos viajes, uno por COVID y otro por agenda, ¡y no puede ser! Tengo que ir ya y sé que me va a fascinar. Tengo unas ganas tremendas.

Coordenadas viajeras

Rodrigo Sorogoyen

  1. ¿Adónde nos llevas si vamos al norte?

    Voy decir un sitio donde no he estado, que es Islandia. Tengo muchas ganas de conocerla porque todo el mundo que ha estado me ha hablado muy bien. Me parece que es muy buen destino para ir en verano con caravana y bici. Las imágenes que he visto me han parecido increíbles, la verdad. Estuvo un amigo mío currando con una residencia y me dijo que es súper recomendable.

  2. ¿Qué destino eliges mirando al sur?

    Granada, porque hace mucho que no voy y, últimamente, me apetece mucho. Es una ciudad con un ambiente cultural y una cultura histórica muy potentes, aparte de que las gentes de allí y el ambiente son muy simpáticos. He estado como dos veces y me gustaría volver a la Alhambra.

  3. ¿Y si vamos al este?

    Soy fanático de Italia y siempre que puedo viajo allí. Nápoles y sus islas me fascinan. Buena comida, buena historia, buenas gentes y buenos paisajes, también, en los alrededores.

  4. Toca el oeste…

    Voy a elegir Buenos Aires, que sólo he estado una vez. Tengo a un amigo allí viviendo ahora mismo y quiero ir a visitarlo.

     

¿Qué no puede faltar en tu equipaje cuando viajas?

Un libro. Cada vez me gusta menos la novela, la verdad, prefiero los ensayos, las biografías, los libros históricos... Por ejemplo, ahora me estoy leyendo Honestidad brutal. O la huida hacia delante de Andrés Calamaro de Darío Manrique.

¿Tienes alguna manía viajera?

¡No! Pero siempre voy con la hora justa y a veces pierdo el avión. Detesto esperar y me creo más listo, creo que voy a llegar y a veces no llego. A ver, he perdido dos aviones en toda mi vida. Vale, son pocos, pero es verdad que correr para cogerlo me ha pasado 18.000 veces y siempre me digo “¡tú eres tonto!”.

"No sé si cuenta como viaje, pero estuve viviendo tres meses en Berlín. Ya lo conocía, pero siempre me había enamorado"

¿El souvenir más apreciado que tienes en casa?

Un elefante de madera. Es una chorrada, pero le tengo cariño porque es de un viaje a la India que me hice con dos amigos.

Comer y viajar es todo uno. ¿Un plato que tengas grabado a fuego en el paladar?

[Piensa…] Un besugo en Bilbao [risas]. ¡El pescado de todo el Cantábrico es inigualable!

La última pregunta, y no menos importante: ¿Por qué viajas?

Uno tiene que viajar para abrir la mente y ver otras realidades. Y esto se puede extrapolar a cualquier tipo de viaje, porque un viaje puede ser conocer a una persona nueva, aunque sea de tu portal de al lado. Nos vemos siempre con las mismas personas, hacemos siempre lo mismo… Pues eso es todo lo contrario a viajar. Viajar es cuando conoces a alguien nuevo y de repente su manera de pensar, su manera de expresarse, sus gustos… te abren lugares. Todo lo que sea abrir lugares, en esta vida tan corta que tenemos que se nos pasa tan rápido, es impagable. Viajar es eso multiplicado por mil. Conocer, ver… Todo eso te hace una persona mucho más culta, abierta y libre. Te hace mejor persona, estoy seguro.