Un cortijo-destino

El secreto de este hotel sostenible de la Sierra de Granada está en la biomasa

La Bobadilla lleva tres décadas demostrando que no hay nada más exclusivo que el respeto por el entorno y por sus sabores.

El Dr. Rolf Egli, empresario y abogado suizo, fue todo un visionario del descanso y cuando se adentró en aquel insólito paraje granadino. Lo que empezó como un sueño por convertir un cortijo abandonado en un restaurante de lujo, acabó convirtiéndose en un cinco estrellas Gran Lujo con filosofía slow y gran reconocimiento internacional. Rodeado de más de 300ha de olivos, a 100 kilómetros de la Costa del Sol, este Royal Hideaway de Barceló se sitúa como parada ineludible donde buscar el descanso y conectar con el entorno, vertebrador de la nueva propuesta de su gastronomía.

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La Bobadilla. Décadas de historia que parecen siglos

Foto: La Bobadilla

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Décadas de historia que parecen siglos

La Bobadilla acaba de cumplir los 36. Fue en 1985 cuando se inauguró, pero aquella postal era muy diferente a lo que se ve ahora al acercarse desde uno de los cerros de la sierra de Loja que lo custodia. Allí no había nada más que un cortijo en ruinas llamado La Finca, pero cuando el Egli llegó al lugar, el flechazo fue inmediato: su idea era convertirlo en un restaurante de lujo en mitad de la nada. Pronto llegaron las ampliaciones y las primeras habitaciones del hotel –esas comidas y cenas necesitaban ser reposadas– , comenzaron en 1986 con 35 habitaciones en total. En 1992 La Bobadilla ya albergaba 62 habitaciones, a día de hoy cuenta con 76. En 2000 pasó a ser gestionado por Barceló Hotels & Resort y en 2006 llegó la gran reforma con la que habilitaron un agradable restaurante para los desayunos y convirtieron su Spa & Wellness en uno de los más cuidados de la plantilla hotelera nacional. Si alguien pregunta por su propietario inicial, la historia no acaba bien, una mala gestión de sus finanzas le llevó a acabar mendigando por las calles de Málaga.

La Bobadilla. Décadas de historia que parecen siglos

Foto: La Bobadilla

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Un cortijo a imagen y semejanza del pueblo andaluz

Se trata de un hotel destino y no en vano el Dr.Egli quiso recrear en él todo lo que el viajero pudiese necesitar en él, tanto que recreó un auténtico pueblito andaluz, con su plaza y capilla incluida, frecuentada por japoneses que acuden a casarse allí de blanco, acoge el órgano privado más grande Europa, construido en Bilbao con 1595 tubos; a las 12 sus campanas repican como harían en cualquier otro pueblo en el blanco sur. Para darle forma a todo ello contó con Jesús del Valle; arquitecto y propietario conectaron ya que ambos sentían especial debilidad por el estilo mudéjar que se ve plasmado tanto dentro como fuera del complejo. Su lobby, con su imponente columnata marmolada y arcos que recuerdan a la mezquita de Córdoba, es un pequeño gran ejemplo, pero repartidos por el hotel se esconden otros muchos rincones con esencia andalusí. La misma que está presenta en sus habitaciones, todas únicas, ninguna parecida entre sí.

La Bobadilla. Descanso sostenible

Foto: La Bobadilla

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Descanso sostenible

La definición se queda corta pero lleva en ella todos los motivos para merecerla. Se trata  de uno de esos sitios donde al caer la tarde el personal acude, habitación por habitación, a retirar las sábanas de la cama abriéndola como si con ello estuvieran abriendo un portal mágico a otra esfera del descanso. Sus camas King Size están cubiertas por sábanas de algodón de 300 hilos, de esas en las que quedarse dormido con el sonido de los grillos y despertarse con el de los pájaros.

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La Bobadilla. Mucho más que eco

Foto: La Bobadilla

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El secreto está en la (bio)masa

En 2009, el hotel apostó por lo ecológico con la puesta en marcha de su planta de biomasa con la que sustituyó el gas propano por la combustión de huesos de aceitunas procedentes del olivar que rodea el complejo. Gracias a esta apuesta por la innovación y el slow travel, ha logrado redurcir en un 80% las emisiones de CO2 a la atmósfera y en un 45% el consumo energético  Cuenta Elisa Rosas, RRPP del hotel, que en invierno procesan en “mil kilogramos de huesos de aceituna al día que equivale a 100 gramos de ceniza y no contamina” con el fin de abastecer de energía y calor a la piscina del SPA, a la exterior y a la calefacción. El resto de temporadas entre 400 y 500 kg. El silo tiene una capacidad de 40.000 kilogramos y aunque no da de sí para el autoabastecimiento “ayuda a calentar el Spa y la piscina exterior”.

La Bobadilla. Retiro de reyes en el que sentirse como en casa

Foto: La Bobadilla

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Retiro de reyes en el que sentirse como en casa

Por La Bobadilla han pasado muchas personalidades, monarcas, emires, artistas y deportistas, pero su exclusividad también atrae a lugareños, vecinos de la comunidad y de otros puntos de dentro y fuera del país. ¿Lo más valioso de todo? Que a cada uno de ellos se les recibe como al primero, con una sonrisa y todo tipo de facilidades que vienen dadas por un personal entregado al lugar. Cuando abrían por Navidad, como parte del decorado, un abeto ocupaba cada habitación del hotel, pero contaba Elisa que “un año un cliente alojado en la suite les pidió un pinsapo que tras dejar el hotel pasó a ser trasplantado a la entrada. 22 años después sigue grande y robusto dando la bienvenida a todo el que llega". Así de serviciales y complacientes son en este oasis del descanso.

La Bobadilla. Propuesta gastronómica con estrella y en sintonía con el entorno

Foto: La Bobadilla

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Propuesta gastronómica con estrella y en sintonía con el entorno

Qué gran acierto que la cocina del restaurante La Finca haya tomado un nuevo rumbo sin perder su norte: la apuesta por la agricultura sostenible y el slow food. Con su reapertura en junio se renovó también la propuesta de su gastronómico y para ello contaron con Pablo González, chef del murciano La Cabaña, galardonado con dos estrellas Michelin y tres soles Repsol. Reza su menú degustación que “cada sabor es una historia que contar” y así hacen cada uno de sus platos con embajadores del producto con los que cuenta el restaurante y a los que muestra retratados en su recibidor.

La Bobadilla. Mangostán de Málaga, trucha de Riofrío, gamba de Motril y aceite de sus olivos

Foto: La Bobadilla

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Mangostán de Málaga, trucha de Riofrío, gamba de Motril y aceite de sus olivos

Un elenco que hace la experiencia enteramente genuina que comienza por un paseo por nuestra Finca, una representación de lo que de ella se recoge al que le sigue una sardina en escabeche, su anchoa y caviar de Hojiblanca que se sirve en la vajilla de plata que lleva en el restaurante tantos años como lleva abierto. Mención aparte su servicio de panes, mantequilla, aceite y paté o su salmonete con su jugo y espinacas a la brasa. Se acerca el cierre, cuyo preludio viene anunciado por su carrito de quesos artesanos de la Ruta Andalusí y que culmina con una exclusiva degustación de chocolates del mundo que se sirve en la cerámica que firma la artista Noemí.

La Bobadilla.  El caviar también es lujo sostenible DTE 9459

Foto: La Bobadilla

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El caviar también es lujo sostenible

A 15 kilómetros de este exclusivo oasis se encuentran las piscifactorías de la empresa Caviar Riofrío que desde 2006 cuenta con certificado ecológico, el único productor de esta categoría en el mundo, así que no es extraño que muchos clientes amantes de este oscuro objeto de deseo hagan noche en el hotel con la excusa de la visita. No es la única relación que guardan ambos lugares, las huevas y carne de esturión juegan un papel importante en la carta de La Finca, poniendo de nuevo de manifiesto el compromiso que ejerce La Bobadilla con su entorno.

La Bobadilla. Mesa con vistas

Foto: La Bobadilla

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Mesa con vistas

Además de La Finca, La Bobadilla completa su oferta gastronómica con El Cortijo, donde rendirse ante las recetas más arraigadas de la comunidad con una panorámica bañada por olivos y rebeldes colinas y El Mirador, con vistas a ese oasis que es la piscina y su jardín donde probar platos más ligeros como su apetecible ensalada de perdiz en escabeche o la ensaladilla con esturión, de Riofrío, por supuesto.

La Bobadilla. AOVE también para cuidar la piel

Foto: La Bobadilla

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AOVE también para cuidar la piel

Las casi 300ha de olivos con los que cuenta La Bobadilla dan para mucho, su aceite no solo está presente en la carta de los espacios gastronómicos del hotel sino también en la de su spa. Dentro de los muchos tratamientos que ofrecen, ahora reforzados con la exclusiva cosmética de Natura Bissé, existe uno en especial que no debería faltar en el programa de quien lo visite: un relajante masaje corporal a base de su aceite de oliva y otros aceites esenciales de ingredientes que recolectan de su campo como la almendra, el tomillo y el romero.

La Bobadilla. Mucho más que eco

Foto: La Bobadilla

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Todos los caminos conducen a la Sierra de Loja

La finca en la que reposa la Bobadilla es una extensión de casi 400 ha custodiada por la coqueta sierra granadina de Loja que se puede recorrer a pie, en bici, a caballo o hasta en boogie –eléctrico, para evitar la contaminación acústica–. A su entrada se encuentran las caballerizas, gestionadas externamente, para los que se atrevan con la equitación. En el hotel se alquilan bicicletas de forma gratuita para explorar las vías verdes que surcan su finca, aunque también se puede practicar la marcha nórdica, que consiste en caminar a paso normal acompañado de bastones. A la vuelta, un chapuzón en su equipada piscina de 1.500m2 es la mejor recompensa y el mejor antídoto contra el calor. Y si se junta todo, el pack no podría pintar mejor.

 

Hotel Bobadilla