Burgueses rurales

Burgos a través de seis hoteles remotos, tranquilos y sorprendentes

Esta preciosa provincia está salpicada de establecimientos casi secretos con mucho, mucho encanto.

Quinta San Francisco

Foto: Quinta San Francisco

QUINTA SAN FRANCISCO, EN CASTROJERIZ

En Castrojeriz, un pueblo del noroeste de Burgos con una historia milenaria e importante parada del Camino de Santiago, se sitúa el hotel Quinta San Francisco. Emplazado a los pies del Castillo de Castrojeriz, este paraíso rural toma su nombre del Convento de San Francisco, del siglo XIV cuyas ruinas, reconocidas como Patrimonio Histórico, forman parte del hotel. Una finca de 15.000 metros cuadrados en los que es posible, y recomendable, pasear por unos jardines repletos de hierbas aromáticas, árboles frutales y huertos que abastecen la cocina del restaurante La Bodega. El reposo y el descanso están asegurados en cualquiera de las veintiuna habitaciones con las que cuenta el hotel y es que todo está cuidado al mínimo detalle, desde la calidad de sábanas y toallas hasta las amenities orgánicas y ecológicas de La Chinata, elaboradas con aceite de oliva virgen. Por si esto fuera poco, en las habitaciones uno puede pecar con los dulces caseros hechos por las monjas clarisas del vecino Convento de Santa Clara, cortesía del hotel. 

Burgos en siete hallazgos rurales

Castrojeriz es para obligatoria para los peregrinos del Camino de Santiago en su recorrido por la meseta. La vía Jacobea lleva al caminante hasta la localidad a través de las ruinas del Hospital de San Antón, que pasa bajo un fabuloso arco gótico del siglo XIV.

 

El Prado Mayor
Foto: El Prado Mayor

EL PRADO MAYOR, EN LAS MERINDADES

En el pueblo de Quintanilla del Rebollar, perteneciente a la comarca de Las Merindades, se encuentra el hotel rural El Prado Mayor. Esta posada, que ocupa una casa tradicional del siglo XVI, está rodeada de prados, como su nombre indica. Perfecto para imbuirse de la naturaleza del norte de Burgos, el hotel cuenta con ocho habitaciones, incluyendo las dos suites, El Álamo y El Muérdago. El encanto rural queda patente en todas las estancias, con paredes de piedra vista y vigas de madera en los techos. Contiguo al hotel, en lo que era la antigua leñera de la casa de labranza, cuando el tiempo no acompaña, un acogedor salón con chimenea da cobijo al huésped. En el exterior, un bonito jardín con un huerto que llena la despensa de hortalizas y frutas, base de una cocina sencilla y tradicional. El desayuno en El Prado Mayor merece un apartado propio: lácteos locales, mermeladas artesanales y pan y bollería caseros. 

A cinco minutos del hotel se encuentra el Complejo Kárstico de Ojo Guareña, que con casi 100 kilómetros de cuevas es el más extenso de España, con yacimientos prehistóricos y hasta 63 especies de invertebrados cavernícolas. Los senderos recorren este espacio natural, entre encinas, chopos, enebros y quejicos, gozando además, según la ruta escogida, de la belleza del románico de Las Merindades.

Parador Lerma Exteriores 39
Foto: Paradores

PARADOR DE LERMA

El Parador de Lerma, un palacio del siglo XVII, que ya en la distancia se asemeja a un castillo, es uno de los paradores más espectaculares. Si las paredes del Palacio hablaran, contaría que en sus aposentos dio a luz una reina y que Napoleón Bonaparte fue uno de los invitados ilustres del Duque de Lerma. Hasta Lope de Vega entretenía con sus obras hace cientos de años en el patio interior del palacio. El hotel cuenta con setenta habitaciones de diferentes categorías, doble, junior suite, dúplex y suite, amplias, luminosas y con una decoración moderna que contrasta perfectamente con la solemnidad del Palacio Ducal. La gastronomía es un valor añadido en todo Burgos, y en el Parador de Lerma lo hace en su restaurante Mayorazgo con platos tradicionales de la cocina castellana como el lechazo asado, la morcilla de arroz, la sopa de ajo o las migas del pastor, todo ello bien acompañado de vinos de la DO Ribera de Duero.

La Plaza Mayor de Lerma, donde se encuentra el hotel, es una de las más grandes de España, y es que alcanza casi los 7000 metros cuadrados. El centro histórico de la villa se presta a callejear y casi viajar al pasado. Por ejemplo, recorriendo el Pasadizo Ducal en su tramo entre los monasterios de Santa Teresa y Santa Clara.  Originalmente, este corredor conectaba el Palacio con las diferentes iglesias y monasterios de Lerma y permitía al Duque, al rey Felipe III y a su séquito, acceder a los oficios sin pisar la vía pública como sus plebeyos.

 

 

El Palacete del Obispo
Foto: El Palacete del Obispo

EL PALACETE DEL OBISPO, EN QUINTANILLA SAN GARCÍA

La desconexión viene de serie en El Palacete del Obispo, un pequeño hotel rural que ocupa una casa solariega restaurada con mucho mimo y ubicada en el centro de Quintanilla San García, una localidad cuyos orígenes se remontan al siglo XI. El alojamiento dispone de once habitaciones, dobles, triples y una suite perfecta para acomodar a una familia. Un bonito jardín para rodearse de verde y disfrutar de una cocina sencilla y tradicional en su restaurante justifican de sobras la escapada. 

La ubicación de El Palacete del Obispo en la comarca de la Bureba, convierten a este hotel en un perfecto punto de partida para recorrer lugares tan especiales como Briviesca, la capital de la comarca, declarada Conjunto Histórico Artístico. Si lo que apetece es un contacto directo con la naturaleza, se puede recorrer el Parque Natural de los Montes Obarenes, con el Desfiladero de Pancorbo, por el que discurre el río Oroncillo como visita imprescindible.

 

 

Torremilanos
Foto: Torremilanos

TORREMILANOS, EN LA RIBERA DEL DUERO

El Hotel Bodega Torremilanos (Aranda de Duero) es ideal para una escapada de enoturismo en la Ribera del Duero y es que sus doscientas hectáreas de viñedos centenarios reciben a un viajero dispuesto a disfrutar de buenos vinos y de la contundente y tradicional gastronomía castellana. Después, el descanso está garantizado en cualquiera de las treinta y siete habitaciones con las que cuenta el alojamiento, de las que cuatro son suites y con una decoración moderna o clásica, estas situadas en la parte histórica del hotel. Desde muchas de ellas, la vista se pierde sobre los viñedos que lo rodean. 

A pocos minutos del hotel se encuentra Aranda de Duero, donde se pueden visitar hasta siete kilómetros de bodegas subterráneas, excavadas bajo el casco histórico entre los siglos XI y XVIII. Los humedales de la comarca, como los de Villalba, o las Lagunas de Valcabadillo son un paraíso para los amantes de la ornitología. 

 

La Posada de Prado Rey
Foto: La Posada de Prado Rey

LA POSADA DE PRADOREY, EN GUMIEL DE MERCADO

En un palacete del siglo XVII construido por el Duque de Lerma para dar digno alojamiento al rey Felipe III durante las jornadas de caza y por donde pasaron Rubens y Lope de Vega, se erige la Posada Real de Pradorey. Este singular hotel, cargado de historia y que mantiene intacta la estructura exterior del 1601, cuenta con dieciocho habitaciones, amplias y luminosas y con vistas al bello jardín. Todo en la Posada Real está pensado para el relax y la desconexión, los más activos tienen a su disposición pistas de pádel, de tenis, de baloncesto, además de una piscina. La bodega, ubicada a dos kilómetros del hotel en una ladera y en algunas zonas, subterránea, recibe y guía al visitante, que por supuesto, también cata los vinos de la tierra. 

Recorrer la gran finca en la que se encuentra la posada y las bodegas, ya constituye una excursión en sí misma, cerca del hotel hay una pequeña ermita del siglo XVI. O darse un baño de bosque por la zona, por ejemplo, tomando algún sendero como el que alcanza los humedales del Carrascal.