
Obsesión por capturar la luz
La primera gran exposición del MNAC dedicada a la extraordinaria obra de Turner propone un viaje por los paisajes más atmosféricos del artista, a través de casi un centenar de trabajos que son una excelente representación de todos los temas por él tratados (paisajes, Venecia, playas, mares tormentosos, barcos, fenómenos atmosféricos, escenas mitológicas...). Los 26 óleos expuestos se acompañan de dibujos a lápiz, guaches, grabados y cuadernos de bocetos de la colección de la Tate londinense. Durante una conferencia leída en 1818, el artista pronunció la famosa frase «La luz es, por tanto, color», que ha inspirado el título de la exposición y que muestra su obsesión por capturar esta fuente de la naturaleza. Turner se empeñó en dominar los efectos de la luz, tanto en las acuarelas como en sus cuadros. Su proceso de trabajo incluía la cuidadosa elección del papel, su método singular de imprimación de la tela y su técnica de sobreponer y eliminar repetidamente la pintura para crear un efecto borroso, pero identificable.

«Desembocadura del río Humber» (hacia 1824-5), Joseph Mallord William Turner. Tate: Aceptado por la nación como parte del Legado Turner 1856 Foto Tate.
La furia de la naturaleza
La exposición del MNAC permite comprobar la fascinación de Turner por los fenómenos meteorológicos y atmosféricos. Tormentas, nubes, arcoíris, nieblas, incendios y la luna son motivos recurrentes, aunque la luz solar fue su tema principal, junto a la influencia de la Revolución Industrial que se vivía en aquella época y sus efectos en el paisaje. La selección de obras revela cómo la acuarela fue fundamental en el enfoque científico y a la vez intuitivo de Turner, y cómo le permitió captar la intensidad de las fuerzas de la naturaleza con una precisión expresiva hasta entonces sin igual.
Dividida en siete ámbitos temáticos, de nombres tan evocadores como Luces y atmósferas, Sublimidad luminosa o El sol es Dios (afirmación que se atribuye al artista poco antes de morir), la exposición sigue el desarrollo de sus composiciones desde sus inicios en la década de 1790 hasta sus obras climáticas de mediados y finales de la década de 1840. La muestra incluye un sorprendente apartado dedicado a la oscuridad, con cuadros como el óleo Apolo y Pitón (el dios luminoso enfrentado al dragón en su tenebroso cubil) o el impresionante Mar tormentoso con pecio en llamas.

«Yendo al baile (San Martino)», (expuesto en 1846),Joseph Mallord William Turner. Tate: Aceptado por la nación como parte del Legado Turner 1856.
Del paisaje al cuadro
Las aventuras de Turner por Gran Bretaña y Europa continental fueron una importante fuente de inspiración para sus cuadros de paisajes. Aunque el artista prefería pintar en su estudio, los dibujos, bocetos y acuarelas que realizaba al aire libre constituían una fuente de recuerdos para mostrarlos posteriormente en sus óleos. Los empleaba como notas para composiciones creativas, que se convertían en elementos de su obra final. El pintor de la Real Académia Británica Joseph Farington, coetáneo de Turner y analista de su obra, dejó escrito: «... no tiene un proceso establecido... juega con los colores hasta que logra expresar las ideas que tiene en la cabeza». En una ocasión Turner afirmó que se había atado al mástil de un barco durante una fuerte tormenta para pintar mejor el fenómeno de memoria. Fuera o no cierto, el resultados es que sabía mejor que nadie plasmar sobre la tela efectos atmosféricos extraordinarios.

«Puente de Grenoble» (hacia 1824), Joseph Mallord William Turner. Tate: Aceptado por la nación como parte del Legado Turner 1856. Foto: Tate.
Los viajes de Turner
Al pintor le gustaba observar de primera mano los paisajes que luego inmortalizaba en sus lienzos. Así lo hizo con las neblinosas colinas del Distrito de los Lagos en Inglaterra o los horizontes infinitos de la costa británica de Margate, las montañas alpinas de Francia, las brumosas lagunas venecianas o la ciudad suiza de Lucerna. El puente del Diablo y la garganta de Schöllenen, por ejemplo, es fruto de un esbozo realizado durante sus viajes por los Alpes suizos en 1802. El puente original fue destruido en las batallas entre las tropas francesas y rusas en 1799. Turner a menudo entrelazaba eventos pasados o historias mitológicas en sus paisajes. El pintor empleó el puente reconstruido para visualizar la escena de la batalla, y añadió representaciones imaginarias de pequeños soldados y mulas de carga en un barranco escarpado. También visitó Grenoble. Sus percepciones y recuerdos de la ciudad, y el puente que cruza el río Isère, se combinaron en cuatro estudios del color que dieron lugar a una acuarela terminada hacia 1824. Otros ejemplos son Caída de un alud en los Grisones o Lago, Petworth, atardecer, con la niebla alzándose.

«Luna nueva» o «He perdido mi barca, tú no tendrás tu aro», Joseph Mallord William Turner. Tate: Aceptado por la nación como parte del Legado Turner 1856.
Un paisajista innovador
Turner elevó a la categoría de arte mayor el paisajismo, que hasta entonces había sido considerado un género menor, desafiando las convenciones de su época e incorporando técnicas innovadoras en sus representaciones alegóricas de paisajes y condiciones meteorológicas. Pasó a la historia del arte como el mejor pintor paisajista del periodo romántico gracias a su dominio de la luz, el color y la atmósfera. Estas temáticas se convirtieron en el hilo conductor de su trayectoria, que en años maduros adquirió una expresión difusa y casi abstracta. Se empeñó en dominar los efectos de la luz, tanto con las acuarelas como con sus óleos, realizando procesos muy meticulosos. Incluía la cuidadosa elección del papel, su método singular de imprimación de la tela y su técnica de sobreponer y eliminar repetidamente la pintura para crear un efecto borroso de disolución y trascendencia.
A medida que su carrera avanzaba, la atención de Turner hacia la luz y la atmósfera se imponía cada vez más a los elementos topográficos o escénicos de sus pinturas, que en los últimos años se fueron envolviendo de luz. Algunos de sus estudios más elementales sobre el mar prescinden completamente de las referencias costeras y se convierten en emotivas sensaciones llenas de luz. Esto es especialmente cierto en sus últimas trabajos, en los que Turner difumina deliberadamente los detalles hasta tal punto que el mundo físico desaparece a favor de un universo más luminoso e intangible.

«El Ponte delle Torri, Spoleto» (hacia 1840-5). Joseph Mallord William Turner: Tate: Aceptado por la nación como parte del Legado Turner 1856. Foto Tate.
El Sol es Dios
Se dice que ya cerca de morir Turner afirmó «el Sol es Dios». Aunque se desconoce si su frase tenía un significado existencial, lo cierto es que el astro solar ocupó, sin duda alguna, una posición central en su obra. Fue su tema más representado y apreciado, el «más bello de los seres» o «fuente de alegría», como expresó. Y ese es también el título de la sección final que cierra la exposición Barcelona. Comprende cinco óleos pintados entre 1844 y 1850 (Yendo al baile-San Martino,Visita a la tumba, Flota zarpando, Atardecer desde el Rigi y Lago de Lucderna: bahía de Uri desde Brunnen) y pretende ser un broche triunfal que sumerja al espectador en las telas resplandecientes de la etapa final de Turner, cuando el artista seguía con interés las últimas teorías científicas relacionadas con la luz y el color, y aplicaba sus conocimientos en sus intentos de pintar el Sol y replicar su energía. Además de inspirarse en los efectos científicos, también lo hizo en el poder simbólico del astro, recurriendo a la mitología clásica y con frecuencia haciendo referencia al Sol en los versos poéticos con los que solía acompañar las pinturas que exhibía en la Real Academia de Londres.
El MNAC complementa la exposición con eventos culturales como el concierto titulado «La Luz sobre el piano: Turner según Debussy y Britten», que se celebrará el 28 de junio a las 20 h en el museo (acceso gratuito, pero con aforo limitado). Y es que se sabe que Claude Debussy compuso muchos de sus temas directamente inspirado por la obra del inmenso Joseph Mallord William Turner.
La exposición de la semana
Mondrian Moves
¿Dónde?
Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC)
Palau Nacional, Parc de Montjuïc, s/n.
Barcelona
Fechas y horario
La muestra inaugurada el 20 de mayo puede verse hasta el 11 de septiembre de 2022. El museo abre de martes a sábado, de 10 h a 20h; domingos y festivos, de 10 h a 15 h; lunes cerrado, salvo festivos. Visitas comentadas cada sábado, del 28 de mayo al 10 de septiembre, a las 11 h (castellano) y a las 12.30 h (catalán). Incluye recorrido por la exposición El latido de la naturaleza..
Precio
Ticket conjunto para Turner. La luz es color y El latido de la naturaleza, 8 euros. Entrada general al MNAC, 12 euros, válida para dos días. Permite acceso al Palacio Nacional y visitar a la colección permanente, algunas exposiciones temporales y las terrazas-mirador. Menores de 16 años y mayores de 65, acceso gratuito.