Un Orgullo botánico

El tajinaste rojo, el gran regalo de la primavera en las Islas Canarias

Con el mes de mayo llega el momento esperado de la floración de esta planta endémica de Tenerife.

El Teide y sus imponentes 3.718 metros de altura no es solo un universo geológico de lavas, también es un universo botánico con más de una treintena de plantas endémicas que, cuando llega la primavera, transforman el paisaje del Parque Nacional del Teide. Aparece entonces una alfombra vegetal que cubre las cañadas. La violeta y la retama del Teide, pero sobre todo, el tajinaste rojo con su alto penacho alzado, colorean el escenario ocre con verdes y diferentes tonos rojizos, regalando un poderoso espectáculo cromático lleno de vida que se repite cada año en la isla canaria de Tenerife.

 
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Explosión de color

El tajinaste rojo protagoniza la explosión colorida del Teide. Cuando llega mayo, la primavera llena de contrastes los campos oscuros y oxidados de la lava. Millones de flores pequeñas, de un tono entre lo rojizo y el rosa brillante, se alzan apiñadas en el penacho cónico del tajinaste. Este espectáculo de intensidad cromática se desborda a través de los diferentes tajinastales, más o menos abundantes, que aparecen entre los canchales y barrancos pedregosos del parque.

 
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Dos años de intensa vida

El Tajinaste rojo (Echium wildpretii) es la más conocida de entre las diferentes especies que conforman esta planta endémica. Si su nombre científico se le debe a los botánicos británicos Pearson y Hook, que se lo pusieron en honor al horticultor suizo Hermann Wildpret, el nombre con el que se conoce en todo Tenerife se debe a la palabra en lengua guanche, que significa “aguja”. Debido a su magnitud, suelen crecer de manera individual, guardando espacio entre los diferentes ejemplares y llega hasta cuotas de los 2.000 metros, donde soporta condiciones climáticas alpinas que la convierten en una auténtica superviviente.

Si su forma y color es singular, no lo es menos su vida. Esta especie de planta es bienal, lo que significa que emplea dos años en cumplir con su ciclo biológico. Durante el primer año crece alcanzando una altura de entre un metro y tres, y en el segundo, tras una única floración, muere. Tal vez por eso, emplea todo su potencial en una floración impetuosa que regala uno de los espectáculos más bellos (y románticos) de la naturaleza. Tras su apasionante estallido de color, el tajinaste muere, perdurando un tiempo su esqueleto floral como el pecio de un naufragio botánico. 

 
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Un néctar único

Tanta flor no podía pasar desapercibida. Al menos no para las abejas melíferas que sienten especial predilección por el néctar y el polen de los tajinastes rojos. En primavera es habitual ver afanosas a las abejas, alrededor de los penachos de dos metros de altura o más. La miel final recolectada es aromática y de un color muy claro, casi transparente, y merece su propia denominación de origen.

 
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¿Dónde disfrutar de la floración?

El tajinaste rojo se encuentra únicamente en el Parque Nacional del Teide, en zonas como La Fortaleza o las laderas del valle de Ucanca, donde  el espectáculo está garantizado incluso en las márgenes mismas de la carretera. Los miradores del Tabonal Negro, los Azulejos o del Llano de Ucanca son buenos lugares para disfrutar de esta experiencia sin demasiadas complicaciones. En cambio, si se prefiere algún escenario menos frecuentado, mejor seguir el itinerario que lleva hasta La Fortaleza. Eso sí, sea como sea, que haya llegado ya la primavera.