La naturaleza se empeña, minuto a minuto, en demostrar que es el escenario perfecto para desconectar, reconectar y, en cierto modo, volver a lo más primitivo. Esa es la filosofía de los hoteles-paisaje, espacios que se integran en el entorno, que lo subliman con las comodidades sin olvidarse que el mayor tesoro es lo que lo rodea. Y un ejemplo de ello es el Douro41 Hotel & Spa, un milhojas de pizarra a 41 kilómetros de la desembocadura del Duero en Portugal. Precisamente este río es el eje de un complejo que pone en valor y se enriquece con todo lo que este caudal le aporta. Y eso es mucho.