Justo antes de que la pandemia supusiera un punto y seguido en la vida y en los viajes, en Europa empezaba a ganar terreno el concepto sueco tagskryt (orgullo de viajar en tren). Se inspiró en los esfuerzos de la activista Greta Thunberg, quien desde el principio se subió a los ferrocarriles para acudir a sus citas con los grandes actores políticos, económicos y mediáticos del Planeta consiguiendo dos efectos a la vez: uno, minimizar su huella de carbono en los viajes y dos, poner en evidencia a todos los que para tratar problemas medioambientales acudían a los foros en sus jets privados.
Para iniciarse en ese tagskryt que ya es tendencia en el norte de Europa, hay un punto en el mapa que es muy propicio para ello: el Tirol, pues el territorio cuenta con una extensa, eficaz y relativamente económica red ferroviaria, la ÖBB (Österreichische Bundesbahnen), con la que es posible conectar las principales localidades austríacas entre sí y éstas a su vez con otras ciudades europeas.