Baño de vino

Todo sobre la Batalla del Vino de Haro 2023, la fiesta más especial del verano riojano

Este 29 de junio se celebrará una nueva edición de una tradición que nació de una peregrinación a la ermita de San Felices y en la que se lanzan 70.000 litros de vino.

Relacionar La Rioja con el vino es tan natural como que salga el sol cada día. Es por eso que, en lo más profundo de esta región vitivinícola del norte de España, cada año se lleva a cabo una de las festividades más emblemáticas y divertidas del país que, cómo no, involucra al querido producto que dan sus uvas. Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2011, la Batalla del Vino de Haro atrae cada año a miles de personas de todo el mundo que buscan sumergirse en una experiencia única donde el vino, la diversión y la fraternidad se fusionan en un enfrentamiento enológico con tintes épicos.

Batalla del Vino de Haro

Foto: Getty Images

29 de junio: de la tradición al vino

Es 29 de junio, San Pedro, y la gente amanece a la vez que el día para prepararse para la procesión. Las fiestas patronales que se han celebrado durante los días previos han hecho de antesala de lo que cada año sucede en esta fecha. La cofradía de San Felices, fundada en 1655, inicia su desfile con el toque de las 8 de la mañana. Rodeando al santo, una marea de ropa blanca y pañuelos rojos caminan a su ritmo y lo acompañan en su camino a los Riscos de Bilibio, a ocho kilómetros de Haro.

El Regidor Síndico guía al grupo hasta lo alto del monte, donde coloca el Pendón. Allí, la ermita de San Felices ofrece por fin el descanso de la larga caminata y las inmejorables vistas del Ebro entrando a La Rioja y serpenteando entre los viñedos. Donde hubo un castillo romano vivió, en el siglo V, el santo que guarda la colina, que es testigo de la importante historia de esta tradición. El lugar donde murió se convirtió en destino obligado para los peregrinos. La tradición de visitar los restos, que descansaban en una cueva, pronto se convirtió en una romería, allá en el siglo XVIII, y una ermita donde se celebraba una misa en su recuerdo.

Desfiladero de las Conchas de Haro en La Rioja, España. Formaciones de montaña y río Ebro visto desde la ermita de San Felices
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Aunque existe la versión de que fue un conflicto entre los vecinos de Miranda de Ebro y Haro lo que propició el inicio de la tradicional Batalla del Vino, la narración más extendida es otra: tras la misa, los feligreses, acalorados y sedientos, almorzaban a la sombra cuando a alguno de los vecinos, bota en mano, se le ocurriría realizar un gesto que marcaría el inicio de una tradición que ya traspasa fronteras, el de refrescar con el preciado líquido a algún otro asistente. Fuese por hacer la gracia o por las altas temperaturas, el caso es que esto desencadenó los llamados bautizos de vino, que en 1949 pasó a denominarse con el nombre por el que hoy se le conoce: la Batalla del Vino.

MÁS DE 70.000 LITROS DE VINO

Los caminantes acuden a la misa por el santo en la ermita. Llama la atención que todos los asistentes parezcan haber escapado de un San Fermín, pero lo que se hace más raro es su curioso equipaje: jarras, garrafas, cubos, sulfatadoras,botellas, barriles, botas, porrones, pistolas de agua y recipientes de todo tipo. Un olor a vino lo impregna todo, y casi sin haber dado tiempo a acabar la misa, alguien empieza a lanzar vino contra los asistentes y hace de detonante para que empiece la batalla que loteñirá todo de un púrpura intenso. Tal y como ha sucedido con las anteriores ediciones, se estima que un total de 70.000 litros de vino sean usados como munición. 

Batalla del Vino de Haro
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Entre risas y diversión, los participantes se empapan completamente, compartiendo la alegría y la pasión por el vino en una comunión única. Aunque la Batalla del Vino puede parecer una fiesta caótica, hay reglas y normas que se deben seguir. El vino ha de ser tinto, se ha de ir vestido de blanco, no verter ningún otro tipo de líquido y respetar al resto de los asistentes. Por supuesto, está permitido que algún que otro chorro de vino no acabe en la ropa, sino en los estómagos de los asistentes, a pesar de que esta contienda tenga lugar antes de las 10 de la mañana.

Una vez que la batalla termina y todos los combatientes están cubiertos de vino, el ambiente se calma y se transforma en una celebración más tranquila. Los asistentes comparten el vino que les queda, intercambian anécdotas y se sumergen en la atmósfera festiva que viene acompañada de un almuerzo donde no pueden faltar las chuletillas al sarmiento y los caracoles. Con los estómagos llenos, la romería inicia su camino de vuelta a Haro, donde a las 12 del mediodía, en la Plaza de la Paz, se celebran las típicas Vueltas, acompañadas de charangas, y se sueltan las reses bravas en la Plaza de Toros.

Participante de la Batalla del Vino de Haro
Bodegas Vivanco

OTRAS FIESTAS DEL VINO por españa

La de Haro no es la única fiesta tradicional de España dedicada a guerrear con el vino. Aunque no tienen la misma popularidad, también son de largo alcance y muy bien valoradas por los asistentes. Una de ellas se celebra en Jumilla (Murcia), y se conoce como la Gran Cabalgata del Vino, que se celebra el 15 de agosto en el marco de la fiesta de la vendimia, y en la que se reparte vino entre los asistentes.

También en Bronchales (Teruel), en agosto, se da una batalla singular en la que el vino es el protagonista, la Sopeta, que hace referencia a cómo los vecinos quedan tras la guerra: hechos una sopa. La fiesta del albariño de Cambados (Pontevedra) y la del vino de Valdepeñas (Ciudad Real) también reflejan el amor al vino de estas localidades que, sin embargo, lo hacen sin cambiar de color los atuendos de los asistentes.