Barcelona ha sumado vistas sobre su entramado urbano en muy poco tiempo. Si hace unas semanas, abría el primer mirador en pleno centro de Barcelona, ahora lo hace el de la Torre Glòries tras un largo proyecto de obras que han servido para acondicionar el espacio de la última planta de uno de los edificios más icónicos del horizonte barcelonés. La propuesta va más allá y trasciende el concepto tradicional de mirador, proyectándose como un espacio multidimensional en el que confluyen el arte, la ciencia, la tecnología y, por supuesto, las vistas de 360 grados.