Después que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial redujeran Róterdam a cenizas, la segunda ciudad más grande de los Países Bajos supo rehacerse del duro golpe con mucha personalidad. De la mano de artistas de primera talla mundial y apostando por la innovación, comenzaría entonces su particular andadura hasta convertirse en una de las capitales del diseño y el futuro. Creatividad funcional, esa es la fórmula para que hoy Róterdam sea un laboratorio vivo del cual han surgido proyectos tan espectaculares e interesantes como el Art Depot o el Markthal. Pero si algo está demostrando en los últimos tiempos es saber adaptarse al contexto social antes que nadie.
Hace poco menos de un año, la ciudad holandesa lo tenía todo preparado para acoger el festival de Eurovisión, pero el coronavirus hizo imposible su celebración. Sin tiempo para lamerse las heridas, transformaron el espacio en un museo para recorrerlo en coche. Ahora, la pandemia ha vuelto a ser la fuente de inspiración de la que beben los diseñadores y los artistas, y es que Róterdam acoge una de las ideas más creativas para acercar a la gente y combatir -a su vez- contra la COVID19.