KAGGA KAMMA NATURE RESERVE

Una utopía sostenible en el fin del mundo

En el corazón del Cederberg sudafricano se encuentra uno de los alojamientos más sostenibles de Sudáfrica

La reserva natural de Kagga Kamma, situada en el vasto entorno desértico del Cederberg sudafricano no está exactamente en el fin del mundo, pero lo parece. De entrada, estas son sus coordenadas para asegurar que nadie se pierde: Latitud: 32°44’49.68”S/ Longitud: 19°33’46.94”E.

Reserva Natural de Cederberg

Reserva Natural de Cederberg / Foto: Shutterstock

Pero vayamos por partes ¿qué es el Cederberg? Estos impactantes montes situados a unos 250 kilómetros al norte de Ciudad del Cabo, conforman un paisaje reseco de extrañas formaciones rocosas que en tiempos estuvo habitado por el pueblo san, la más antigua de las culturas que perviven en Sudáfrica. Si bien estos cazadores-recolectores —descendientes directos de los primeros Homo sapiens— se mudaron más al norte a mediados del siglo XX, sus antepasados más remotos dejaron en los abrigos y cuevas del Cederberg varios miles de pinturas rupestres de entre 8.000 y 1.000 años de antigüedad. Así, la primera fotografía que uno tiene de este lugar es la de grandes formaciones pétreas salpicadas de arte prehistórico. Pero eso no es todo. El Cederberg es hogar de multitud de plantas endémicas objeto de estudio, entre ellas una en concreto que desde aquí ha viajado hasta las tazas de té todo el planeta: el rooibos, que literalmente significa arbusto rojo y que solo crece aquí, en este rinconcito de África. 

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El oasis de Kagga Kamma

En el corazón de este Cederberg aislado rico en atardeceres rojizos, arte rupestre, té antioxidante y fauna salvaje acostumbrada a un clima hostil, se erige el fabuloso oasis de Kagga Kamma —lugar de agua en lengua khoisan que ocupa unas 15.000 hectáreas y que presume de ser uno de los alojamientos más sostenibles del país (varios premios internacionales certifican esta afirmación). 

Para llegar a él no hay carreteras asfaltadas, lo que contribuye no solo a la preservación del entorno salvaje sino también a la profunda sensación de aislamiento que uno tiene al llegar aquí después de conducir durante más de 30 kilómetros por una pista de tierra polvorienta. En los años 80, los ideólogos de Kagga Kamma, Willie y Pieter de Waal y Pieter Loubser, apostaron por este espacio para levantar una serie de habitaciones integradas en el paisaje que refirieran a los pueblos ancestrales que habitaron el lugar. Hoy tienen habitaciones-cueva —con todas las comodidades del siglo XXI— cabañas tradicionales circulares con techo de brezo y también existe la posibilidad de dormir en una cama a cielo abierto a la vera de las formaciones rocosas y bajo la inmensidad de la noche estrellada africana. Son la Star Suite y la Sky Suite, muy alejadas del mundo, pero muy cerca del universo. 

Kagga Kamma
Foto: Kagga Kamma

El personal de Kagga Kamma son nativos de la zona y viven aquí, en esta reserva que se nutre de su propio manantial natural y de una extensa granja solar de 648 paneles capaces de generar toda la electricidad necesaria para el lodge y para las viviendas de los trabajadores. Esta independencia energética no solo supone todo un paradigma de sostenibilidad sino un excelente modo de no depender de la deficiente red eléctrica sudafricana que a diario impone cortes de luz (load shedding) a todo el país. 

La Kagga Kamma Nature Reserve es un oasis en pleno desierto al que la gente viene cuando quiere alejarse —aunque suene a tópico así es— literalmente de la civilización. Hay quien simplemente se encierra en la cueva para desconectar o para celebrar una luna de miel y también quien se apunta a las numerosas actividades (sostenibles) que desde aquí se organizan. Por ejemplo, hay safaris a primera y última hora del día para contemplar la fauna y la flora local, eso sí, olvidémonos de los Big Five porque aquí los habitantes son otros. Las más abundantes son las aves —este es un destino ornitológico de primer orden— aunque entre los más deseados por los fotógrafos no ornitólogos están el chacal, el caracal, el gato salvaje africano, el próteles o lobo de tierra (que es una especie de hiena), el cerdo hormiguero, el oryx o el majestuoso antílope endémico de Sudáfrica y Lesotho, el bontebok.Otras excursiones por la reserva incluyen visitas a abrigos repletos de pintura rupestre de 6.000 años de antigüedad; rutas senderistas con o sin guía; y escapadas para contemplar la puesta de sol o las estrellas, dos actividades imprescindibles que en este continente suelen adoptar tintes épicos. 

Kagga Kamma
Foto: Kagga Kamma

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