Post-impresionante

Del paisaje al cuadro: Van Gogh y la iglesia de Auvers-sur-Oise

El lugar donde está enterrado el genio neerlandés es, también, el protagonista de una de sus últimas obras emblemáticas.

De los 37 años que vivió Vincent Van Gogh (1853-1890), el pintor postimpresionista residió hasta en 38 lugares distintos de cuatro países. Había nacido en el pequeño pueblo de Zundert (Países Bajos), pero su carácter rebelde e indomable pronto le hizo abandonar el hogar familiar, pasando por talleres de artistas, despachos de marchantes, estudios de pintores y sanatorios de salud. Un periplo vital que lo llevó a instalarse en La Haya, Ámsterdam, Bruselas, Amberes, Londres, París, Arlés, Saint-Rémy-de-Provence y finalmente en Auvers-sur-Oise, donde falleció. Este es un viaje a un lugar marcado por un cuadro, casi póstumo, que colocó a este lugar en el mapa.

En mayo de 1890 Van Gogh se instala en este pueblo agrícola situado a menos de 30 km de París, buscando alejarse de la agitación de la efervescencia artística que allí se vivía. Había pasado una larga temporada en sanatorios mentales de la Provenza y en la capital parisina había estado viviendo con su leal hermano Théo, marchante de arte y su principal apoyo personal y financiero. Se dirigió a este pueblo por consejo de Camille Pissarro, para ser tratado por el doctor Gachet. Y allí pasó sus últimas semanas, encontrando algo de paz –a pesar de su trágico final–, que le llevó a pintar 72 lienzos, 33 dibujos y un grabado.  

 

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shutterstock 648136771. El paisaje: Auvers-sur-Oise

Foto: Shutterstock

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El paisaje: Auvers-sur-Oise

Cuando Van Gogh llegó a Auvers, este ya era un pueblo conocido por la comunidad de artistas de la época. Aquí habían pasado temporadas Armand Guillaumin, Camille Pissarro, Paul Cézanne o François Daubigny, al que Van Gogh admiraba especialmente, aunque pertenecía a la generación anterior. Allí vivía su viuda en una casa con jardín que Vincent pintó en varios cuadros memorables de esa etapa (El jardín de Daubigny, 1890). Muy cerca, Daubigny tiene hoy su museo en una magnífica villa, donde sus cuadros conviven con exposiciones itinerantes.

Auvers-sur-Oise es actualmente un homenaje al pintor. Por las calles del pueblo y sus alrededores se puede seguir la Ruta Van Gogh, señalizada con una treintena de placas con imágenes de sus cuadros, colocadas frente a los edificios que pintó y los paisajes que le inspiraron. El Auberge Ravoux es una de las etapas más buscadas de este itinerario. En este encantador hostal se puede ver la modesta habitación que ocupó Van Gogh durante su estancia en el pueblo. Está catalogada como Monumento Histórico de Francia y, según la fundación del pintor, es el único lugar habitado por él que mantiene todos sus elementos originales. El edificio preserva su estilo de finales del siglo XIX y el restaurante ha conservado el mobiliario de madera y la atmósfera bohemia de un café de artistas. 

La Ruta de Van Gogh guía también hasta la villa de Paul Gachet, médico, coleccionista y aficionado a la pintura, que trató a Vincent para curarlo de sus brotes y cambios anímicos. Instalado en el pueblo desde 1872, por su consulta pasaron Pissarro o Cézanne antes que el holandés. El contacto con los artista le llevó a iniciarse en la pintura y a interesarse por el grabado. Su casa es hoy un museo donde, además de algunos de sus propias creaciones y placas de grabación, se conservan objetos que aparecen en cuadros de Van Gogh, como la mesa roja del Retrato de Paul Gachet o el piano que tocaba su hija en Marguerite Gachet al piano.

Dando un paso de 15 minutos desde el pueblo, por caminos delimitados por los campos que tanto pintó Van Gogh durante su estancia, se llega al Castillo del pueblo, presente en Paisaje con el castillo de Auvers. En realidad es una residencia palaciega, construida en el siglo XVII y rodeada por jardines de estilo francés. Ha sido convertida en centro cultural y expone la colección permanente «Viaje a la época de los impresionistas», un homenaje a los pintores de la segunda mitad del siglo XIX que pasaron o residieron en el pueblo. A escasos pasos del Castillo vale la pena visitar el curioso Museo de la Absenta, un licor de hierbas muy popular en la época de los impresionistas.

Pero sin duda, una de las estampas más buscadas y reconocibles de la obra de Van Gogh es la Iglesia de Auvers. Sus orígenes se remontan a una capilla romana del siglo XII, que el rey Luis VI hizo erigir en recuerdo de su hijo fallecido. Ampliada en el siglo XVI bajo el reinado de Francisco I, su campanario tiene tres campanas, una de 1733 llamada Marie-Louise y las otras de 1891, colocadas tras la muerte de Van Gogh y llamadas Adolphine-Caroline y Constance- Eugénie. 

La ruta que recuerda al pintor concluye muy cerca de la iglesia de Notre-Dame, en el cementerio del pueblo, donde uno a

Vincent van Gogh - The Church in Auvers-sur-Oise, View from the Chevet - Google Art Project. El cuadro: 'La iglesia de Auvers-sur-Oise vista desde el Chevet'

Foto: Google Art Porject

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El cuadro: 'La iglesia de Auvers-sur-Oise vista desde el Chevet'

Cuando Van Gogh se instaló en Auvers encontró algo de paz: «Auvers es excepcionalmente bella», escribía a su hermano -se conservan 800 cartas enviadas por Van Gogh, de las que 650 iban dirigidas a Théo-. «…entre otras cosas tiene muchos viejos tejados de paja, algo que ya se estaba convirtiendo en algo raro…». Y sobre su tutor allí, el doctor Gachet: «Tiene los ojos azules y tristes, como tú y yo. Somos muy amigos…, trabajo en un retrato suyo», hoy expuesto en el Louvre de París. 

Auvers era y es un pueblo pequeño, pero Van Gogh lo inmortalizó para siempre en sus pinturas. Además de sus campos, pintó su ayuntamiento, el castillo y la iglesia, cuyo cuadro ilustra este artículo. Se trata de una obra postimpresionista pintada al óleo (94 x 74 cm) en 1890, que hoy se contempla en el Museo Orsay de París. El templo se eleva sobre un suave montículo; el cielo es de un color azul intenso, cobalto puro, sin detalles; alrededor de la iglesia se abren dos senderos, una idea ya repetida en otros cuadros, un ramal con una campesina y el otro con las casas del pueblo al fondo. Mientras por la luz en el exterior se intuye un día soleado, la iglesia permanece en penumbra, como en sombra, solo el azul del cielo reflejado en sus vidrieras y el tejado con algún tono violeta y anaranjado aportan algo de color.

Sin embargo, los grandes protagonistas de Van Gogh en Auvers fueron los paisajes campestres, creados en un formato de lienzo inusual para él, más alargado (50 x 100 cm), idóneo para los amplios trigales de la zona: «Son enormes extensiones de trigo bajo cielos embravecidos. He intentado deliberadamente expresar en ellos tristeza y extrema soledad», describía a su hermano en relación a Campo de trigo bajo un cielo tormentoso (1890). Ese sentimiento es aún más intenso en Campo de trigo con cuervos, para muchos su última pintura, y tal vez premonitoria de su muerte, con esas aves de mal agüero sobrevolando los trigales. Nunca sabremos si con este cuadro Van Gogh anunciaba su suicidio, porque a la vez que lo pintaba, solicitaba a Théo en otra carta que le enviase material ¿para seguir pintando? 

El 27 de julio de aquel año, en una soleada tarde de domingo, Vincent tuvo una recaída y salió hacia esos campos que tanto había pintado, llevando una pistola en el bolsillo. Se disparó un tiro en el pecho, pero consiguió regresar al Auberge Ravoux. Moribundo en su habituación del hostal, el doctor Guichet no le abandonó en su agonía. Dos días después moría en presencia de su hermano Théo. Fue enterrado en el cementerio de Auvers-sur-Oise, un kilómetro más arriba de la iglesia. 

Seis meses después, desolado, falleció Theo. En 1914, su esposa, Johanna, consiguió que lo enterraran junto a su hermano. Fue ella la que, convencida del valor artístico de su cuñado, no paró hasta dar a conocer al mundo su legado.