Primero fueron los cruceros que, tras años de debate y varios intentos, finalmente dejaron de pasar por Plaza San Marcos el día 1 de agosto, desviándose del Canal de la Giudecca. Un acontecimiento histórico que hizo que la UNESCO sacara a Venecia de la lista roja aunque los cruceros sigan pasando por la laguna, medida que muchos siguen viendo insuficiente. Ahora parece que las restricciones también se extienden a los visitantes que lleguen a Venecia por otros medios, que a partir del verano de 2022 deberán reservar y pagar una tasa para entrar a la isla.
Así se reserva y paga la tasa
Para ello, se lanzará una app para las personas que solo pasen un día en la ciudad desde donde se podrá reservar la visita y pagar la cuota de acceso, de entre 3 y 8 euros dependiendo de la época del año. Según informó el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, en su momento "la nueva medida no rechaza ni impide la entrada a nadie, sólo que será más difícil entrar para aquellos que no reserven una habitación" (quienes no deberán pagar esta tasa extra). En cambio, desde otros sectores afirman que es una solución antidemocrática y excluyente que además establece paralelismos con un parque de atracciones del que Venecia lleva tiempo tratando de huir.
En este sentido, se prevé la instalación de tornos en los puntos de acceso, concretamente en Piazzale Roma, el puente de Calatrava, la calle Lista di Spagna y San Marco. Una medida que ya se puso en marcha a modo de prueba piloto en 2018 y que los propios venecianos se encargaron de retirar. Desde la administración aseguran que nada tendrán que ver con esos polémicos torniquetes ya que contarán con tecnología para que puedan abrirse acercando el móvil o una tarjeta inteligente.

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También habrá tornos y cámaras
Todavía en medio del debate de los cruceros y del polémico Mose (el sistema de diques para frenar el acqua alta), está previsto que en septiembre de este año se ponga a prueba este sistema en Tronchetto (donde está el aparcamiento de Venecia), aunque no será hasta junio de 2022 cuando se prevé que entre definitivamente en vigor. Estas controvertidas puertas de acceso estarán conectadas con una sala de control inteligente (ubicada en Tronchetto, donde está la sede de la policía local) para monetizar las llegadas, los destinos y el origen de los visitantes. También distinguirá entre los visitantes que pernocten en la ciudad, quienes recibirán un pase, y los que necesitan la app para reservar y pagar la cuota, conocidos como "hit and run".
Este sistema constará de más de 500 cámaras de alta definición que ya se usaron durante la cumbre económica del G20 y que estarán colocadas en palacios, plazas, calles y canales, así como un centenar de sensores para detectar quién está en Venecia a través de smartphones. Un control del que medios internacionales se han hecho eco bajo el titular "Venecia pide ayuda al Gran Hermano para gestionar el turismo".
El objetivo principal es rebajar las llegadas de turistas, tal y como exige la UNESCO, y evitar que las estrechas calles se atasquen. Algo que sucedía más que a menudo antes de marzo de 2020. Las cifras de 2019 aún están lejos, pero incluso ahora, los aparcamientos de Piazzale Roma se llenan de italianos y otros viajeros y las colas para coger un vaporetto hacia Burano y Murano o para entrar a San Marco o al Palazzo Ducale han vuelto a asomar. Y si no se le pone remedio, la ciudad volverá a ser inhabitable.