Muchas veces el origen de las palabras encierra historias en si mismas. En este caso explica una manera de ser, un paisaje, un contexto. Tomando la etimología de varias lenguas uno puede hacerse una idea de lo que es Burgos. Del griego pyrgos, significa “torre”, quizás por todas las fortificaciones que durante la Edad Media se construían a lo ancho de Castilla para mantener controlado el territorio. Del latín burgus, castillo pequeño. Del germánico, berg, que tiene dos acepciones, monte y castillo. Un carácter defensivo que se hace notar siguiendo la traducción de los godos, que procede de baurgs, literalmente población fortificada.
Resumiendo, Burgos hace soñar al viajero con una tierra de castillos y señores feudales, reyes, caballerizas, batallas épicas y romances medievales. El resultado de esta cosmovisión del norte de la meseta ha dejado para el disfrute del turista un mapa repleto de auténticas joyas transformadas en pequeños burgos, nunca mejor dicho.