Si existe una ciudad española que pueda considerarse el paraíso en la Tierra de los golosos es, sin duda, Sevilla. La capital de Andalucía cuenta con la mayor concentración de conventos de clausura de estilo mudéjar, barroco y renacentista del país. Hay diecinueve, siete de los cuales luchan contra los vaivenes de la economía mundial actual y la imparable secularización del país a golpe de rodillo: elaboran y venden dulces para financiarse. Unos llevan haciéndolo durante siglos y otros solo desde la crisis financiera del 2007-2008. En algunos de estos centros religiosos, la venta todavía se hace de manera tradicional a través del torno, un armazón de madera giratorio que permite realizar la transacción sin que las monjas sean vistas por los clientes. Pero, como la tradición no está reñida con la modernidad, hace un año se creó la tienda online Hechoconfe.com con el objetivo de impulsar el comercio de muchos de sus exquisitos productos fuera de la provincia.
Esta ruta de poco más de 3 kilómetros cruza el centro histórico de Sevilla de norte a sur y pasa por todos los conventos que elaboran y comercializan dulces. Empieza en el Real Monasterio de San Clemente, en el barrio de San Lorenzo, muy cerca del río Guadalquivir, y acaba en el Convento de Madre de Dios, en el barrio de la Judería, a poca distancia de la Catedral.