Tarragona es una de esas ciudades bendecidas por la luz del Mediterráneo, especialmente en esas horas tempranas en que el sol no muestra el color de la piedra sino que lo sugiere. En este paseo dejamos para otro día la Tarraco romana y ese patrimonio que le ha valido el reconocimiento Unesco, es este un deambular que pasa del modo flâneur al disfrutón con total soltura, que huye del estereotipo, del free tour de discurso wikipedista y del plato fotocopiado de la plaza de la Font, para ponerse el mapa de la ciudad por montera y crear un itinerario que cualquier empadronado, un poco bon vivant, firmaría.